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"En 'Interviú' entrevistabas a un ministro y te decía: '¿cuándo hay que desnudarse?'"
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HISTORIA ORAL DE UNA REVISTA QUE ROMPIÓ MOLDES

"En 'Interviú' entrevistabas a un ministro y te decía: '¿cuándo hay que desnudarse?'"

La revista que convirtió a Asensio en un magnate de los medios echó el cierre definitivo esta semana después de 42 años sin faltar a una sola cita con el quiosco

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En 1965, cuando el estudiante de ingeniería Antonio Asensio heredó la imprenta fotomecánica de su padre, nadie podía imaginar que se convertiría en uno de los mayores magnates de la prensa que ha conocido este país. En 1976, con una inversión de medio millón de pesetas (3.000 euros), el joven empresario creó la revista 'Interviú', una publicación llamada a derribar los tabúes creados tras cuatro décadas de dictadura militar.

Durante otros 40 años, Interviú sacó a la luz lo que nadie se atrevía a imprimir: los cadáveres aún calientes de los marqueses de Urquijo, Franco jugando al tenis con unos ridículos pantalones blancos, Luis Roldán en calzoncillos entre montañitas de cocaína, Adolfo Suárez en bañador o, más recientemente, Luis Bárcenas en la cárcel. La fórmula, que se completó con el reclamo de mujeres desnudas en portada, hizo de la revista de Zeta no solo la más vendida de la historia de España, sino también la que fue más veces secuestrada por los jueces.

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"El primer mes que trabajé para 'Interviú' pensé que no iba a cobrar. Aquello era un caos, la redacción, la administración… todo era una locura". Corría el año 82 cuando Pablo Vázquez, un fotógrafo novato, entró por primera vez en la redacción de 'Interviú', en la calle madrileña calle de Potosí. Y, como siguió yendo los siguientes 35 años, guarda un saco de anécdotas sin fondo. "Recuerdo que una de las primeras veces me tocó fotografiar a una viuda que acababa de perder a su marido. Estaba muy agobiado, porque la idea era sacarla llorando, y me daba mucho pudor. Mientras íbamos en el coche, Margarita Landi, que era la reportera que iba a escribir el texto, me decía 'tú no te preocupes, ya veremos qué pasa'... ¿Y sabes qué pasó? Que la mujer abrazó a Margarita nada más entrar y le dijo: 'No sabes lo bien que estoy, me acabo de librar de un maltratador. Hace tres días que no me pegan'. Me quedé alucinando. Empecé a tirar fotos y la mujer se puso a llorar. Ahí aprendí que nunca hay que ir con prejuicios a un reportaje, nunca sabes lo que puede pasar", dice Vázquez.

Los que recuerdan las primeras redacciones hablan de botellas de whisky sobre las mesas, una densa nube de humo azul y el ruido ensordecedor de muchas máquinas de escribir funcionando al tiempo. "La gente trataba las máquinas a patadas y, cuando se rompían, las dejábamos en una esquina donde se iban amontonando. Todas las semanas venía un señor que se ponía de espaldas a la redacción y, con su aceitera, se pasaba todo el día arreglándolas", recuerda Vázquez.

placeholder Pablo Vázquez, fotógrafo histórico de la revista. (A.P.)
Pablo Vázquez, fotógrafo histórico de la revista. (A.P.)

"Allí cada uno éramos de nuestro padre y de nuestra madre, había personajes raros pero también mucha cooperación. Quizá por ese conjunto de características y personas, salía aquel producto tan especial", considera Antonio Rubio, uno de los históricos redactores de la revista. "Tenías libertad, tiempo y recursos económicos: lo que quiere cualquier periodista de investigación. Si tenías que gastarte el dinero en tres gin tónics o en dos comidas con alguien, lo hacías con tranquilidad". El control de Asensio sobre 'Interviú' se limitaba a las mujeres de portada, que a la postre eran la partida más abultada de cada lanzamiento, pero los redactores tenían libertad para gastar el dinero de la empresa cómo y cuándo considerasen: "Una noche, a mediados de los 80, recuerdo que vimos que había ocurrido un terremoto enorme en México. Inmediatamente nos echamos a la calle, sacamos todo el dinero que nos dio el cajero de las tarjetas de 'Interviú' y nos fuimos para allá con lo puesto, al mejor hotel del DF", asegura Vázquez.

Los redactores, a grandes rasgos, podían hacer lo que les viniera en gana siempre que cumpliesen con su cometido, que era traer la historia. Y mientras, lo que más hacían algunos era beber: "Por allí venía varias veces diarias el camarero del bar de arriba, porque la redacción estaba en un sótano", detalla el fotógrafo. "Tenía una chaquetilla blanca que, a la altura de la bandeja, estaba completamente negra. Nos traía gin tónics sin parar... bebíamos muy fuerte por entonces, ahora ni me lo imagino". Otro de los personajes pintorescos de la redacción era el 'correo del zar', un sistema de mensajería propio entre las sedes de Zeta en Madrid y Barcelona que consistía en un muchacho que, dos veces al día, cogía el puente aéreo cargado con diseños de portada, sumarios judiciales y documentos de todo tipo.

La importancia de una imagen

'Interviú' fue pionera en dar máxima importancia a la imagen. "¡Ni un reportaje sin su foto!", gritaban los redactores jefe cuando los equipos, formados por un redactor y un fotógrafo, salían por la puerta. Tanto es así que, en su época dorada, la cabecera llegó a tener hasta una decena de reporteros gráficos en plantilla. Ningún artículo sin foto, aunque costase horas atrincherado en un coche, como recuerda Antonio Rubio: "Una vez fuimos a buscar a la Dama Negra [miembro del GAL] a una tienda de pieles que regenteaba en Andorra. Llegamos y nos encontramos con un problema. Ella era oriental y en la tienda había tres señoras asiáticas, así que no sabíamos a quién fotografiar. Decidimos que uno llamaría a la tienda para preguntar por ella, haciéndose pasar por alguien de la Audiencia Nacional, mientras otro se quedaba dentro viendo quién contestaba. Funcionó y nos quedamos dos o tres horas en el coche esperando a que saliese, yo detrás con el objetivo apoyado en el hombro de Manuel Cerdán".

Esta imposición llevó a los fotógrafos a situaciones insólitas, como rememora Pablo Vázquez: "Una vez nos dieron el soplo de que un individuo, un traficante de cocaína, tenía la pistola con la que el GAL había asesinado a Lasa y Zabala, así que nos presentamos en su casa. Recuerdo que estábamos en una habitación cerrada y el traficante pegó dos tiros contra la pared... ¡uf! Lo pasé fatal, estaba aterrado, pero como vi a mi compañero que reaccionaba con tranquilidad, trincándole el arma a este sujeto, cogí la pistola, me la llevé a otra habitación, la desmonté y le hice un montón de fotos. Después se la llevamos al juez Garzón".

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En la redacción tenían su propio laboratorio de revelado, donde un tipo pasaba horas y horas a oscuras en la ampliadora, trabajando un carrete tras otro. "Dejabas allí tu material, te daban un número, y de repente escuchabas: '¡El 34 y el 35!', que eran los tuyos, y tenías que ir corriendo a recogerlos del líquido fijado y a secarlos", recuerda Vázquez. "No me puedo ni imaginar lo que gastamos en carretes. Solo te digo que cuando salíamos de viaje, los carretes siempre ocupaban una mochila mucho más grande que la de la ropa", afirma entre risas.

A diferencia de otros semanales de la época, más centrados en la actualidad política, 'Interviú' se especializó en la crónica de una sociedad que cambiaba rápidamente, deseosa de abrir las ventanas para que entrase aire fresco. Por este motivo, el destape que la caracterizó no fue solo el de las chicas de portada, sino también el de sus textos, con titulares siempre al borde del fuera de juego (cuando no directamente fuera del estadio) y enfoques que eran en sí una forma de rebelión. Un buen ejemplo es la serie 'La vuelta al mundo en 80 camas', en el que el periodista Luis Cantero viajó por el mundo acostándose con mujeres de distintas procedencias. "Su mirada no es de gozo, sino más bien de osadía: inquiere al lector, el español de a pie, si sería capaz de lo mismo. Era la representación impresa fiel de una fantasía erótica para un público que salía de decenios de represión", explicaba el periodista Juanjo Fernández, jefe de redacción, en un blog de la revista.

Otro personaje que recuerda cualquiera que haya pasado por la revista, aunque no haya coincidido con él, es a Pepe Calabuig, que en una ocasión se disfrazó de jeque árabe para un reportaje y tuvo que huir por las escaleras de incendios tras ser descubierto. Como la revista era muy popular, todo el mundo le abría las puertas a 'Interviú', de modo que se recurría habitualmente al 'periodismo gonzo': "La gente estaba necesitada de leer historias, y donde podías hacerlo con transcendencia era en 'Interviú', porque era la única que llegaba al gran público", recuerda Rubio. "Era una revista muy transversal, que estaba en las barberías igual que en el despacho de los ministros... aunque siempre doblada o abierta, porque si la dejabas cerrada era muy escandalosa", explica Vázquez.

Objetivo de los jueces

'Interviú' era un cóctel, decía Asensio, potente pero no molotov. No obstante, la mezcla de titulares al límite con exposición de senos era demasiado en determinados ambientes. Durante su trayectoria, la revista fue retirada ocho veces de los quioscos por orden judicial. Ninguna publicación en España tiene semejante récord. La primera, tan solo seis meses después de arrancar, fue por un artículo de las cuentas de la familia Franco, firmado por José Luis Vilallonga. Dos años después, otro juez impidió que saliese un reportaje sobre la familia Rosón, a la que pertenecía el entonces presidente de Galicia, Antonio Rosón y el gobernador civil de Madrid, Juan José Rosón. El siguiente número si vio la luz, con la misma información y un titular revanchista: "Con dos rosones".

A nadie se le escapa que 'Interviú' era una publicación cercana al entorno de ETA o, cuando menos, uno de los medios de confianza de la banda terrorista. Así, el caso más grave lo protagonizó el periodista Xavier Vinader, que dio nombre con el caso Vinader, que hoy se estudia en las facultades de Periodismo. En 1979, Vinader publicó un reportaje donde entrevistaba a un policía infiltrado en grupos de extrema derecha en el País Vasco. Francisco Rus Frutos, el policía entrevistado, reveló nombres, domicilios y métodos de la extrema derecha vasca. Tan solo unas semanas después, ETA asesinó a dos de las personas que mencionaba el reportaje y Vinader fue acusado de inducción al asesinato y declarado culpable con siete años de cárcel. Tuvo que exiliarse, acompañado por el fotógrafo Pablo Vázquez: "Me cité con él en un restaurante de París y lo encontré entre dos bandejas de ostras. Xavier estaba hecho polvo, porque no podía regresar a España y ver a su madre, pero vivía a cuerpo de rey, con todo el dinero y los billetes de avión que quisiera". Finalmente regresó a España e ingresó en la cárcel de Carabanchel, pero fue indultado unos meses después en lo que siempre pareció una situación pactada con el Ejecutivo. "ETA nos utilizaba a menudo, había varios de ellos que tenían carnés falsos de 'Interviú' y los utilizaban para entrar en lugares o crear coartadas", explica Vázquez.

placeholder Vinader, en una imagen tras su ingreso en Carabanchel. (Interviú)
Vinader, en una imagen tras su ingreso en Carabanchel. (Interviú)

Los follones en los juzgados no solo le costaban penas de cárcel a los redactores y grandes sumas de dinero a la editora, sino que también se llevaban por delante a los directores de la revista. Uno de los que más aguantó en el cargo fue Basilio Rogado, que estuvo al mando entre 1986 y 1991. "Era un puesto que quemaba muchísimo, no solo por las horas de trabajo, que también, sino por tener que lidiar con redactores tan veteranos y por tener que estar yendo a los juzgados constantemente", explica Rogado, quien ya disfruta de su jubilación. "Eso sí, el sueldo era una maravilla, de los más altos de cualquier medio, rondaba el millón de pesetas mensuales (6.000 euros)". También los columnistas estaban entre los mejores pagados, con medio millón de pesetas por cuatro columnas mensuales. "Con estas cifras no me costó contratar a Vázquez Montalbán, comunista declarado y uno de los escritores más famosos del país, para contrarrestar a los Vizcaíno Casas, Paco Umbral o Emilio Romero, que estaban muy escorados a la derecha", dice Rogado.

Os habéis metido ya con siete de los ocho bancos. Sed cautos, porque de alguno tendréis que cobrar

No solo los directores y los colaboradores estaban bien pagados, también los redactores y fotógrafos. "No creo que encuentres a una sola persona que se queje del sueldo en Zeta, al menos mientras vivía Antonio Asensio padre", considera Rogado. Las redacciones de 'Interviú' y 'Tiempo' se trasladaron a Madrid, por cuestiones logísticas, pero Asensio seguía en Barcelona, de modo que todos los directores tomaban el puente aéreo los lunes por la mañana para reunirse con el jefe: "Siempre viajábamos en primera, e incluso había una persona en Barajas con nuestras tarjetas de embarque para que no tuviésemos que hacer nada, Asensio siempre se preocupaba al máximo de sus trabajadores. Era un tío especial, porque luego se iba a comprar algo y siempre lo dejaba a deber, pero a los trabajadores, hasta donde yo sé, nunca les faltó nada", remata el exdirector.

En efecto, nadie habla mal de Antonio Asensio. Al contrario, la impresión general es que los mejores años de la revista acabaron con la vida del director general, que siempre tuvo predilección por 'Interviú'. "A diferencia de los gerentes y directores generales de muchos medios de ahora, él sentía el periodismo, y cuando tú tienes un dueño que piensa así, no necesitas nada más", considera Antonio Rubio. "Nunca me censuraron nada. Recuerdo por ejemplo que a principios de los 80 llegamos con un tema de Lluis Prenafeta, secretario entonces de Jordi Pujol. Sé que forzaron todo lo que pudieron para que no lo sacáramos, pero salió", sigue Rubio.

Vázquez tampoco sintió la menor intrusión en su trabajo. Es más, el fotógrafo recuerda que el clima de libertad era tal que en ocasiones la publicación se metía en callejones sin salida: "Recuerdo a Asensio entrando en la redacción de Madrid con un traje verde, subido a unos tremendos taconazos y con un cristo de Dalí por fuera de la camisa. Se puso en medio de todos los redactores y nos dijo: 'Os habéis metido ya con siete de los ocho bancos que hay. Sed cautos, porque de alguno de ellos tendréis que cobrar la nómina'”, afirma divertido.

placeholder Basilio Rogado ahora dirige una publicación de golf en internet. (A.P.)
Basilio Rogado ahora dirige una publicación de golf en internet. (A.P.)

"Lo único que yo recuerdo fue cuando publicamos los papeles de la OTAN", dice Rogado, "que dejaban a España muy mal, en una situación ridícula en la que parecíamos el camarero de la alianza, sin aportar tanques ni aviones, solo unas pocas tropas. Entonces Asensio, con la información ya en la calle, me pidió que me reuniera con Narcís Serra, el ministro de Defensa, para darle explicaciones. Sin embargo me recibió su segundo, Eduardo Serra, que después también fue ministro, y nos entendimos rápido, porque ambos éramos 'números doses' de nuestras organizaciones".

Teta conocida

Pero si el carnet de 'Interviú' abría puertas de ciertos ambientes, en otros las cerraba a cal y canto. Abril Martorell, vicepresidente en el gobierno de Adolfo Suárez, llegó a decir que la revista convertía la democracia española "en un vertedero". Luego estaban las bromas recurrentes: "Cada vez que entrevistábamos a alguien, ya fuera un empresario, un ministro o un terrorista, siempre hacían el mismo chiste: '¿pero hay que desnudarse?'", confiesa Vázquez.

Aunque muchos lectores apreciaban la calidad de los reportajes 'Interviú', la gran mayoría no pasaba de la chica de portada. "Pero no era una revista pornográfica en absoluto, ni siquiera erótica, era lo que llamábamos 'la teta conocida'", dice Rogado. "No poníamos a cualquiera, sino a la mujer más deseada de España en ese momento, y cuando eso dejó de hacerse y empezaron a salir chicas de Operación Triunfo y Gran Hermano, todo se vino abajo".

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Con Marisol, la portada número 16 de la revista, empezaron las ventas salvajes. Ese número alcanzó el millón de ejemplares, pero no fue su mayor éxito. La cara que más veces posó para los españoles fue la de la cantante italiana Sabrina Salerno, que llegó a hacerlo hasta doces veces. "Me di cuenta de su gancho cuando, en la sala VIP de El Prat, en Barcelona, vi a diez o doce ejecutivos reunidos en torno a una televisión. Estaba cantando 'Boys, boys, boys'. Sabrina, que era una mujer... —hace gestos exuberantes—, así que llamé a Miguel Ángel Gordillo y le dije que me la consiguiese como fuera: '¡La quiero en pelotas ya'", recuerda Rogado. Desde entonces, cada vez que la revista iba mal la llamaban para levantar las cifras.

Gordillo era un vendedor de imágenes especialmente avispado al que Asensio echó el lazo. "Yo me conocía todo el material, lo que movían todos y la calidad de cada cosa, así que apretaba el precio y no me engañaba nadie". Durante el tiempo que permaneció como jefe de compras del grupo, Gordillo consiguió no solo los mejores posados de Sabrina, sino también a Marta Sánchez, Lola Flores o Judit Mascó.

"La gente se queda con los desnudos, e incluso se ha llegado a decir que 'Interviú' era una revista machista, pero se refieren solo a la chica de la portada, que era algo completamente ajeno a la redacción. Para mí 'Interviú' no era machista ni erótica, era una revista aventurera... donde muchos pasamos los mejores años de nuestra vida", concluye Pablo Vázquez.

En 1965, cuando el estudiante de ingeniería Antonio Asensio heredó la imprenta fotomecánica de su padre, nadie podía imaginar que se convertiría en uno de los mayores magnates de la prensa que ha conocido este país. En 1976, con una inversión de medio millón de pesetas (3.000 euros), el joven empresario creó la revista 'Interviú', una publicación llamada a derribar los tabúes creados tras cuatro décadas de dictadura militar.

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