Los jóvenes ‘pasan’ de los kiosqueros

Dejan de publicar la Súper Pop. El martes pasado Internet se llenó de pésames y recuerdos de carpetas forradas por The New Kids On The Block poblaron los muros de Facebook de muchos nostálgicos españoles. Unos comentarios que se hicieron en la misma Red que ha forzado a Súper Pop a buscar sangre nueva, que antes de tocarlo ya ha olvidado el papel. ¿Será esta primera generación que lea esta revista en Internet, la que vaya diciendo adiós al resto de las publicaciones en papel?

Tras una pérdida continua en el flujo de sus jóvenes lectoras, y una decisión muy estudiada, Súper Pop ha dejado sólo sus ediciones en el kiosco para las grandes ocasiones, para especiales de los ídolos juveniles del momento. La directora del magazine, Eva Moreno, ha asegurado a diversos medios, que “el target de la revista es más internauta que lector”. En los últimos quince años, las ventas de revistas para adolescentes en Europa “han bajado muchísimo porque hay una crisis importante, pero, sobre todo, porque hay un cambio de tendencia muy importante”.

El magazine, cuya andadura comenzó en 1977, asegura que tendrá carácter semanal, a pesar de la supuesta inmediatez de Internet, y que será totalmente gratuito. 

“Cuando tienes un medio en el que el 90% de los lectores está habituado a Internet el cambio resultará menos dramático”, señala Aurelio Martín, vicepresidente de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España) a este diario. “Los jóvenes ya tienen normalizado el uso de Internet, por lo que a las publicaciones les es más fácil reducir los costes”, algo que contrasta con las ventas de Súper Pop, que aunque haya ido reduciendo sus cifras en los últimos tiempos, deja el mercado con una difusión media de 100.000 ejemplares cada 15 días.

Para el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), Fernando González Urbaneja, esta decisión es normal: “La fuerza de los adolescentes en la música está en la Red”.

La muerte de los ‘clásicos’

Esta desaparición se suma a la de otras publicaciones juveniles, como la del suplemento para niños de El País, El Pequeño País, que dejó de publicarse en abril de 2009 por la situación del mercado publicitario y por la crisis económica. “Muchos lectores de El País se iniciaron en la lectura de prensa a través de El Pequeño País y algunos de ellos han introducido ese mismo gusanillo en sus propios hijos”, confesaba el propio diario en la información en la que se anunciaba el cese “momentáneo” de la publicación del suplemento que, por el momento, no se ha recuperado.

Precisamente, ya sea por la crisis publicitaria o por el mayor acceso de los jóvenes a Internet, el primer contacto con el papel como forma de comunicación se retrasa. ¿Se convertirán estas desapariciones en una nueva pesadilla para los editores más clásicos?

Aurelio Martín explica que es un factor a tener en cuenta, aunque no el único. “Existe un parámetro afectivo, si en tu casa entra el periódico, esa experiencia [leer una publicación en papel] ya la has tenido”, explica a El Confidencial. Martín cree que, de todas maneras, estos cambios en el periodismo “deberían ser analizados por otras disciplinas más allá del propio periodismo”.

Sin embargo, Fernando González Urbaneja opina que “la aparición de una nueva tecnología no significa la muerte de la anterior”. Más que el contacto con el papel “es importante el contacto con la cultura, con la curiosidad, el saber. Se trata de un hecho cultural”, por lo que no ve enlazada la desaparición de la edición en papel de estas revistas con un perjuicio futuro para los periódicos, porque “se trata de mercados distintos”. “Es una falacia similar a cuando se pensaba que los diarios gratuitos restaban lectores a los de pago”.

Para Martín, el retorno de estas publicaciones es una utopía,  por muchos anuncios que hiciese El País en su momento: “Es muy difícil que una publicación que haya cambiado el papel por Internet vuelva a editarse en un formato clásico”, entre otras razones, por los costes de los que se ha librado.

Y cuantos menos queden, se reducirá antes el resto de publicaciones. “Cuanto menos papel haya en la calle, menos probabilidades habrá de que se mantenga”, analiza Martín, al tiempo que el propio hecho “de que no haya periódicos en casa acelera su propia desaparición”. “Si se ha tenido el periódico en casa, se crea una afectividad hacia el soporte”, añade.

Por el momento y hasta el próximo especial, el domingo será el último día que una adolescente pueda leer Súper Pop sin necesidad de utilizar un ordenador.