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Las 'guarrillas' de Landa
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LA VÍCTIMA COLATERAL DEL 'LANDISMO' FUERON LAS MUJERES Y LOS MODELOS DE MUJER

Las 'guarrillas' de Landa

La etapa del landismo comprende unas treinta y cinco películas y su final se solapa con la participación de Alfredo Landa en otras cintas donde él forjó su

La etapa del landismo comprende unas treinta y cinco películas y su final se solapa con la participación de Alfredo Landa en otras cintas donde él forjó su merecida reputación de gran actor: el mismo año que rueda con Garci Las verdes praderas, Landa también es el protagonista de Polvos mágicos de José Ramón Larraz. Estamos en 1979 y el cine de destape aún tenía que dar algunos frutos más, pero la carrera de Landa empezaría a estar marcada por otros nombres, además del de José Luis Garci: Bardem, García Berlanga, Mercero, Betriu, Cuerda, Camus, Gutiérrez Aragón

Sin embargo, antes del Landa de El puente, El Crack, Los santos inocentes o La marrana estuvo el Landa que, haciendo de falso y amaneradísimo homosexual, protagonizó No desearás al vecino del quinto, la película más taquillera de nuestro cine antes de la irrupción de los Torrentes en nuestro cutre-imaginario cinéfilo. El Landa del landismo era un hombre común, incluso más común que los hombres verdaderamente comunes, bajito, peludo, con ojillos chisporroteantes y nariz de porra. En el Landa del landismo se encarnaban las fantasías de españoles, con una precaria educación sentimental y sexual, que desembocaban en una mezcla de rijosidad venérea y arraigado sentido de la familia.

El Landa del landismo representa la justificación dela doble moral procedente de la dictaduradonde la represión se combina conciertas formas guarrillas de hedonismomás o menos tolerado: el whisky con hielo en vaso de tubo, las suecas de la playa, la Costa Fleming y los clubes de alterne... Muerto Franco, el tapón de la botella de champán sale disparado y escomo si llegara a producirse una gran eyaculación. No obstante, probablementela víctima colateral más olvidadade este movimiento cinematográfico fueron las mujeres;los modelos de mujerque interpretaron actrices del destape a menudo reconvertidas en un icono comercial muy rentable: el juguete roto.

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La primera pareja de baile que Alfredo Landa tuvo en el cine fue Gracita Morales. Juntos bailaron en Atraco a las tres, aunque hay que reconocer que en esa película Gracita abrazó la promiscuidad y bailaba también con Aleixandre, con López Vázquez y con todo el que se le pusiera a tiro: al fin y al cabo, era la chica de la película. El drama de Gracita no fue el de las actrices que se desnudaron en la década de los setenta, sino el miserable destino que este país reserva a muchos de sus cómicos. Años más tarde, Alfredo y Gracita bailaron juntos en otros films como Novios 68 o Cuarenta grados a la sombra. Landa también fue pareja cinematográfica de otra excelente actriz de carácter como Josele Román en Vente a Alemania, Pepe o en Aunque la hormona se vista de seda: la visión sobre la homosexualidad y los homosexuales que se proyecta en estas películas es uno de sus aspectos más casposos.

Las que besan de verdad

Lo más habitual es que los personajes que encarnaba Alfredo Landa despertasen la fascinación de mujeres de bandera deslumbradas por su simpatía, gracejo y bondad; también por la virilidad de un macho cabrío hispánico, auténtico pata negra, que estaba muy por encima de la media de la capacidad sexual de los vikingos, los franchutes o los melenudos anglosajones. Los personajes interpretados por Landa dejaban con la boca abierta a suecas, macizas y mujeres de la farándula. Ellas lo hubieran dado todo por él, aunque él al final casi siempre prefería la modesta belleza de su novia de toda la vida, una de esas españolas que cuando besa es que besa de verdad y que no van regalando por ahí sus dulces secretos ni sus fuegos ardientes a cualquier desconocido.

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Frente al estereotipo salaz del hombre con muchas necesidades sexuales que, sin embargo, siempre vuelve al redil, se alza el estereotipo femenino de la mujercita que es igual de mujer –o más- que la sueca perdularia pero que sabe recatarse y asumir a la perfección el papel de novia fiel, buena esposa y madre ejemplar que siempre, siempre, sabe perdonar las extravagancias y/o los extravíos de un hombre muy hombre y muy español. Como cualquiera de los que iban al cine. O al menos eso creían ellos.

Hamburguesas contra solomillos

El magnetismo de Landa atrajo a señoras tan exóticas comoIra Von Fürstenberg,Maria Gustafsson, ex azafata del Un, dos, tres y sueca natural,Mirta Miller, o la exuberante nativaMari Paz Pondal. Sin embargo, los landas del destapesiempre acaban volviendo al redil familiar: como enManolo la nuit, cinta en la que su esposa, una abnegadaMaría José Alfonso, finge un embarazo para frenar los escarceos eróticos de su marido con las Nadiuskas de turno en la Costa del sol. O enFin de semana al desnudo, donde el destino habrá de unir a Landa y a Lina Morgan, quien se enfrentará con el monumental obstáculo deHaydée Balza. O enVente a ligar al Oestedonde el encanto modesto deTina Sáinzvencerá la estatura y la sensualidad de Mirta Miller.

Landa también hizo a menudo pareja con Concha Velasco que ha sido pareja de casi todo el mundo en el cine español. En Historia de S, uno de los últimos escarceos de Landa con el cine destape y del landismo como fenómeno sociológico, él, un diseñador de lencería, deja de intentar poner en práctica todas sus fantasías sexuales con Blanca Estrada, Adriana Vega o Kitty Manver –¡sí, Kitty Manver!-, porque al fin y al cabo tiene en casa a Sara Lezana con un aspecto más autóctono pero, a fin de cuentas, todo un pibón escondido bajo la recatada blusa y el moño bajo: asistimos por enésima vez a la ejemplificación de la famosa pregunta retórica de Paul Newman para justificar su fidelidad conyugal a Joanne Woodward “¿Quién quiere una hamburguesa teniendo solomillo en casa?”

Hamburguesas contra solomillos

Una respuesta gastronómica, fina, elegante que, curiosamente, nunca le dieron oportunidad de dar a Joanne Woodward y que nos recuerda a otros grandes momentos del machismo cultural como cuando, por ejemplo, a Carmen Laforet le preguntaron si quería más a sus hijos a sus libros.

Las películas del landismo han pasado a formar parte del imaginario cultural de los hombres y de las mujeres, creando una pátina delante de nuestros ojos que nos hace muy difícil desprendernos de esos “sentimientos impuestos” de los que habló, hace ya mucho, la política y escritora Margarita Nelken. A veces las propias mujeres nos miramos entre nosotras con los ojos de aquellos antiguos albañiles que lanzaban piropos o improperios desde lo alto de un andamio. Hoy que ya casi no quedan ni albañiles ni andamios conservamos extraños prejuicios respecto a nuestro capital erótico, la preservación de nuestras esencias femeninas y nuestro papel en la sociedad. Las películas del landismo no fueron ni mucho menos inocuas. Entre otras razones, porque Alfredo Landa era un excelentísimo actor.

La etapa del landismo comprende unas treinta y cinco películas y su final se solapa con la participación de Alfredo Landa en otras cintas donde él forjó su merecida reputación de gran actor: el mismo año que rueda con Garci Las verdes praderas, Landa también es el protagonista de Polvos mágicos de José Ramón Larraz. Estamos en 1979 y el cine de destape aún tenía que dar algunos frutos más, pero la carrera de Landa empezaría a estar marcada por otros nombres, además del de José Luis Garci: Bardem, García Berlanga, Mercero, Betriu, Cuerda, Camus, Gutiérrez Aragón