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Por qué nunca deberías comprar a tu hijo un bañador azul
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Por qué nunca deberías comprar a tu hijo un bañador azul

Antes de que llegue el verano y abran las piscinas, piénsate muy bien el color del traje de baño que vas a poner a tus hijos: aunque parezca una tontería, puede evitar sustos y accidentes

Foto: Foto: iStock.
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En 2002, el caso de Paolo Alexander Ayala, un niño de 7 años de edad, sacudió al mundo. El pequeño celebraba una fiesta de cumpleaños con sus amigos del colegio en el barrio acomodado de Holmby Hills, en Los Ángeles, cuando fue declarado como desaparecido. Nadie sabía qué había ocurrido con él ni donde estaba. Al cabo de dos días, se localizó su cuerpo en el fondo de la piscina donde se había celebrado el cumpleaños; por increíble que pareciera, el cadáver había permanecido en el fondo dos días sin que ningún adulto lo viera, a pesar de haber pasado por delante.

Llevaba un bañador azul y blanco. Este caso conmocionó a la sociedad estadounidense, pues puso sobre aviso de un peligro muy real para los pequeños en época estival, como son las piscinas cuando no existe cierta supervisión o vigilancia adulta activa. Según los Centros de Detección y Control de Enfermedades (los CDC), es la primera causa de muerte accidental entre niños de 1 a 4 años, y cada año alrededor de 400 fallecen en piscinas y spas de todo el país norteamericano. Aquí, en España, ocho de cada diez ahogamientos se producen en piscinas privadas, según datos de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap). Es decir, sobre todo se dan en piscinas localizadas en viviendas unifamiliares que tal vez no cuentan con todos los sistemas de seguridad y prevención de accidentes.

"El rosa fosforito es una buena opción para una piscina que tenga un fondo claro, pero no tanto si se baña en en un sitio con aguas más oscuras"

Para que historias como la de Paolo Ayala no se repitan, los niños siempre deben gozar de la supervisión adulta cuando disfrutan con sus amigos en los días de verano. Y sobre todo, hacerse bien visibles cuando están en el agua para que así, en caso de un accidente, puedan ser socorridos rápidamente. Así lo valora la revista de bienestar y estilo de vida Life Hacker, que en un artículo se hace eco de un estudio realizado por una empresa de seguridad acuática, el cual valoró cuáles eran los colores más apropiados para el traje de baño infantil.

Colores fosforitos mejor que neutros o claros

"Los colores más visibles son el amarillo fosforito, el verde neón y el naranja brillante", aseguran. "El rosa fosforito también es una buena opción para una piscina que tenga un fondo claro, pero no tanto si el niño se baña en un lago o en un sitio con aguas más oscuras". Sobre todo, tiene que existir un buen contraste entre los colores. "Puede que estos no estén bien combinados", asegura la revista, "pero sí que es la opción más segura para que contraste con el color de la piscina".

Foto: Cuidado con los ahogamientos en verano (EFE/Jeffrey Arguedas)

Obviamente, hay otras medidas de prevención más allá del color del bañador, como es disponer de un buen socorrista, con cualificación y experiencia y, sobre todo, ejercer un responsable control paterno que vigile de cerca el posible peligro. Por ejemplo, evitar que los niños se arremolinen en los bordes de la piscina a jugar, o que haya turnos de vigilancia entre los padres si no se da el caso de que haya un socorrista.

Una de las trampas consiste en relajarse demasiado, pensando que como el niño ya sabe nadar o tiene soporte antiahogo (manguitos y demás), no le va a ocurrir nada. Lo mejor, en todo caso, será prevenir que lamentar. Al igual que ocurre con los cambios repentinos de temperatura. Si ha pasado mucho tiempo al sol jugando, no le sentará tan bien zambullirse en agua fría (no tiene por qué pasar nada, pero sí que puede sufrir lo que se conoce como una 'hidrocución', producido por ese cambio brusco de temperatura, lo cual entraña más riesgo para la salud que la temida tarea de hacer la digestión).

En 2002, el caso de Paolo Alexander Ayala, un niño de 7 años de edad, sacudió al mundo. El pequeño celebraba una fiesta de cumpleaños con sus amigos del colegio en el barrio acomodado de Holmby Hills, en Los Ángeles, cuando fue declarado como desaparecido. Nadie sabía qué había ocurrido con él ni donde estaba. Al cabo de dos días, se localizó su cuerpo en el fondo de la piscina donde se había celebrado el cumpleaños; por increíble que pareciera, el cadáver había permanecido en el fondo dos días sin que ningún adulto lo viera, a pesar de haber pasado por delante.

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