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La querofobia o el miedo a ser más feliz de lo que ya eres ahora
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UNA PARADOJA CURIOSA

La querofobia o el miedo a ser más feliz de lo que ya eres ahora

Se trata de un trastorno psicológico leve que hace que la persona sienta rechazo o rehúya situaciones en las que es más probable que sienta o exprese diversión, alegría o dicha

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El mundo, a veces, parece estar dividido en dos tipos de personas: aquellas que no paran de reír por dentro, pero lloran por fuera, y aquellas que se muestran siempre alegres ante los demás, pero dentro de sí mismos soportan una cruz de la que poca gente tiene constancia. Aunque obviamente hay muchas que tanto por dentro como por fuera pueden ser alegres o tristes, sí que es cierto que normalmente, de cara a los demás o en redes sociales, la distancia entre lo que aparentan y lo que de verdad son es bastante acusada.

Al fin y al cabo, todos en general hemos aprendido a quejarnos de más en este último año, algunos con más motivos que otros, pero después de haber pasado una crisis sanitaria que puso toda nuestra vida del revés, los consuelos y las 'palmaditas' en la espalda (aunque fueran de manera virtual) no han dejado de sucederse entre amigos y familiares. Ahora bien, ¿qué sucede si de tanto lamentarnos acabamos acostumbrándonos a ese estado de malestar, angustia o incomodidad y esto a su vez nos impide mirar la vida con otros ojos y una mejor actitud?

La querofobia comprende un conjunto de síntomas y actitudes que evitan situaciones que les proporcionen felicidad, bienestar o diversión

En esto más o menos consiste la querofobia, un trastorno mental por el cual el individuo se niega a ser feliz o a perseguir emociones como la diversión, el bienestar o el placer. La palabra viene de la unión de 'chero' (que etimológicamente significa 'regocijo') con 'fobia', cuyo significado ya conocemos todos. Aunque no existe un gran corpus teórico en torno al diagnóstico y posibles tratamientos de este trastorno, sí que viene incluido en el 'Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales' (DSM-5) de la American Psychiatry Association, por lo que sí que está reconocida, sobre todo al otro lado del Atlántico, pero no muy estudiada en profundidad.

En busca de la (no) felicidad

Como decíamos anteriormente, hay una relación muy curiosa entre 'lo muy felices que nos gustaría ser' (sin caer en los tópicos de la industria de la felicidad que ven a esta como una meta y no como un desarrollo), 'lo muy felices que aparentamos ser' y, por último, 'lo muy felices que somos'. En una persona normal, ambas afirmaciones se alternan (incluido en su versión negativa), ya que podemos tener días mejores o peores, así como también períodos definidos por un buen estado de ánimo alternados con otros más cenizos. Pero en resumidas cuentas, hay un montón de gente que tiene tendencia a resistirse a mostrar alegría, felicidad o júbilo. La querofobia no es el miedo a la felicidad 'per se' como si fuera otro tipo de fobia, sino que comprende un conjunto de síntomas y actitudes que hacen que la persona quiera evitar consciente e inconscientemente situaciones que les proporcionen felicidad, bienestar, hilaridad o diversión.

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Uno de las afirmaciones más típicas en la literatura de autoayuda es que la actitud acaba determinando el resultado de una empresa, una vida o una persona. Así, hay hombres y mujeres que se muestran muy positivos de cara a los demás, logrando transmitir una imagen de éxito y confianza en lo que hacen, pero eso no quiere decir que se muestren así porque en realidad lo sean, sino porque es lo único que parece funcionarles o porque no querrían que el pesimismo les limitase. Por eso, podríamos ver a la querofobia como lo opuesto a esto, no solo como una actitud negativa en el fluir del diálogo interno o en las relaciones con los demás, sino también en cuestiones prácticas: alguien con querofobia rechazará la invitación a una fiesta o a cualquier otro plan que implique que haya que divertirse o mostrarse feliz y contento.

Merece la pena realizar un examen de autoconciencia con uno mismo para averiguar si las malas rachas que sacuden en algún momento de la vida no tienen su fundamento en resistirse a experimentar bienestar o realmente es por algo que no depende de nosotros que nos está costando mucho superar. Evidentemente, las condiciones materiales influyen: si no dispones de los mismos medios que el resto de la gente de tu entorno es posible que no quieras acudir a fiestas o aceptar lo maravillosa que es tu vida, porque de hecho no lo es. Pero en otros casos en los que no existe una causa directa o preocupación latente y real, la 'querofobia' puede golpear cuando menos lo esperas, aunque sea a partir de las 'coletillas' diarias que expresas con tus allegados y que dan cuenta de lo muy incómodo o a disgusto que te sientes con tu vida.

Una 'pena' contagiosa

Por otro lado, tampoco depende exclusivamente de nosotros ser felices o recibir con gusto a la felicidad, sino que este trastorno es contagioso, y viene definido tanto por un fluir de pensamientos negativos (ya sean verbalizados o no) como también por expresiones faciales que pueden ser más o menos sutiles. En este sentido, aunque tu querofobia resulte inane para tu vida diaria, asumiendo que no tienes recursos para gestionar tu tendencia a la queja o la infelicidad (pero aun así no afecta tanto a tu vida psicológica y puedes vivir con ella), para otras personas que estén contigo y necesiten un chute de optimismo para afrontar sus problemas puede resultar muy dañina.

Nadie nos obliga ni debería obligarnos a mostrarnos de cierta forma, pero lo que está claro es que no estamos solos y dependemos de los demás al igual que ellos de nosotros, por lo que si crees que tienes conductas un tanto querofóbicas lo primero pasa por aceptarlo. Hay trastornos mentales mucho peores, y que no nos sintamos inclinados hacia la felicidad o el bienestar no quita para que no podamos descubrirla bajo nuestra propia perspectiva. No hay nada tan único e íntimo como el derecho a experimentar alegría, placer o diversión sea de la forma que sea, mientras no haga daño a los demás (obviamente).

El mundo, a veces, parece estar dividido en dos tipos de personas: aquellas que no paran de reír por dentro, pero lloran por fuera, y aquellas que se muestran siempre alegres ante los demás, pero dentro de sí mismos soportan una cruz de la que poca gente tiene constancia. Aunque obviamente hay muchas que tanto por dentro como por fuera pueden ser alegres o tristes, sí que es cierto que normalmente, de cara a los demás o en redes sociales, la distancia entre lo que aparentan y lo que de verdad son es bastante acusada.

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