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La curiosa historia de George Méliès, el mago que también hizo cine
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La curiosa historia de George Méliès, el mago que también hizo cine

El ilusionista y mago, amante de los trucos y de las marionetas, creó los primeros efectos especiales del cine y acabó vendiendo juguetes en la estación de Montparnasse

Foto: 'Viaje a la Luna'.
'Viaje a la Luna'.

Buena parte de la vida de George Méliès estuvo consagrada al cine y la película 'La invención de Hugo' (Martin Scorsese, 2012) da buena cuenta de ello. No solamente supo combinar magia y cinematografía hasta sentar muchas bases de la industria y llevar a cabo trucos que a día de hoy siguen sorprendiéndonos, sino que su propia vida estuvo plagada de fantasía como solo puede estarlo la historia de un ilusionista.

Méliès nació en París en 1861, hijo de un director de teatro y actor, que también era famoso empresario de calzado. De hecho fue el padre el que insistió al pequeño George desde que era niño en que continuara con el negocio familiar, pero la vida le llevaría por otros derroteros. En su infancia Méliès ya era un artista dotado, y se dedicaba a llenar de dibujos los cuadernos del colegio y a crear decorados para dar vida a espectáculos de marionetas. La magia también formó parte de su vida desde pronto, influenciado por el mismo mago que fascinó a Houdini al llegar a Estados Unidos: la primera vez que fue al teatro vio una actuación de Jean Eugène Robert-Houdin.

En su infancia se dedicaba a llenar de dibujos los cuadernos del colegio y a crear decorados para dar vida a espectáculos de marionetas

Aunque no tenía mucho conocimiento del idioma, cuando terminó el servicio militar viajó a Londres y entró en contacto con el ilusionismo al frecuentar la sala de variedades 'Egyptian Hall', dirigida por el mago Jasper Maskelyne, conocido como 'el mago de la guerra' por su intervención en la Primera Guerra Mundial. Los espectáculos de Maskelyne con esqueletos móviles tuvieron un poderoso efecto en él, y de vuelta a París, aunque en un principio las cosas parecieron torcerse (su padre insistió en que entrara de lleno en el negocio del calzado, frustrando sus intenciones de ingresar en la Escuela de Bellas Artes), finalmente las aguas recuperaron su cauce, como si estuviese escrito en su destino desde un principio: su padre se retiró, y él vendió su parte para poder dedicarse de lleno a la magia.

Compró el teatro llamado como aquel que tanto había influido en su vida desde niño: el Teatro Robert-Houdin, y durante un tiempo (de 1889 a 1890) combinó sus labores de director del teatro con las de reportero y dibujante en el periódico satírico La Griffe, donde su primo era redactor jefe. Pero el telón se abriría para él realmente con la llegada del cinematógrafo a su vida.

Méliès conoce a los Lumiére

Es mundialmente famosa la anécdota de cómo Méliès conoció a los hermanos Lumiére, inventores del cinematógrafo. Ellos habían patentado el invento a principios de 1895, y ya habían rodado y presentado su famosa 'Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir'. Aunque se cree comúnmente que los Lumiére consideraban que el cinematógrafo no era un invento rentable (ellos mismos llegaron a decir que no tenía ningún futuro), lo cierto es que se aprovecharon al máximo de él y mandaban operarios de cámara a distintas partes del mundo para que registraran con su lente escenas cotidianas.

placeholder El primer cartel de la historia del cine.
El primer cartel de la historia del cine.

Un 28 de diciembre de ese mismo año, Méliès pagó un franco por asistir a la demostración de Auguste Lumiére y quedó fascinado. Quiso comprar uno de los proyectores, pero Lumière rechazó la oferta, por lo que pronto se hizo con una cámara rival de la competencia, ofrecida por Robert William Paul, y grabó sus primeras películas ('Una partida de cartas' fue la primigenia) que luego exponía en su teatro. Al principio eran escenas al aire libre, parecidas a las que grababan los Lumiére, pero después su estilo evolucionó e introdujo sus elementos mágicos, como los siguientes:

Quiso comprar uno de los proyectores, pero Lumière rechazó la oferta, por lo que pronto se hizo con una cámara de la competencia

El truco para desaparecer. Conocido como 'la parada técnica', se trata de un truco sencillo, pero muy efectivo: el mago paraba la cámara en un determinado momento e incorporaba o sacaba de la escena un objeto o una persona. Según cuentan, este truco se le ocurrió por casualidad: estaba en París y se le paró de golpe la cámara, por lo que al ver las imágenes tras ponerla en marcha, se dio cuenta de que un autobús se había convertido mágicamente en un coche fúnebre. Aquí va un ejemplo:

Inventor del 'stop motion' y la exposición múltiple del negativo. Con el primero, el objeto estático parece moverse en un mismo plano (se consigue rodando fotograma a fotograma el 'movimiento' del objeto en cuestión), con el segundo, se sobreimpresionan las imágenes rodando sobre un mismo negativo, de manera que se consiguen imágenes fantasmagóricas (fue el primero en presentar una 'decapitación' con efectos especiales). Como había creado desde niño decorados para sus espectáculos de marionetas, también colocaba trampillas o construía maquetas.

Viaje a la Luna

La que sin duda fue su obra cumbre llegó en 1902, una parodia de la llegada a la Luna que intentó comercializar por Estados Unidos: aunque se hicieron copias que se lograron distribuir, el ilusionista no llegó a recibir jamás dinero por su explotación. Aunque rodó más de 500 películas, la llegada de la Primera Guerra Mundial y la transformación de la industria mermaron su negocio, hasta que se retiró en 1923. Antes había montado numerosos espectáculos en uno de sus dos estudios cinematográficos transformado en teatro.

En 1925, se reencontró con Jehanne d'Alcy, que había sido una de sus principales actrices y por aquel entonces regentaba un quiosco de juguetes y golosinas en la estación de Montparnasse. Se casaron y trabajaron juntos en el quiosco. La película 'La invención de Hugo' nos traslada ahí, con un Méliès anciano y olvidado por todos. Aunque en realidad no es fue así del todo: el mismo año en que se casó su obra fue redescubierta por la vanguardia cinematográfica francesa, especialmente por los surrealistas, que reivindicaron su figura y en 1931 le reconocieron con la Legión de Honor.

Se reencontró con Jehanne d'Alcy, que había sido una de sus principales actrices y por aquel entonces regentaba un quiosco de juguetes

Aun así, falleció en la más absoluta miseria en 1938, pese a que Henri Langlois, creador de la Cinemateca francesa, había recuperado y restaurado parte de sus películas. Aquel ilusionista que llevó la magia al cine y creó los primeros efectos especiales, pasó el resto de sus días vendiendo juguetes en la estación de Montparnasse para los niños: aquellos que todavía creen en la magia.

Buena parte de la vida de George Méliès estuvo consagrada al cine y la película 'La invención de Hugo' (Martin Scorsese, 2012) da buena cuenta de ello. No solamente supo combinar magia y cinematografía hasta sentar muchas bases de la industria y llevar a cabo trucos que a día de hoy siguen sorprendiéndonos, sino que su propia vida estuvo plagada de fantasía como solo puede estarlo la historia de un ilusionista.

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