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Pachuca Rebels, la tribu social de mujeres más 'peligrosa' de Los Ángeles en los años 40
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HERMANAS DE LOS 'ZOOT-SUITERS'

Pachuca Rebels, la tribu social de mujeres más 'peligrosa' de Los Ángeles en los años 40

Estas mexicanas de segunda generación conformaron una contracultura que no solo se oponía a la sociedad norteamericana, sino también a sus propias raíces en una época en que las mujeres estaban despertando

Foto: Tres Pachuca Rebels. (Wikimedia Commons)
Tres Pachuca Rebels. (Wikimedia Commons)

9 de junio de 1943. Amelia Venegas, una joven de 20 años, sale de su casa de Los Ángeles con su bebé en brazos para comprar leche. Al otro lado del océano, en la Vieja Europa, se libra la batalla que decidirá el futuro de la humanidad y que ha empujado a cientos de norteamericanos a unirse a las tropas de los aliados contra Hitler. El ejército estadounidense no solo estaba centrado en ayudar a Reino Unido o Francia, sino que también tenía sus ojos puestos (y su ejército) en Japón. La Segunda Guerra Mundial, disputada en varios frentes, provocó que un gran número de la población masculina de Estados Unidos dejó los hogares en manos de las mujeres.

En ese contexto se desarrolla la historia de Venegas, una mujer americo-mexicana que, en el camino hacia el drugstore de su barrio, se topa con un par de agentes de policía propinando una paliza a unos Zoot-Suiters. Estas eran las pandillas de jóvenes mexicanos-estadounidenses que típicamente iban ataviados con pantalones de cintura alta y bien estrechos en los tobillos, acompañados de abrigos amplios de solapas anchas y hombros acolchados, como se puede ver aquí. Muchos de ellos acababan de llegar al país con motivo del Programa Bracero, un acuerdo entre Estados Unidos y México para facilitar la entrada al país de mano de obra a los estados del sur (principalmente a California) para paliar la falta de trabajadores en el campo que habían sido llamados a filas. Apenas seis días atrás de que Venegas saliera a por leche, la noche del 3 de junio, ocurrió una gran batalla campal entre soldados y Zoot Suiters. Una batalla que depararía varios días de violencia y guerrilla en los suburbios angelinos.

"Estas mujeres crearon una nueva subcultura juvenil que rechazaba de facto la tradición mexicana y la cultura mainstream estadounidense"

Todo ello supuso una explosión de violencia contra esta tribu social de mexicanos de segunda generación, a los que la policía y los soldados estadounidenses apalearon, torturaron y detuvieron sin descanso durante varias semanas, con el beneplácito de las autoridades y hasta de la prensa (periódicos como The Washington Post les acusaban de "matones" y de haber empezado las peleas). Venegas era consciente del ambiente violento que poblaba las calles en las que había crecido y en las que había tenido a su primer hijo. Consciente de ello, salió a la calle con una manopla de hierro (que cumplía la función del clásico puño americano) por si habría que defenderse. A mitad de caminos se encontró con un grupo de Zoot-Suiters que estaba siendo apaleado por varios policías. Podía haberse escondido o hacer como si nada, pero un sentimiento de injusticia afloró en ella. La imagen de aquella pelea, que ganaban por goleada los oficiales con sus porras e indumentaria militar, le conminó a dirigirse hacia ellos y pedir que por favor pararan de golpear a los muchachos.

Delincuentes y peligrosas

Entonces, ella también fue arrestada. Cuando la registraron en la comisaría, encontraron su manopla de hierro, lo que automáticamente la convirtió en un "delincuente" más. Al día siguiente su rostro apareció en el periódico LA Times acusada de formar parte de los Zoot-Suiters, pero esta vez con una denominación diferente: "pachuca girl" ("pachuco" es el término que alude a la contracultura de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos en los años 30 y que fueron precursores de los zooters). Para más inri, la imagen de Venegas era de un brutal enfado, con los dientes apretados y los puños cerrados, como describe Elizabeth R. Escobedo, profesora de Historia en la Universidad de Denver, en un más que interesante trabajo de investigación en el que narra las desventuras de este grupo femenino y cómo fue criminalizado, primero por su condición de inmigrantes y, segundo y no menos importante, por ser mujeres.

"Con su estilo de vestir y su comportamiento, desafiaban las definiciones rígidas y estáticas de la feminidad mexicana"

"Lo ocurrido a Amelia Venegas es mucho más que un ejemplo de las descripciones inadecuadas que hacía la prensa de los jóvenes mexicanos, poniéndoles como unos matones peligrosos en tiempos de guerra", asevera Escobedo en su 'paper'. "La historia de Venegas arroja también luz en los cambios que estaban teniendo lugar en las vidas de las mujeres americo-mexicanas en Los Ángeles durante la Segunda Guerra Mundial. Estas no eran simplemente víctimas de una imagen creada por la prensa para causar revuelo, sino que esta segunda generación de mujeres mexicanas en Estados Unidos creó una nueva subcultura juvenil que rechazaba de facto la tradición mexicana y la cultura mainstream estadounidense".

Como bien explica Escobedo, no solo se basaba en una moda juvenil que desafiaba las formas de vestir o que se alineaba contra los estándares femeninos de la época, los cuales relegaban a las mujeres, tanto blancas como mexicanas, a una posición secundaria. También era una vía de escape para salir del marco cultural y social machista que impregnaba a su propia etnia. "Con su estilo de vestir y su comportamiento, desafiaban las ideas de respetabilidad y distinción del decoro femenino, poniendo en peligro las definiciones rígidas y estáticas de la feminidad mexicana", recalca.

Foto: El batallón Six Triple Eight. (Foto promocional del documental 'The Six Triple Eight')

La profesora pone en relieve que durante la época de la Segunda Guerra Mundial, las mujeres de Estados Unidos pudieron profundizar e investigar en su papel en la sociedad un poco a la fuerza, después de que una gran mayoría de sus maridos acudieran a cumplir con sus deberes militares. "Las familias mexicanas lucharon para transmitir y mantener la misma cultura a sus hijas, y las Pachuca representaban una figura de feminidad cuya sexualidad resultaba peligrosa y demandaba restricciones", prosigue. En este sentido, no deseaban integrarse dentro de la sociedad, o en su defecto que la sociedad viera en ellas un ejemplo de cómo la comunidad mexicana quería integrarse, sino al contrario: "Las jóvenes crearon una identidad que acentuaba un estatus de 'outsiders' racializadas".

Venegas fue un símbolo que actuó en dos direcciones: una, adoptada por la prensa para criminalizar aún más a la etnia mexicana y su nula capacidad de integración en la sociedad, y otra para las propias mexicanas, que percibieron que su discriminación no provenía únicamente por el hecho de no pertenecer a una misma cultura, sino también por ser mujeres, y que derivaba en una presión para adecuarse a los cánones de la feminidad (trabajo en el hogar y nula representación social) tanto por parte de los anglo-americanos como de sus familias nativas.

El incidente del Sleepy Lagoon

Después de ella, comenzó una persecución a otras tantas mujeres mexicanas acusadas de estar aliadas con los Zoot Suiters, sobre todo a raíz del suceso del Sleepy Lagoon, ocurrido en agosto de 1942, por el que se encontró el cadáver de José Gallardo Díaz en una piscina. Este presentaba dos puñaladas y una fractura en el cráneo. La autopsia dictaminó que no se sabía si había sido fruto de un accidente o de una reyerta juvenil. Sin embargo, la policía se apresuró a detener a 17 jóvenes mexico-americanos como sospechosos, todos ellos puestos a disposición judicial y condenados al año siguiente: doce fueron condenados por asesinato en segundo grado y el resto por delitos menores, también encarcelados.

placeholder Los Zoot-Suiters y las Pachuca Rebels, durante una manifestación que acabó en disturbios, el 11 de junio de 1943 en Los Angeles. (Wikimedia Commons)
Los Zoot-Suiters y las Pachuca Rebels, durante una manifestación que acabó en disturbios, el 11 de junio de 1943 en Los Angeles. (Wikimedia Commons)

Lo que no cuenta la historia oficial y Escobedo rescata del polvo del olvido es que el asesinato de Díaz provocó el registro y la consecuente investigación de otras diez mujeres jóvenes, de edades comprendidas entre los 13 y los 21 años, ocho de las cuales "con apellidos españoles". Lo llamativo, más allá de la intensa persecución y vigilancia policial hacia ellas, es que nunca un grupo de mujeres se las había visto con la ley de esa manera. "Es particularmente escandalosa la participación de varias chicas en el suceso", escribió el diario Los Angeles Evening Herald and Express. "Se esperaba que la delincuencia solo fuera cosa de los chicos que habían sido acusados". Ellos fueron encarcelados, mientras que ellas fueron alojadas en el correccional femenino Ventura, "tristemente célebre por sus draconianas medidas disciplinarias", como describe la profesora.

Poco a poco, el ambiente conflictivo se fue calmando en los barrios y calles de Los Angeles, y las Pachuca Rebels, al igual que los Zoot Suiters, comenzaron a dejarse caer por zonas del centro, ya en contextos más ociosos. Y este grupo contracultural femenino resultó ser un ejemplo para las generaciones venideras de mujeres mexico-americanas en California y el resto de Estados Unidos. Un ejemplo no de integración, sino de cómo adquirir un rol social más activo que no tuviera que ver con el trabajo doméstico o el cuidado de los hijos. A medida que fueron pasando las décadas, se despenalizó socialmente algo tan naturalizado hoy en día como es el hecho de ver mujeres en una pista de baile, pasándoselo bien. Y, sobre todo, la situación de los hijos de los inmigrantes mexicanos mejoró, aunque en una sociedad tan convulsa como Estados Unidos es complejo aproximarse a estas realidades étnicas sin haber formado parte de ellas.

9 de junio de 1943. Amelia Venegas, una joven de 20 años, sale de su casa de Los Ángeles con su bebé en brazos para comprar leche. Al otro lado del océano, en la Vieja Europa, se libra la batalla que decidirá el futuro de la humanidad y que ha empujado a cientos de norteamericanos a unirse a las tropas de los aliados contra Hitler. El ejército estadounidense no solo estaba centrado en ayudar a Reino Unido o Francia, sino que también tenía sus ojos puestos (y su ejército) en Japón. La Segunda Guerra Mundial, disputada en varios frentes, provocó que un gran número de la población masculina de Estados Unidos dejó los hogares en manos de las mujeres.

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