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Testigo de la muerte
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UN REPORTERO DE AP, PRESENTE EN MÁS DE 300 EJECUCIONES EN TEXAS

Testigo de la muerte

“Odiaría que el Estado de Texas quitase la vida a alguien y no poder estar allí”. No son las palabras de un trastornado mental. El que

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Testigo de la muerte

“Odiaría que el Estado de Texas quitase la vida a alguien y no poder estar allí”. No son las palabras de un trastornado mental. El que habla es Mike Graczyk, periodista de la agencia estadounidense Associated Press. Desde mediados de los años ’80 ha visto morir a más de 300 personas, todas tenían en común que eran condenados a muerte.

Sin complejo de Hades, este particular testigo del Estado con más ejecutados desde la reinstauración de la pena de muerte en Estados Unidos, es también un reflejo de la reducción de costes en los recursos humanos de los periódicos. Graczyk, de 59 años, es normalmente el único reportero que puede dar fe de que en Texas, si te traspasas la frontera de la Ley, tu vida puede acabar con una inyección letal.

Impresionado tras “su primera vez”, el reportero llevó la cuenta durante sus iniciales ejecuciones, cuando compartía su testimonio con otros compañeros. Sin embargo, a día de hoy no recuerda a cuanta gente ha visto dar su último adiós, actividad que realiza ya, en la mayoría de las ocasiones, sin otros compañeros de profesión.

Despedidas que, inevitablemente, sí que acompañan a Graczyk en su vida diaria. Cómo aquella vez en la que las últimas palabras de un condenado se transformaron en la melodía de ‘Noche de Paz’. “Pienso en él en Navidad y Nochebuena. Cada vez que voy a la iglesia”, admite a CNN el reportero. “Es el tipo de cosa que se te queda dentro”.

Otras veces, sin embargo, la ejecución pasa sin pena ni gloria para Grazcyk. “El acto es muy clínico”. “Cuando entramos en la cámara, aquí en Texas, el condenado ya ha sido tumbado en la camilla y la aguja ya está en su brazo”, afirma a The New York Times.

Único testigo

“Nuestra plantilla es la mitad que hace tres años, por lo que es mucho más difícil mandar a nadie. Pero sabemos que podemos depender de AP. Así que mando a mis reporteros a otros lugares”, confesaba Jim Witt, editor ejecutivo de The Fort Worth Star-Telegram de Texas al New York Times. En estos tiempos es difícil justificar el gasto de mandar un reportero a otro punto del Estado para que cubra una ejecución.

Witt sabe que no tiene que preocuparse, ya que Graczyk estará allí para ser testigo. El periodista se guarda su opinión sobre la pena capital, lo único que es importante para él es poder contar esta historia.

Este editor, junto al resto de usuarios de los despachos de Graczyk, puede permanecer tranquilo sobre la objetividad del periodista. Simplemente no contesta sobre si está a favor o en contra de la pena de muerte. “No estoy seguro”, afirmó a la CNN.

Pero Graczyk no es el primero que acompaña a la muerte en Texas. En los años ’60, otro periodista de AP, Don Reid, fue encargado de presenciar 189 ejecuciones. La experiencia en las ejecuciones cambió la vida de Reid, que pasó de un ferviente defensor de la pena capital a ser un detractor. Sólo el tiempo dirá si Graczyk acaba entre los detractores o los defensores.

“Odiaría que el Estado de Texas quitase la vida a alguien y no poder estar allí”. No son las palabras de un trastornado mental. El que habla es Mike Graczyk, periodista de la agencia estadounidense Associated Press. Desde mediados de los años ’80 ha visto morir a más de 300 personas, todas tenían en común que eran condenados a muerte.