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No es lo que yo diga, sino lo que tú quieras entender: así se coloca un bulo en internet
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LAS NOTICIAS FALSAS PROLIFERAN SIN FRENO

No es lo que yo diga, sino lo que tú quieras entender: así se coloca un bulo en internet

No existe una industria en torno a la posverdad en España, sin embargo algunos medios han visto en la información al límite un nuevo nicho de negocio

Foto:  Montaje: (Enrique Villarino)
Montaje: (Enrique Villarino)

Hay casi mil personas en España que responden al nombre de Manuel de Blas, y al menos hay otro que no existe. Solo está en Facebook, figura con la foto de un muerto y tiene debilidad por el régimen que sufría España justo antes de la democracia.

Este Manuel de Blas es un experimento; lo hemos creado en la redacción para saber si los usuarios están dispuestos a compartir una noticia sin verificar procedente de una persona -un perfil falso en este caso- a la que no conocen de nada. A Manuel le ponemos de fondo una bandera de España y empezamos a pedir amistad a perfiles similares. Pronto el algortitmo de Facebook, más listo que el hambre, nos abre el abanico: sospecha que los que van vestidos de militar, los que tienen escudos preconstitucionales y las mujeres despampanantes también le interesan a Manuel.

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En apenas unas horas la red social demuestra conocer mejor a Manuel que nosotros mismos. Le sugiere una serie de grupos en los que, una vez dentro, se reciben solicitudes de otros grupos, algunos de ellos cerrados o secretos, en los que se relacionan personas con sus mismos intereses. El algoritmo sigue dibujando al personaje: a pesar de que Manuel de Blas no se ha pronunciado al respecto, Facebook está convencido de no le gusta un pelo el islam. Nos dejamos llevar: pedimos el ingreso en los foros que nos va sugiriendo la red social. “Caballeros legionarios paracaidistas” (secreto), “Los españoles primero” (público), “Anti-Islam Europa 2” (cerrado) o “España no es y nunca será el Islam” (cerrado).

Utilizamos una página de generación de bromas llamada 12minutos para crear una información falsa. El titular inventado es “España, destino preferido por los musulmanes en Reino Unido si hay Brexit”. El cuerpo de texto, de apenas un párrafo y con alguna errata, explica que el 79% de los encuestados considera al pueblo español “amistoso” y “comprensivo” con sus tradiciones. La colgamos en el grupo “Los españoles primero” y esperamos 24 horas. En un día obtuvo 100 reacciones, se compartió 71 veces y registró 45 comentarios. Las aplicaciones de medición de tráfico social estiman su alcance en torno a 10.000 personas.

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El pequeño experimento deja una serie de reflexiones. La más relevante, que impera la reafirmación de las propias convicciones sobre la información. Lo llaman posverdad. Pese a que el mensaje es positivo -los musulmanes británicos admiran a España-, todos los comentarios son negativos. Muchos piden no dejarlos entrar en el país si se diese la situación, otros lamentan que los políticos nacionales fomenten la inmigración y una minoría incurre en amenazas graves. Alguien compartió la imagen de dos cartuchos de escopeta y nadie se lo afeó; de hecho es el comentario con más “me gusta” de la conversación.

Sin embargo, nadie puso en duda la veracidad de la noticia, a pesar de que procede de un medio desconocido que no hace ninguna referencia a la fuente original de la encuesta falsa. Basta una revisión de un minuto para comprobar que la información hace aguas por ambos flancos, pero nadie lo ha hecho. Desactivamos a Manuel de Blas y sus falsas informaciones. Experimento concluido.

Tiempo de bulos

En los últimos años, quizá al calor del 'boom' de los medios de comunicación especializados, las redes sociales han comenzado a llenarse de bulos, noticias falsas e informaciones partidistas. Tanto es así que instituciones como la Guardia Civil, la Policía Nacional, Protección Civil o distintos ministerios han tenido que salir al paso en Twitter, ofreciendo explicaciones en torno al hashtag #StopBulos.

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Desde el Departamento de Delitos Telemáticos de la Guardia Civil los clasifican en tres tipologías, según la intención del creador: los que buscan generar alarma social, los que buscan obtener dinero y los que simplemente buscan la reafirmación de unos ideales. "Los bulos siempre han existido, incluso antes de internet, pero como ahora estamos tan conectados corren con más facilidad. No importa mucho cuándo se hayan creado, hay algunos 'hoaxes' que llevamos viéndolos diez años dar vueltas", explican fuentes de Guardia Civil: "Los que más nos preocupan son aquellos que pueden conllevar la comisión de un delito, gente que redirecciona a una web con virus o los que piden dinero para un enfermo que no es tal".

La información falsa, especialmente aquella que no señala a personas concretas, tiene todas las de ganar en internet. Lo normal es que los colectivos afectados y las autoridades adviertan a la sociedad a través de Twitter y Facebook y... poco más. La posverdad sale gratis. Esta misma semana se compartió un vídeo en el que se acusaba a musulmán de agredir a un médico en un centro de acogida.

Surgió de un perfil de Facebook con este texto: "Musulmán dando las gracias por su acogida en Europa en un centro de salud español. Imágenes que TVE no difunde para no caer en la alarma social. ¡Manda huevos, nos van a comer con patatas!". Aunque el mismo día de su publicación la cuenta @malditobulo avisó de que se trataba de un vídeo ruso con más de diez años, la noticia corrió como la pólvora en Facebook y Twitter. Para muchos siempre será verdad.

Julio Montes y Clara Jiménez son periodistas en laSexta y también los padres de Maldito Bulo. Lanzaron la cuenta hace unos meses como 'spinoff' de Maldita Hemeroteca, donde recuerdan a los políticos que todos tenemos un pasado. En los comienzos, detalla Montes a este periódico, pasaban horas buceando en la red en busca de bulos, pero desde hace un tiempo son los propios usuarios los que los detectan y se los envían. "Hay un montón de bulos, una barbaridad. La mayoría tienen un claro sesgo político, pero hay algunos que ni eso, que mienten por mentir", explica. Tanto Montes como otros expertos consultados consideran que en España la posverdad no es aún un negocio, sino más bien el 'hobby' desinteresado de algunos. Estamos lejos de países como Estados Unidos o Rusia, que subcontratan su producción a granjas de 'fake news'.

Nos ponemos en contacto con tres de las webs españolas a las que más acusan de propagar bulos. Lo hacemos siguiendo un corte longitudinal, desde medios modestos a otros que tienen audiencias notables. Todos tienen en común que bailan en el filo de navaja que separa lo real de lo ficticio para ofrecer un producto que no tienen los demás. En la zona humilde nos encontramos el blog La Verdadera Izquierda, un clásico de los grupos conservadores de Facebook y WhatsApp. Su administrador, al que llamaremos Carlos por presevar su identidad, lo creó en 2011 como continuación a una cuenta de Twitter exitosa. La Verdadera Izquierda, según los datos que aporta Carlos, está en torno a 400.000 páginas vistas por mes que le generan apenas 20 euros en publicidad. ¿Por qué mantiene la publicación? "Para desenmascarar las mentiras y las falacias de la izquierda, que otros no se atreven", dice Carlos.

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Carlos no es periodista ni aspira a serlo. Lee noticias en "El Mundo, La Razón, Libertad Digital, La Gaceta o Mediterráneo Digital" y retitula en clave conservadora. Es consciente de que, en ocasiones, franquea algunas líneas rojas: "Sí, a veces he sacado noticias que sabía que eran falsas o no estaban contrastadas, pero hay que hacerlo rápido y hacer un titular llamativo, si no la gente no entra". Carlos, que se ha convertido en un referente 'underground' en temas como la financiación de Podemos, la inmigración o las expropiaciones, presume de tener como columnista al ex diputado del Partido Popular Sigfrid Soria y de no haber borrado nunca una noticia, aunque se demostrase falsa.

Un escalón por encima se encuentra Alerta Digital, esta sí bien conocida en la red. Para su editor-director, Armando Robles, el concepto noticia falsa lo delimitan los tribunales. Así, en tres ocasiones elude responder a la cuestión "¿ha publicado usted informaciones falsas a sabiendas?" recordando que su publicación ha sido demandada "casi veinte veces y todos los casos se han sobreseído en fase de instrucción, sin ni siquiera llegar a juicio". Robles deja claro que ni es periodista ni quiere informar a sus lectores, sino "apuntalar una serie de valores compartidos con nuestra audiencia. No me gusta la inmigración y defiendo que no vengan inmigrantes a España, siempre desde el estado de derecho".

No me gusta la inmigración y defiendo que no vengan inmigrantes desde el estado de derecho

Uno de los colaboradores de Alerta Digital es el abogado José Emilio Rodríguez Menéndez, amigo personal del Robles. El asturiano ha representado gratis a Alerta Digital ante la denuncia de unos abogados catalanes que pedían 60.000 euros de indemnización por un vídeo en el que se podía escuchar a Robles y al sacerdote Jesús Calvo llamar "cerdos" y "marranos" a los aficionados de Barcelona y Athletic de Bilbao que pitaron el himno de España. "Yo los echaría al mar, pero no sé si van a caber todos", dice Robles justo antes de dar paso a un colaborador que anuncia una exclusiva: la próxima final de la Copa del Rey se celebrará en Rabat. La información se aireó en 2015, pero nunca sucedió. Por el camino, Robles instiga a su audiencia a subir a Facebook imágenes de personas orinando sobre la bandera estelada.

Con 20.000 usuarios únicos al mes, no hay modelo de negocio en Alerta Digital, sostiene Robles, que cuenta con seis trabajadores en plantilla pero no acepta publicidad (tiene dos 'banners' por los que no factura, son un simple reclamo). "No quiero que Alerta Digital sea más grande. Está bien como es. Es como ser seguidor del Betis: no es el mejor ni lo va a ser, pero tú lo quieres igual".

Periodismo al límite

Por último, con una audiencia similar pero enormes picos de popularidad está Mediterráneo Digital, un medio que a menudo es comparado con Russia Today por su capacidad para colocar informaciones si no falsas sí muy sesgadas en otros medios. Solo en enero trajo de cabeza a las redes sociales en dos ocasiones. La primera, cuando publicaron un artículo de opinión que se preguntaba por qué las feministas "son más feas que las mujeres normales" y que derivó en el veto de varios de sus anunciantes. Pocos días después emitieron una noticia falsa que afirmaba que un refugiado había violado a una niña de 12 años que vivía en la casa donde fue alojado. Al final resultó que el sujeto ni era refugiado ni había vivido en esa casa, y como este hay unos cuantos ejemplos.

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Desde la redacción de Mediterráneo digital niegan la mayor: "No es cierto que publiquemos información falsa. Hemos podido cometer errores con algunas de las noticias que han circulado por internet y redes sociales, informaciones que también difundieron otros periódicos. Es un debate muy amplio y una reflexión general que deberíamos hacernos todos los medios de comunicación, no sólo Mediterráneo Digital. Por nuestro modelo de hacer y entender el periodismo, siempre vamos al límite, es parte de nuestra esencia, pero nunca se publica nada que no haya sido previamente contrastado y de lo que tengamos plena constancia".

Según su relato, la publicación no ha obtenido relevancia gracias a las noticias falsas, sino a que facturan un producto "muy diferente al resto, desmarcado de los demás, contando la realidad sin censura".

Seis filtros para la posverdad

Clara Jiménez, la otra mitad de Maldito Bulo, ha identificado seis reglas para detectar bulos: "La primera, desconfiar de las exclusivas de medios que no conoces. ¿Cómo va a ser que un medio desconocido haya accedido a unos papeles desclasificados del 23-F y el resto de medios no?", dicen referenciando otra de las informaciones de Mediterráneo Digital. Las reglas 2 y 3 de Maldito Bulo indican que hay que ir más allá del titular: "Lee la noticia, ¿tiene sentido? Mira las noticias que hay alrededor de la tuya, ¿parecen serias o son de humor? Leer solo el titular es una trampa", explica Jiménez.

"Hay que cuidarse también de las citas y alertas falsas. Si no tienen fecha ni fuente, probablemente es mentira. Y las informaciones alertando a la población no llegan por Whatsapp", indica Jiménez. Por último, desde Maldito Bulo apuntan a la ideología como patrón habitual en los bulos: "A menudo se rescatan noticias antiguas pero reales a las que se le van añadiendo matices falsos para que cuadre con una ideología. Estos son los bulos más complicados de detectar, porque requieren tiempo y trabajo periodístico", concluye.

Hay casi mil personas en España que responden al nombre de Manuel de Blas, y al menos hay otro que no existe. Solo está en Facebook, figura con la foto de un muerto y tiene debilidad por el régimen que sufría España justo antes de la democracia.

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