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La curiosa historia de las casas de baño japonesas
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los 'sentō'

La curiosa historia de las casas de baño japonesas

Concebidas para ser lugares de encuentro donde limpiarse, relajarse y socializar, han llegado hasta nuestros días como muestra de una tradición que podría desaparecer

Foto: 'Casa de baños de mujeres', pintura de Torii Kiyonaga.
'Casa de baños de mujeres', pintura de Torii Kiyonaga.

Los antiguos romanos, aunque estaban locos según Obélix, ya practicaban una de las actividades más placenteras del ser humano, que dejaron para la posteridad: las termas jugaron un papel fundamental en esta sociedad que tanto ha aportado a la civilización occidental. Estos sitios, similares a los espás actuales, eran centros para actividades sociales y recreativas. Emulando a los griegos, y gracias a la construcción de sus potentes acueductos, se relajaban en estos lugares que también servían como lugar de encuentro (los visitaban miles de bañistas que no solo querían higienizarse, también leer o relajarse) y que han llegado hasta nuestros días. Por algo, los de Budapest son tan famosos.

El baño (o la ducha) en soledad después de un largo día, con el propósito de limpiarse y relajarse, es algo a lo que todos estamos acostumbrados. Las medidas higienistas, junto con los medicamentos, marcaron un punto de inflexión en el pasado para evitar enfermedades y aumentar la esperanza de vida, y se popularizaron hasta nuestros días. Nos bañamos porque queremos sentirnos bien. Pero el baño también se concibe en muchas culturas como un sitio de encuentro donde relajarse, charlar y socializar en definitiva. Desde el baño turco, los baños públicos del mundo islámico heredados de las termas romanas, a las casas de baño japonesas, en todo el planeta se ha emulado esta fórmula.

Centrándonos en Japón en esta ocasión, habría que hablar de los 'sentō': las casas de baños comunitarias japonesas donde los clientes tienen que pagar por la entrada. Sus orígenes se remontan a los 'yuya', baños públicos que ya se hallaban en los grandes templos budistas. Eran baños de vapor a los que, en un principio, solo podían acudir los sacerdotes, pero que gradualmente comenzaron a abrirse a los enfermos y después a las clases populares. La primera mención de una casa de baños comercial como tal se remonta al período de Kamakura (hacia 1266).

Sus orígenes se encuentran en los yuya, baños públicos que ya se hallaban en los grandes templos budistas y a los que, al principio, solo iban los sacerdotes

La 'democratización' de estos lugares se produjo durante el periodo Edo (1603-1867). Se tienen registros de que el primer baño construido por un comerciante fue en 1591 en Edo (actual Tokio) cerca del actual Banco de Japón. Poco después, todos los barrios de la ciudad contaban con uno. Aunque dependiendo de la región había marcadas diferencias: en Edo tenían piscinas calientes y de considerable tamaño, mientras que en Osaka había principalmente baños de vapor.

Aunque fueron evolucionando, como es lógico, con el paso del tiempo también se diferenciaban entre los mixtos (típicos en Kansai) y los que tenían zonas separadas por sexo (clásicos en Edo, donde más populares eran). Durante el período Meiji (1867-1912) el diseño cambió considerablemente pues con la apertura del país, las críticas de los occidentales llevaron a que se convirtieran en lugares abiertos y divididos por sexos. La entrada de las zonas de baño entonces se amplió y se agregaron ventanas porque el baño pasó a ser con agua caliente en lugar de con vapor. Posteriormente también se añadieron azulejos y grifos, especialmente cuando el Gran Terremoto de Kanto de 1923 destruyó la mayoría de los baños de Tokio (y prácticamente toda la ciudad).

placeholder Mujeres dándose un baño en 1901. (Wikimedia)
Mujeres dándose un baño en 1901. (Wikimedia)

La Segunda Guerra Mundial también marcó, para bien o para mal, el destino de estos lugares. Muchas ciudades sufrieron daños, y las casas de baños no fueron una excepción. Hay que entender que la falta de zonas en las que lavarse en muchas casas es uno de los motivos principales por los que la gente acudía a los sentō, más allá de por la necesidad de socializar con los demás. La precarización en tiempos de guerra provocó la reaparición de los baños comunales y públicos, con el material disponible (a veces no tenían ni techo). El número de baños públicos en Japón alcanzó su punto máximo alrededor de 1970.

¿Cómo son?

Todas las casas de baños suelen tener una estructura similar, aunque puede haber variaciones. En Tokio destacan principalmente por su fachada, que recuerda a los templos, y que suelen tener un jardín interior con un estanque con carpas. En la entrada podemos encontrar un área con taquillas donde se pueden dejar los zapatos. Están segregados, por lo que hay vestuarios para ellos y ellas respectivamente, y después baños separados, bastante similares: la zona del baño está separada del cambiador por una puerta corredera que permite mantener el calor de la bañera (menos en Okinawa, donde no es necesario porque el clima es más cálido). Suele estar embaldosada, cerca de la entrada hay un suministro con taburetes y cubos, grifos con agua caliente y fría y las bañeras al final de la habitación.

Como las zonas de hombres y mujeres están diferenciadas, hay un muro de separación que a veces cuenta con un agujero para pasar el jabón

Suele haber dos o tres bañeras debido a que cada una tiene una temperatura diferente del agua, y a veces un baño eléctrico o 'denki buro'. Como las zonas de hombres y mujeres están diferenciadas, hay un muro de separación que a veces cuenta con un agujero para pasar el jabón, y el techo tiene grandes ventanales en la parte superior. En un extremo de la habitación suele haber un muro con un paisaje decorativo en el que lo más normal es que haya una representación del monte Fuji. Como curiosidad, el origen de estos murales se encuentra en un 'sentō' de 1912 unicado en Kanda, Tokio. Al parecer, el dueño dela casa de baños quería que los niños que acudían con sus padres se sintieran a gusto, por lo que pidió a un pintor especializado en arte occidental que decorara la pared. Fue un éxito, por lo que se extendió a otros 'sentōs' de Tokio y otras ciudades.

placeholder  En la actualidad hay separación entre zona de hombres y mujeres. (Wikimedia)
En la actualidad hay separación entre zona de hombres y mujeres. (Wikimedia)

¿Y qué necesitas para acudir? Mínimo, una toalla pequeña (o dos, una toallita para lavarte y otra para secarte) y un gel o champú. Se suelen vender en el propio lugar, aunque te costarán unos 100 o 200 yenes (menos de un euro). Los asistentes también suelen llevar piedra pómez, cepillo y pasta de dientes, peines, polvos, cremas, equipos de afeitar, gorros de ducha...

Su popularidad ha descendido en las últimas décadas, pues tras la posguerra llegó la recuperación económica y hoy en día la mayoría de los hogares japoneses cuentan con bañera

Como sucede con todo aquello que implica tradición, las casas de baño han descendido en las últimas décadas, pues tras la posguerra llegó la recuperación económica y hoy en día la mayoría de los hogares japoneses cuentan con bañera. De hecho, hoy en día muchos jóvenes son mucho más pudorosos que en el pasado y no acuden por la vergüenza de mostrar su cuerpo. Con la idea de renovarse, pero manteniendo la esencia de lo antiguo, muchos de estos 'sentō' han aportado nuevas ideas a un concepto que ha acompañado al ser humano desde tiempos ancestrales: en muchos casos te puedes tomar una cerveza o un café al salir del baño, lo que siempre parece una buena idea tras haberte purificado. Solo hay que pensar en Arquímedes para constatar que las mejores ideas suceden en la bañera.

Los antiguos romanos, aunque estaban locos según Obélix, ya practicaban una de las actividades más placenteras del ser humano, que dejaron para la posteridad: las termas jugaron un papel fundamental en esta sociedad que tanto ha aportado a la civilización occidental. Estos sitios, similares a los espás actuales, eran centros para actividades sociales y recreativas. Emulando a los griegos, y gracias a la construcción de sus potentes acueductos, se relajaban en estos lugares que también servían como lugar de encuentro (los visitaban miles de bañistas que no solo querían higienizarse, también leer o relajarse) y que han llegado hasta nuestros días. Por algo, los de Budapest son tan famosos.

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