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Bryce Echenique, un regreso poco afortunado a la novela
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Bryce Echenique, un regreso poco afortunado a la novela

El ganador del Planeta en 2002 regresa a la novela con Las obras infames de Pancho Marambio, una irregular obra que no se encuentra entre lo

El ganador del Planeta en 2002 regresa a la novela con Las obras infames de Pancho Marambio, una irregular obra que no se encuentra entre lo mejor de su producción pero que se deja leer e, incluso, en algunos momentos aflora, como si se le escapase en un descuido, el buen escritor que es Echenique.

Bienvenido Salvador Buenaventura ha decidido prejubilarse y establecer su residencia lejos de Lima, en Barcelona, para poder dedicar el resto de su vida a recorrer Europa. Huye de una alcohólica maldición familiar y de un amor imposible, para encontrarse en la Ciudad Condal con Pancho Marambio, un infame contratista, con ínfulas de arquitecto, bufón, estafador y, en definitiva, ridícula criatura que, sin embargo, bastará para derrumbar toda una vida de “extraordinaria prudencia, con la que hasta entonces manejó el asunto del alcoholismo congénito y hereditario de los Buenaventura”. El pobre Bienvenido terminará dando con sus huesos en una clínica de desintoxicación donde iniciará una excéntrica rehabilitación.

Novela de un humor más pretendido que conseguido, algunas inverosimilitudes -Gérard recrimina la elección de Marambio como contratista, cuando es él quien lo mete en el asunto- y personajes erróneos -como el propio Marambio, que se supone español y es claramente hispanoamericano, hasta en el nombre, amén de excesivamente esperpéntico-, contiene detalles interesantes. Bienvenido es un personaje que, conforme se va humanizando -o deshumanizando- se hace más entrañable, y el que se le ataque por el talón de Aquiles de la vivienda es, hoy por hoy, muy acertado.

El ganador del Planeta en 2002 regresa a la novela con Las obras infames de Pancho Marambio, una irregular obra que no se encuentra entre lo mejor de su producción pero que se deja leer e, incluso, en algunos momentos aflora, como si se le escapase en un descuido, el buen escritor que es Echenique.