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Los rostros de la rutina
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ANDRÉS BARBA OFRECE UN PASEO SENTIMENTAL POR LA CIUDAD CON 'LISTA DE DESAPARECIDOS'

Los rostros de la rutina

Mira bien este rostro. Hay en él algo extraño, algo excepcional: de entre todos los rostros del mundo es el que tú has elegido. Este rostro

Foto: Los rostros de la rutina
Los rostros de la rutina

Mira bien este rostro. Hay en él algo extraño, algo excepcional: de entre todos los rostros del mundo es el que tú has elegido. Este rostro es uno de tantos otros que pasan desapercibidos en el día a día de la ciudad. El desayuno, “es tarde”, el colegio, el vagón, llegar al trabajo, el gimnasio… La vida urbana produce multitud de “encuentros privados en lugares públicos”, explica el escritor Andrés Barba, pero la rutina invita a olvidar cada uno de esos rostros que se cruzan en las vidas de todos.

¿Se daría cuenta alguien si no estuvieran? La Lista de desaparecidos (Siberia), la última obra del autor madrileño, obliga a pararse, a observar, a quedarse con las caras de la gente de la ciudad

Una compilación de microrrelatos sentimentales que retratan espacios comunes de Madrid, aunque bien podría ser cualquier otra ciudad. Pequeños vivencias que tienen la intención de ser un único relato continuo y no una sucesión de historias desconectadas: “Como una novela en la que el protagonista es una ciudad”, precisa Barba para El Confidencial.

Desaparecibles

Los textos describen los detalles más cotidianos de los lugares por los que pasan cada día los “desaparecidos”: el vagón del metro, la frutería, el gimnasio, la taquilla del cine… Observando aspectos concretos de forma que parecen paralizar el tiempo.

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El dibujante y escultor Pablo Angulo ha puesto cara a los “desaparecibles”, según redefine el escritor, con una serie de 40 personajes dibujados al estilo de un retrato robot. Son caras comunes, “casi todos desconocidos”, que parecen sentir y observar aquello que describen los relatos. Rostros tan comunes que parecen ser conocidos. Más de uno recuerda a un personaje actual... O a uno clásico. La cara más común del arte se llama Mona Lisa... Una desaparecible más que ver en el paseo por Madrid. 

Solo que presentan un semblante muy serio en líneas generales, algunos incluso angustiados. ¿Esa es la cara de Madrid, de una ciudad española? “No los veo tan serios”, apunta el artista, “creo que esperan y tienen ilusión”. “Es cierto que tiene un tono un poco melancólico el retrato”, admite Barba. “Ha salido así de imprevisto, y tal vez sea ese una de las cosas más bonitas de este libro”. La coherencia entre los textos y los dibujos diluye el orden en el que se han formulado: no se sabe si fueron antes los retratos o los relatos.

Esta “guía de la mente urbana”, como lo define el dibujante, es la continuación en el relato breve que protagoniza la mayor parte de la obra del autor desde La recta intención (Anagrama), en 2002, cuatro historias unidas por la incomunicación, el miedo a relacionarse con los otros y a ser rechazados por la persona amada. 

Su literatura discurre siempre entre los aspectos cotidianos y los detalles vitales. Algunos lo llaman una línea “psicologista”. “Más que psicologismo yo hablaría de respeto a la realidad”, explica: “No hay nada más emocionante que la realidad bien contada”.

El texto es imagen y viceversa

Por eso se ha unido por segunda vez a Pablo Angulo, para hablar de la realidad. Ya trabajó con él en El libro de las caídas (Sexto Piso), de nuevo una obra artística en el que el dibujo y la literatura forman una unidad indisoluble: la imagen remite a un texto inclasificable como género, a medio camino entre la narrativa y la poesía, y el texto, a su vez hace alude a la imagen. Pero en lugar de ser un paseo urbanita, como su último libro, este libro se trata de un descenso vertiginoso

La buena compenetración entre ambos autores se debe a su amistad, pero además comparten un mismo punto de vista: “Andrés y yo dejamos que los personajes irrumpan, que sean, mostrar un sufrir sereno y orgulloso”.

No hay nada mejor que trabajar con amigos, dice Barba, para conseguir una unión natural de las artes. Porque hacerlo de forma artificial, comenta Angulo, es un error: “Así lo único que se consigue es un corta y pega pseudodidáctico aburridísimo. Los que hacen deben haberse emborrachado unas cuantas veces juntos y haberse dicho las verdades del barquero. Luego hay uniones gloriosas que siempre destilan amor y admiración como la de Blake y los Beatles”. 

Una ciudad seria

“El retrato de Madrid hoy es puro tinta y vinagre”, comenta Angulo. Muchas de las caras, explica el artista, reflejan el desgaste que produce el desconsuelo de los últimos años difíciles. La seriedad de una ciudad “que no se deja pintar tan fácilmente”, según el artista, pero que si tuviera que dibujarla la haría “con vegetación petrea y cemento contaminado de color”. Los dibujos de Pablo Angulo se expondrán a partir del mes de septiembre en la galería Espacio Valverde de Madrid.

Lista de desaparecidos cuenta con el epílogo escrito por el escritor Enrique Vila Matas, quien añade otro relato más, otro pasaje urbano común. Sin retrato asociado, comienza con un Me marcho, es tardísimo. La cara, en este caso, la tendrá que imaginar el lector.

Barba dice no saber cuál es su vocación verdadera, o más bien no se aventura a asegurar si seguirá siendo escritor, pero haciendo un repaso a su perfil es uno de esos artista multifunción: novelista, ensayista, traductor, guionista y fotógrafo... Él lo redefine: “Como decía Albert Pla, soy un artista multimierda”.

Mira bien este rostro. Hay en él algo extraño, algo excepcional: de entre todos los rostros del mundo es el que tú has elegido. Este rostro es uno de tantos otros que pasan desapercibidos en el día a día de la ciudad. El desayuno, “es tarde”, el colegio, el vagón, llegar al trabajo, el gimnasio… La vida urbana produce multitud de “encuentros privados en lugares públicos”, explica el escritor Andrés Barba, pero la rutina invita a olvidar cada uno de esos rostros que se cruzan en las vidas de todos.