El clásico de Norman Mailer sobre el grafiti llega 35 años después
Norman Mailer, el gran cronista de la segunda mitad del siglo XX y uno de los innovadores del periodismo literario, en los años 70 se apasionó
Norman Mailer, el gran cronista de la segunda mitad del siglo XX y uno de los innovadores del periodismo literario, en los años 70 se apasionó por el nacimiento del grafiti en las calles de Nueva York y escribió La fe del grafiti junto con el fotógrafo Jon Naar. Ahora el libro se publica por primera vez en España.
Un libro documento que salió a la luz en 1974. Y todo un objeto de culto en Estados Unidos, donde el volumen ha estado descatalogado durante 35 años y donde se podía pagar por una copia de la primera edición hasta 700 dólares. Aunque en España no se publicó nunca, y es ahora, de la mano de 451 editores, cuando sale a calle, en un bello formato con 32 fotografías más que en su origen.
Algunos consideran este libro "la biblia del grafiti" y para su editor en español, José Hamad, el libro legitima el arte del los grafiteros. A Mailer le parecían lo más innovador del momento. "Un repunte revolucionario". "Fue Mailer, el gran cronista de lo social y político, el primer intelectual que lo consideró como una de las ramificaciones del arte contemporáneo y creyó, además, que los grafiteros eran el símbolo de la revolución por venir", añade Hamad. Un movimiento que emerge de los negros de clase baja, muy unido al hip hop, cuya cultura e historia fascinaba al autor de La canción del verdugo y del famoso ensayo sobre los problemas raciales El negro blanco.
En el libro, Mailer bucea en la relación de los grafitis y de los tags, la firma del grafitero, con el arte contemporáneo, y para ello indaga en el MOMA y en otros museos para establecer el hilo de continuidad desde Giotto, el primitivo italiano, con algunos tags de las calles de Nueva York, famosas por sus grafitos de pared y vagones de tren. "El famoso CAY de la calle 161 que estuvo allí desde el principio con TAKI 183 y Junior 161, tan famoso como pudo ser Giotto cuando su nombre empezó a sonar por los circuitos de los estudios", escribe el por dos veces premio Pulitzer, que busca precedentes o continuidad de estas pinturas condenadas a desaparecer en Cézanne, Gauguin, Matisse, De Kooning, Rauschenberg o Rothko, entre otros.
Norman Mailer, el gran cronista de la segunda mitad del siglo XX y uno de los innovadores del periodismo literario, en los años 70 se apasionó por el nacimiento del grafiti en las calles de Nueva York y escribió La fe del grafiti junto con el fotógrafo Jon Naar. Ahora el libro se publica por primera vez en España.
Un libro documento que salió a la luz en 1974. Y todo un objeto de culto en Estados Unidos, donde el volumen ha estado descatalogado durante 35 años y donde se podía pagar por una copia de la primera edición hasta 700 dólares. Aunque en España no se publicó nunca, y es ahora, de la mano de 451 editores, cuando sale a calle, en un bello formato con 32 fotografías más que en su origen.
Algunos consideran este libro "la biblia del grafiti" y para su editor en español, José Hamad, el libro legitima el arte del los grafiteros. A Mailer le parecían lo más innovador del momento. "Un repunte revolucionario". "Fue Mailer, el gran cronista de lo social y político, el primer intelectual que lo consideró como una de las ramificaciones del arte contemporáneo y creyó, además, que los grafiteros eran el símbolo de la revolución por venir", añade Hamad. Un movimiento que emerge de los negros de clase baja, muy unido al hip hop, cuya cultura e historia fascinaba al autor de La canción del verdugo y del famoso ensayo sobre los problemas raciales El negro blanco.
En el libro, Mailer bucea en la relación de los grafitis y de los tags, la firma del grafitero, con el arte contemporáneo, y para ello indaga en el MOMA y en otros museos para establecer el hilo de continuidad desde Giotto, el primitivo italiano, con algunos tags de las calles de Nueva York, famosas por sus grafitos de pared y vagones de tren. "El famoso CAY de la calle 161 que estuvo allí desde el principio con TAKI 183 y Junior 161, tan famoso como pudo ser Giotto cuando su nombre empezó a sonar por los circuitos de los estudios", escribe el por dos veces premio Pulitzer, que busca precedentes o continuidad de estas pinturas condenadas a desaparecer en Cézanne, Gauguin, Matisse, De Kooning, Rauschenberg o Rothko, entre otros.