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¿Por qué son tan contagiosos algunos bostezos? Esta es la respuesta de los expertos
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¿a ti también se te pegan?

¿Por qué son tan contagiosos algunos bostezos? Esta es la respuesta de los expertos

Una nueva investigación sugiere que contrariamente a lo que se pensaba, la empatía no tiene tanto que ver y que algunos individuos son más proclives a 'contagiarse' que otros

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Ya sea por aburrimiento extremo, sueño acumulado o incluso hambre, a lo largo del día surgen infinitas oportunidades para que bostecemos cual león tedioso y siempre nos da cierto gustillo hacerlo. Lo más sorprendente quizá es comprobar cómo te entran ganas de bostezar por pura imitación cuando tu pareja, tu amigo o el señor que tienes enfrente en el autobús también lo hacen.

¿Se pegan los bostezos? Parece inevitable pensar que sí, ¿qué sucede realmente? La teoría general es que se trata de una muestra propia de empatía, sin embargo, un estudio reciente de la Universidad Duke no parece avalar esta teoría, según explica 'Psychology Today': al parecer, podrían reducirse conforme vamos envejeciendo. La investigación es, hasta la fecha, una de las más amplias en relación con este tema.

Ha sido la falta de asociación en el estudio entre el contagio de los bostezos y la empatía la que sugiere que en realidad podrían no estar relacionados. Los investigadores enfatizaron que un mejor entendimiento de la biología involucrada en el contagio de los bostezos podría llevar a un mejor entendimiento de enfermedades como la esquizofrenia y el autismo

Foto: La empatía genera el contagio de los bostezos

Un estudio de 2010 de la Universidad de Connecticut descubrió que la mayoría de los niños no son susceptibles al contagio de bostezos antes de los cuatro años, y que los niños con autismo tienen menos probabilidades de bostezar por contagio que los demás. Otra investigación muy relacionada, en la que participaron alrededor de 30 niños y adolescentes con edades comprendidas entre 6 y 15 años y trastornos dentro del espectro del autismo, coligió que tuvieron menos probabilidades de bostezar por contagio que los niños de su misma edad sin esa discapacidad. Aquellos con síntomas más severos tuvieron menos probabilidades de bostezar por contagio que los que tenían un diagnóstico más 'moderado'.

Lee la palabra 'bostezo'

¿Has bostezado al leerla? Es curioso, pues los bostezos contagiosos solo se producen en humanos y algunos chimpancés, y contrariamente a lo que pudieras pensar no solamente se producen observando a otra persona hacerlo, incluso si lees la palabra. ¿Cuántas veces te ha pasado desde que comenzaste a leer esta publicación? Los estudios han encontrado que ciertos individuos son más susceptibles a bostezos contagiosos que otros.

Los investigadores descubrieron que conforme la edad se incrementaba, los participantes tenían menos probabilidades de bostezar por contagio

Los bostezos espontáneos ocurren cuando alguien está cansado o aburrido, y se observan por primera vez en el útero, mientras que el contagio de ellos no empieza hasta la infancia (aunque temprana). El estudio de Duke se ha enfocado en definir mejor cómo ciertos factores afectan la susceptibilidad de alguien al contagio de bostezos.

De esta manera, los investigadores descubrieron que ciertos individuos eran menos susceptibles de sufrir este contagio que otros.En promedio, los participantes bostezaron entre cero y 15 veces al ver un vídeo de tres minutos de personas bostezando. Si tienes dudas y te gustaría evaluar tu susceptibilidad ante los bostezos, mira el vídeo a continuación (quizá lo que descubras es que no te gusta ver gente bostezar).

¿Cuánto has tardado en bostezar? En contraste con estudios previos, los investigadores solo encontraron como factor independiente que influyó considerablemente en el contagio de bostezos fue la edad: conforme se incrementaba, los participantes tenían menos probabilidades de bostezar. Sin embargo, la edad solo pudo explicar el 8% de la variabilidad en la respuesta del bostezo contagiado, ¿conclusión? Hacen falta más investigaciones al respecto.

Ya sea por aburrimiento extremo, sueño acumulado o incluso hambre, a lo largo del día surgen infinitas oportunidades para que bostecemos cual león tedioso y siempre nos da cierto gustillo hacerlo. Lo más sorprendente quizá es comprobar cómo te entran ganas de bostezar por pura imitación cuando tu pareja, tu amigo o el señor que tienes enfrente en el autobús también lo hacen.

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