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Cuando conquistamos Alaska: otra hazaña española olvidada
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Cuando conquistamos Alaska: otra hazaña española olvidada

Un acontecimiento que supone uno de los varios grandes hechos olvidados dentro de la aventura de la conquista española en América

Foto: Fuente: iStock
Fuente: iStock

La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad es una cuestión de ataque.

Sun Tzu (El arte de la guerra).

Antaño hubo un tiempo en el que Alaska llegó a estar bajo el control administrativo de la Corona Española. Considerando que teníamos allá dos importantes fuertes estratégicamente situados y que la marinería y los militares apostados en aquellas latitudes extremas nunca superaron el millar y el territorio en cuestión tenia del orden de 1.700.000 km2, deberíamos de concluir que el control era más teórico que de facto.

La fe es la evidencia de lo que no se ve. La historia está llena de borradores que no han visto la luz. Este hecho que pareciera no haber ocurrido jamás, sucedió y sin duda, tiene un timbre de autenticidad. El problema de su desconocimiento, radica en esencia en la falta de difusión del mismo. La historia de España desde sus albores hasta la fecha parece demasiado lineal a pesar de las zonas erróneas que respiran por los poros de los miles de libros que se han escrito sobre nuestra nación y su antiquísima procedencia.

Ahí están Tartessos, los Millares, Atapuerca, la gran incógnita vasca, los celtas en el noroeste, los fenicios en Tarraco y Barcino, etc. Aceptar verdades asentadas como inapelables es los más fácil de instalar en el imaginario colectivo y así, arraigan los tópicos y estereotipos como quien no quiere la cosa.

Foto: Recorte de prensa de la época sobre la epidemia de gripe española

Pero, hemos evolucionado en esta aislada canica azul suspendida en el espacio, tan huérfana de respuestas, en la que es más la oscuridad presente en la noche que las incertidumbres de la luz del día, focalizando soluciones ante tanto misterio y desazón. Pero el rompecabezas se va reconstruyendo de a poco y cuando ese puzzle encaja, la satisfacción de lo conseguido nos invade agradecida.

Poco a poco el futuro se fue haciendo paso y sumando coincidencias y casualidades y en el momento de máxima expansión de La Corona española las latitudes, meridianos, océanos, y vastas extensiones de tierra, se podría decir que eran incontables, inabarcables y tal vez incluso incontrolables.

Lo de Alaska era una ruta romántica hacia la fama. Desde la toma de contacto con Guanhani , Florida, Veracruz, la desaparición del Imperio Mexica y los incanatos andinos el desembarco de Magallanes y Elcano en La Patagonia antes de cerrar la primera circunnavegación del globo; la progresiva profundización del Virreinato de Nueva España hasta Oregón en el noroeste de los actuales EE.UU parecía una epopeya inasequible al desaliento.

"Lo de Alaska era una ruta romántica a la fama. Una epopeya inasequible al desaliento"

Fueraparte de los territorios bajo control de la Corona Española en el continente europeo e islas del Pacifico, más de 18.000.000 de kilómetros cuadrados, habían sido asimilados y registrados para la historia como parte de una conquista con sus luces y sombras, pero que en sí, encerraba una hazaña colosal.

En el flanco noreste del continente americano, un hambriento agujero negro – el de la voraz colonización anglosajona-, ya se estaba expandiendo hacia el oeste como un atropello devastador dispuesto a no negociar nada con los autóctonos pues solo buscaba su eliminación genocida a cualquier precio.

"Carlos III fue un cualificado humanista, reformista y explorador del conocimiento"

En la costa noroeste mientras tanto, una violenta y súbita tormenta amainó con la brevedad de algo que parecía no haber sido. Entonces, las naves de Haro entraron en una zona – la correspondiente a lo que fue más tarde territorio ruso - ,y que tras una peculiar y alambicada operación mercantil, fueron vendidas algo más tarde para recaudar fondos para las exhaustas arcas del fatigado y belicoso zar pasando a manos de los norteamericanos por una cifra parecida a un montón de calderilla.

En paralelo, en aquel tiempo, uno de nuestros más calificados reyes, Carlos III, probablemente el más cualificado de los Borbones por su talla de humanista, reformista y explorador del conocimiento, al final del siglo XVIII intentó afianzar la soberanía española en aquellas latitudes donde el único rey era el hielo. En el discurso de aquella época, el común denominador era el de “evangelizar” a los descarriados nativos panteístas y animistas y por detrás enchufarles el comercio como intención colateral. Es obvio por la abundante documentación sobre estos tratados, que el “agua de fuego “y el “humo de reír “acompañaban aquellos acuerdos.

La amenaza rusa seguía latente y España se vio obligada a meter la directa.

La presunta existencia del mítico Estrecho de Anian estaba en la proa de todas las naves de la época y las cartas de navegación no conseguían dar en la diana para descifrar este misterioso enigma. Muchas embarcaciones quedarían aisladas entre la banquisa de hielo y las naves reventadas por la compresión de las aguas heladas. Varias expediciones inglesas y rusas morirían congeladas dentro de las embarcaciones descubriéndose a los fenecidos agrupados como una piña para darse calor en un guiño poético a la eternidad.

El propósito que empujaba a los exploradores españoles, rusos e ingleses, no era otro que el de crear una ruta que acortara sustancialmente la navegación y, en consecuencia, el coste de los fletes. Con el tiempo y el deshielo de los casquetes polares, se demostraría que el trayecto por el Paso del Noroeste - falsamente adjudicado al noruego Amudsen – ( en puridad fue el inglés Robert Mc Clure aunque otras fuentes históricas se lo adjudican al ruso Grigori Shélijov ), reduciría la distancia Inglaterra – Japón en un 25%; porcentaje que penalizaría posteriormente al Canal de Panamá y al Canal de Suez, aunque en beneficio de estos dos últimos hay que decir que no están sujetos a la congelación total en el periodo invernal de la superficie de ese increíble y espectacular mar de hielo.

Antes de que el oficial de la Armada Española Gonzalo López de Haro, hiciera acto de presencia en algunas de las varias expediciones españolas partiendo de lo que hoy es la actual California, se dirigieron hacia estas latitudes, los capitanes Arteaga y Pérez, remontaron la costa canadiense hasta Alaska superando la hazaña del temerario teniente Bodega que en un pequeño esquife, despuntada la primavera, arribaría a las cercanías de Nutka, un islote de dimensiones más que aceptables donde los dos últimos construyeron un sólido fuerte de madera talando una buena parte del bosque circundante, creando huertos de fortuna para asegurar el condumio y con bancos de pesca abundantes en el entorno. Nutka pues, sería a partir de 1779 un enclave esencial en la aventura de España en aquellas agresivas latitudes.

placeholder Asentamientos en Nutka, alrededor de 1790.
Asentamientos en Nutka, alrededor de 1790.

El asentamiento se consolidó y los españoles comenzaron una colonización y mercadeo local que dio alas a los ingleses para adjudicarse lo que a la postre sería un poco más de metal en su medallero. Diez años después, se reactivarían los proyectos de exploración españoles. Para aquel entonces, los rusos se habían esfumado por razones aún hoy inexplicables. Pero estaban cerca…

Es entonces cuando Carlos III se decide a consolidar los derechos españoles ante el incremento del cabotaje ruso y europeo en las zonas aledañas a Nutka y envía a Gonzalo López de Haro y al capitán Martínez navegando hacia el Norte a cartografiar y dejar sentada la presencia de La Corona. Es ahí donde se descubre que los taimados anglos y algunas naves rusas merodean por la zona con aviesas intenciones.

Cuando se descubre el pastel, una nueva expedición de Martínez intenta desalojar a varias naves que medraban por la inmensa bahía. Requisa varios buques ingleses sin mayores miramientos, construyen el impresionante fuerte de San Miguel, y de paso, agitan una cesta llena de serpientes.

Es el 3 de junio de 1790 cuando España tras la muerte del ilustre rey Carlos III en 1788 toma plena posesión de Alaska reinando a partir de ese momento su infausto hijo Carlos IV, padre a su vez del probablemente más denostado rey de España, el impresentable Fernando VII. Es en ese momento histórico que nuestra nación alcanza su máximo territorial cercano a los 20.000.000 de kilómetros cuadrados.

placeholder Carlos IV en su juventud (c. 1765), en un retrato de Mengs (Museo del Prado, Madrid)
Carlos IV en su juventud (c. 1765), en un retrato de Mengs (Museo del Prado, Madrid)

Siguiendo instrucciones del nuevo coronado, Salvador Hidalgo a la sazón capitán al mando de los Voluntarios de Cataluña, sube bordeando la costa hasta el asentamiento que posteriormente se llamaría Valdés al tiempo que se construyen unos sólidos pantalanes de fortuna con la inmensa masa arbórea local en Puerto Córdova algo más al norte.

Los apresamientos de Nutka por parte española de las naves británicas fondeadas allá, indignan a los británicos que a punto estuvieron de llegar a las manos. La indiscutible potencia marítima inglesa deseaba desplazar a los españoles del este del Pacifico – Oeste norteamericano- para como era y es habitual en su modus operandi, apoderarse de los ingentes recursos locales, básicamente fundamentados en el comercio de pieles, la pesca y todo tipo de trueques. En 1791 se firmó el desalojo de los nuestros por vía diplomática, aunque se tardarían más de cinco años en desmantelarla totalmente. La expedición científica Malaspina fue una de las ultimas en visitar el fuerte español

Tras este acuerdo basado en la amenaza de la guerra, la costa Pacífica de Alaska y la entera región, quedaron como zona de libre comercio. Desde que, en 1784, Grigori Shélijov se estableciera con la Compañía Alaska Rusa, que colonizaría al “tran tran” aquella gélida inmensidad desde las islas Kodiak hasta su posterior venta a los Estados Unidos, por considerarlo indefendible ante las fuerzas británicas, hecho que ocurrió en 1867, transcurriría casi un siglo, pero eso es ya otra historia.

placeholder El asentamiento de Grigori Shélijov en la isla Kodiak.
El asentamiento de Grigori Shélijov en la isla Kodiak.

La “conquista” de Alaska por parte de España fue más testimonial que otra cosa y marca el punto de inflexión y de máxima expansión de nuestra nación en aquella época y en nuestra historia.

Tras la Guerra de la Independencia Española contra el osado (y derrotado) Napoleón, vendría el colapso y la implosión de aquella impresionante estructura, hoy, recuerdo de notables hazañas y también de grandes momentos que quedaron en el anonimato.

Lo que fuimos, lo que somos. Como diría Forges, “Bienaventurados los tuertos porque solo ven la mitad”…Que país.

P.D. En el artículo del sábado pasado mencioné en el contencioso por la Corona de León, en uno de los pasajes dedicados a Doña Urraca, nombrándola como reina de Castilla frente a las aspiraciones anexionistas vía matrimonial del rey de Aragón. Esta implicación era en sí misma, un agravio por excluyente. Rectifico y pido disculpas hoy desde estas páginas a los leoneses, pues dicha reina lo era de Castilla y León o viceversa (además de consorte de Aragón), aunque inicialmente por cuestiones hereditarias fuera “solo” reina de Zamora. Mea culpa.

La invencibilidad es una cuestión de defensa, la vulnerabilidad es una cuestión de ataque.

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