¿Por qué las fronteras de EEUU son líneas rectas? Este es el motivo

Muchas de las preguntas que alguna vez te has podido hacer acerca de la especie humana tienen respuesta en la cartografía. El diseño de mapas, los límites entre países, entre regiones e incluso barrios definen el funcionamiento humano, la ética misma a lo largo de los siglos. Son, sin ir más lejos, el primer reflejo de la historia, o al menos el más llamativo (aunque a veces pase desapercibido).

Cada frontera es un diálogo, algo que podría resultar contradictorio se vuelve inevitable: toda línea tiene su margen. Aunque por lo general estas líneas sea de lo más dispares, hay un lugar en el mundo donde parecen trazadas regla en mano. ¿Por qué el mapa de Estados Unidos es repleto de líneas rectas? Hasta 49 de los estados tienen una parte recta de su frontera en algún punto, ya sea en la península de Florida, o en el oeste de Massachusetts, o los cuatro lados de California, con su límite diagonal largo con Nevada.

TE PUEDE INTERESAR

Marie Tharp, la mujer que trazó los relieves del mundo que hoy conocemos

Carmen Macías

Los geógrafos Alexander C. Diener y Joshua Hagen nos recuerdan que "las fronteras no son fenómenos 'naturales'" y que "existen en el mundo solo en la medida en que los humanos las consideren significativas". Así pues, para responder a estar pregunta hay que acudir, por supuesto, a la cartografía, pero hay que remontarse varios siglos atrás.

El reparto de un motín

Antes de que aquellas tierras fueran invadidas y saqueadas por las diferentes poblaciones europeas que llegaron a ellas, Estados Unidos estaba unido, sin Estados. Era el siglo XVIII, y las colonias que arrebataron el territorio a las comunidades nativas, fundadas irónicamente en nombre de la tolerancia, no tenían claro cómo repartirse aquello que consideraban un motín, el delirio de un nuevo continente. Entre 1736 y 1738, en la actual región de Pensilvania, los conflictos por este motivo eran constantes.

Para entonces Filadelfia se había convertido en la ciudad más grande de la Norteamérica británica. Muy cerca estaba Maryland, pero las nociones geográficas de la época no atinaban en una exactitud que agradara a las distintas partes. Ambos condados acabados reunieron milicias, construyendo fortificaciones y tomando prisioneros, asegura el historiador Patrick Spero en la 'Revista de Historia y Biografía de Pensilvania'. "Lo más significativo es que muchos de los involucrados en aquella lucha lo llamaron guerra", ya que se trataba de un "conflicto entre dos gobiernos en competencia, y cada uno de ellos buscaba absoluto control sobre un área en disputa".

Aunque el propio rey George II intervino para poner fin al nuevo conflicto bélico, este se había tornado una niebla identitaria que confrontaba a personas de todo tipo, desde civiles hasta historiadores mismos. Así lo explica la antropóloga legal Rosemary J. Coombe en Stanford Law Review al recordar que el espacio no es un "contenedor sino un medio a través del cual se crean las identidades. Los mapas, en la medida en que cosifican y objetivan espacios, también legitiman subjetividades particulares".

Líneas imaginarias

Como apunta Ed Simon en 'Jstor' que las fronteras existan "es quizás el único credo inviolable del orden político internacional". Pero este orden es relativamente nuevo, relativamente débil. Durante períodos anteriores a la Ilustración, la ambigüedad era tolerada también en campo de la geografía basada en imperios, hasta que dejó de serlo.

"Los ejemplos de la historia colonial estadounidense sobre la política de agrimensura demuestran la contingencia de las fronteras"

Las líneas podían seguir el curso de un río o en la orilla de un lago, una cordillera de montañas o incluso la forma de un valle. Sin embargo, la llamada línea Mason-Dixon es un ejemplo claro de cómo una línea completamente imaginaria y absolutamente impalpable puede "legitimar subjetividades particulares" a través de un mapa.

"Los ejemplos de la historia colonial estadounidense sobre la política de agrimensura demuestran la contingencia de las fronteras", dice Simon. El resultado de entender el terreno como un lienzo en blanco, y tomarlo a gran escala como los grandes pintores del Renacimiento. Las fronteras en el mundo medieval tenían un significado distinto al que se ha establecido con la modernidad: el poder estaba más descentralizado, por lo que los campos de poder en disputa se superponían.

El reino idealizado de la aristocracia

Este afán por la geometría proviene de los errores constantes en las cartas de los monarcas que intervenían en los conflictos que sus nuevas colonias estaban teniendo entre sí. Una sociedad civilizada enfrentándose, habráse visto… Un tal William Byrd II (que no el músico inglés), miembro de la aristocracia sureña, prosiguió con este camino del espacio imaginado: "Como un estudiante de geometría, Byrd empujó el terreno real, tratándolo como un reino idealizado del espacio, incluso cuando la experiencia demostraba lo contrario".

"La suya era una ideología racionalista de hacer que la realidad se ajustara a sus expectativas abstractas", añade Simon. Más tarde, Mason y Dixon, continuaron ignorando el caos natural del terreno para amoldarlo a su antojo, aquello de que el hombre era el centro de todo...