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¿Tenemos una personalidad fija y definida o en realidad cambia con el paso del tiempo?
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"YO SOY ASÍ, ASÍ SEGUIRÉ..."

¿Tenemos una personalidad fija y definida o en realidad cambia con el paso del tiempo?

En los inicios de año siempre tendemos a hacer balance y preguntarnos cómo nos gustaría ser. ¿Eres de los que piensa que la gente nunca cambia o por el contrario lo hace muy fácilmente?

Foto: Foto: iStock.
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En estos inicios de año, tanto como en los finales, todos nosotros hacemos un repaso y su consiguiente prospectiva de nuestra vida. Las cuestiones a analizar es cómo hemos cambiado, qué nos ha hecho estar donde estamos y, por supuesto, dónde queremos dirigirnos. Podríamos decir que hay dos clases de personas en el mundo: aquellas que tienden a cambiar en un período de tiempo muy corto o muy largo, y aquellas que parece que no van a hacerlo nunca. Hoy hablaremos si en verdad hay algo que determina tu manera de ser y estar en el mundo o bien todo es una impostura y, en realidad, seguimos siendo los mismos que éramos antes a pesar de todo.

El debate está abierto y cada experto tiene su teoría. Benjamin Hardy, un prestigioso psicólogo estadounidense, cree que efectivamente los hechos que atravesamos y nuestra manera de responder a ellos acaban deparando cambios en nuestra forma de ser. En su reciente libro, 'Personality Isn't Permanent' ("La personalidad no es permanente"), sostiene que en absoluto poseemos una serie de características fijas en nuestra manera de actuar o de ser. Para él, la personalidad es un conjunto de habilidades que se pueden ir aprendiendo con el tiempo y que acaban modificando "nuestras actitudes y comportamientos constantes, la forma en la que nos presentamos a distintas situaciones", alega en una entrevista concedida a 'The Guardian'.

"Al ver la identidad como fija, la imaginación y la voluntad de cambiar queda atrofiada. No es que no podamos, es que no creemos que podamos hacerlo"

Hardy distingue entre personalidad e identidad. Esta segunda alude a la manera en la que elegimos definirnos a nosotros mismos como personas. Por ello, la personalidad sería "el nivel superficial", es decir, la actitud que se deriva de la identidad. Hay que tener en cuenta, llegados a este punto, que vivimos en una sociedad posmoderna la cual siempre está añadiendo etiquetas nuevas a maneras de ser y de estar en el mundo. Afortunadamente, ya no vivimos en una época en la que había una serie de preceptos firmes en los que estar de acuerdo sí o sí, como por ejemplo podía ser la España de la dictadura franquista. Es por ello que tanto por acción de la moda como de la industria del espectáculo, acabamos amoldándonos a ciertas conductas que creemos que encajan mejor con nuestra identidad, por lo que al final la personalidad sí que tiene un rasgo voluntario y no accidental.

"La mayoría de la gente tiende a definir demasiado su yo actual", asevera el psicólogo. "Si dices 'soy tímido', ya te estás etiquetando de cierta forma. Y debido a que la identidad de la mayoría de las personas se ve como fija, su imaginación y voluntad de cambiar queda bastante atrofiada. No es que no podamos cambiar, es que no creemos que podamos hacerlo".

Asentarse en los 30

William James, uno de los grandes padres fundadores de la psicología, defendía la teoría de la que la personalidad acaba solidificándose y haciéndose fija a la edad de 30 años. ¿Demasiado tarde para cambiar? "Cuando llegas a esa edad ya te ha dado tiempo a establecer una trayectoria vital y buscas asentarte en una carrera o formar una familia, por lo que acabas haciendo menos 'nuevas cosas'", opina Hardy. "Si estás probando cosas nuevas, tu personalidad seguirá cambiando porque estás en tu zona de confort. La gente deja de experimentar con ellas no porque no puedan, sino porque han acabado encaminándose hacia otras cosas".

Si apuntamos hacia algo solo tenemos que repetir una y otra vez aquello que nos lleva en esa dirección hasta que se haga natural

Obviamente, si tu vida da un giro de ciento chenta grados, es muy posible que te veas impelido a cambiar a la fuerza. Pero si nunca sales de tu zona de confort, ya sea porque tienes las cosas muy claras o por puro miedo, es posible que acabes repitiéndote ese mantra tan conocido de "yo soy así, así seguiré, nunca cambiaré...", como decía la canción. En este sentido, y partiendo del tono de la canción escogida, todo dependerá también del nivel de orgullo que sientas hacia ti mismo y hacia tu vida. Pero, ¿qué ocurre si por el contrario no nos gusta nada cómo somos y por más que intentamos dar un cambio este no sucede? Aquí se halla el problema.

Foto: Gato y perro

Hardy afirma que lo primero que hay que hacer es intentar imaginar la persona que nos gustaría ser y los rasgos que la definirían. Es lo que él llama una "práctica deliberada", la cual se refiere a un proceso de repetición consciente, es decir, si apuntamos hacia algo que queremos alcanzar solo tenemos que repetir una y otra vez aquello que nos lleva en esa dirección hasta que, de alguna forma, se haga natural. Por ejemplo, si crees que eres muy despistado, deberías empezar a pensar en trucos que te ayuden a sobreponerte a tu empanamiento, tanto como si crees que deberías ser más trabajador y menos holgazán forzarte a ti mismo a tener diligencia hasta que esto se convierta en rutina. Pues, al final, somos animales rutinarios que acaban interiorizando una serie de procesos.

No hay que confundir aquí los sueños frustrados con la personalidad. A todos nos gustaría tener más éxito y triunfar en nuestros propósitos, y en parte la personalidad es uno de los factores que condiciona que estos se cumplan. Pero también influyen muchas otras cosas, como viene a ser la suerte o el nivel de dificultad del objetivo que queremos cumplir. Hay que ser realistas y tampoco apuntar hacia la perfección, pues esta no existe. Y tú, ¿eres de los que piensa que la personalidad sí que puede cambiarse con el tiempo y que gracias a esto podemos avanzar e ir a mejor?

En estos inicios de año, tanto como en los finales, todos nosotros hacemos un repaso y su consiguiente prospectiva de nuestra vida. Las cuestiones a analizar es cómo hemos cambiado, qué nos ha hecho estar donde estamos y, por supuesto, dónde queremos dirigirnos. Podríamos decir que hay dos clases de personas en el mundo: aquellas que tienden a cambiar en un período de tiempo muy corto o muy largo, y aquellas que parece que no van a hacerlo nunca. Hoy hablaremos si en verdad hay algo que determina tu manera de ser y estar en el mundo o bien todo es una impostura y, en realidad, seguimos siendo los mismos que éramos antes a pesar de todo.