Una abogada de ricos revela las señales que indican que una pareja se va a divorciar
Ayesha Vardag ha visto muchos matrimonios rotos en el ejercicio de su trabajo, y tiene muy claro cuáles son los indicadores que avecinan una separación y cómo evitarla
Las relaciones de pareja han cambiado mucho en los últimos 40 o 50 años. Antes conocías a alguien e iniciabas un largo noviazgo donde, con suerte, uno le robaba un beso al otro o se agarraban de la mano, y los padres de ambos tenían mucho que decir. El matrimonio era una etapa natural de la vida, una unión “hasta que la muerte nos separe” cuyas rígidas leyes provocaron más de un desastre familiar, y no nos referimos al abandono del hogar, sino a mantener en estrecha relación conyugal a personas que habían dejado de amarse, o que no se quisieron nunca, y las consecuencias de este “auto-secuestro”. No obstante, hoy en día ocurre lo contrario; convencidos de que el amor romántico existe y que debemos buscar esta suerte de embrujo en nuestra pareja, cuando se acaban los fuegos artificiales ya estamos pensando en ir a por otra bengala, en vez de enceder la nuestra.
Lo hemos comentado otras veces, insertos como estamos en una sociedad líquida –el sociólogo Zygmunt Bauman popularizó la teoría–, nuestros afectos y relaciones, como todo lo que nos rodea, es inconsistente, escurridizo y acaba evaporándose, igual que el agua.
Dar prioridad al trabajo, utilizar un lenguaje frío y cortante o tener una vida sexual nula son indicadores de que el matrimonio vive sus últimas etapas
Si bien en 2007 se producía un divorcio cada 3,7 minutos en España, esta tendencia, que se había frenado en pleno auge de la crisis económica, vuelve a rebrotar, según los expertos. Para que no te coja por sorpresa que tu pareja aparezca un día con los papeles del divorcio en una mano y las llaves del coche en la otra, la prestigiosa abogada británica especializada en rupturas, Ayesha Vardag, ha revelado a 'The Daily Mail' cómo suenan los estertores finales de un matrimonio, y lo más importante, cómo prevenirlos.
Fríos y distantes
Olvidemos a esas horribles parejas que actúan la mayor parte del tiempo como si fueran siameses y pensemos en el matrimonio como un equipo formado por dos personas que comparten algunas aficiones, momentos románticos, tareas y confidencias. De acuerdo a Vardag, uno de los indicadores de que algo va mal es cuando uno de los cónyuge no le dededica suficiente tiempo al otro y empieza a salir cada vez más a menudo con sus amigos o tiene “asuntos de trabajo” que lo retienen hasta altas horas. Y además se irrita cuando la otra persona se queja de su ausencia.
Un matrimonio que no coincide en otro lugar y momento más que en la cama debería tener una vida sexual fogosa, aunque sea por nostalgia del otro. Incorrecto. La ausencia de sexo marital es la señal más evidente de una ruptura en ciernes. Para ello, la letrada de los ricos y mal avenidos recomienda provocar el fuego, tratar de entrenar de nuevo la pasión y esforzarse por rememorar aquellas primeras citas en las que el romance y el deseo eran protagonistas a partes iguales. “El sexo libera hormonas del amor, que te mantienen cerca de tu pareja. Si priorizas el trabajo o los niños a la vida sexual, tu matrimonio se verá dañado y, como consecuencia, el resto de las facetas de tu vida también se resentirán”, explica.
Algunas personas que han sufrido rupturas recientes se sorprenden de cómo el carácter de su pareja se agrió un tiempo antes de abandonarlos. “Ya no la conocía, parecía que deseara herirme a propósito”, cuentan. La crueldad repentina y la frialdad son, según Ayesha Vardag, signos de que se ha perdido la atracción y el respeto por el otro. Si no hay comunicación, si la otra persona se vuelve esquiva y dura en exceso, puede que oculte un resentimiento o se sienta culpable porque ha dejado de estar enamorada. Tal vez, incluso, fantasee con otra persona o su traición sea real.
Pero no nos pongamos siempre en lo peor. No todos los matrimonios acaban hundidos como el Titanic, también hay formas de mantener el barco a flote, e incluso de que vuelva a navegar como antes.
Las claves de la felicidad conyugal
Consiste en subsanar todo aquello que ha llevado la relación al borde de la ruptura, empezando por la incomunicación. Así, la abogada recomienda prestar atención a las necesidades del otro y tomarse un tiempo para charlar sobre sentimientos y carencias. Es más, si no existe comunicación tampoco puede haber compromiso.
Si vas a propiciar una conversación profunda sobre "vosotros", debe ser lo más neutral y controlado posible, además de hacer un ejercicio de empatía para intentar entender los sentimientos de tu pareja. Eso no quiere decir que no debáis sinceraros, pero hacerlo de forma “no emocional” te ayudará a no acabar gritando y discutiendo.
Para que una relación vuelva a funcionar el mayor obstáculo es el perdón, hay personas tan heridas por el otro que se ven incapaces de hacerlo
Dicen que donde hubo fuego aún quedan cenizas. Ayesha Vardag recomienda recordar cuándo conocimos a la otra persona y si todavía puedes descubrir en ella aquellos detalles que te enamoraron: una sonrisa, una forma de hacer chistes, un brillo en los ojos, una actitud. Consiste en tirar de nuestra memoria hacia aquel primer y feliz tiempo y ver si todavía existe en el presente, y para ello mejor hacerlo juntos.
La vida doméstica tiende a aplastar el romance y la magia, cítate con tu cónyuge en aquella cafetería tan parecida a la de vuestra primera cita, o bien salid a cenar y rememorad viejos tiempos… Acabaréis riendo a carcajadas, y quizás también llorando, y sobre todo, descubriendo si en algún lugar de esa cotidianidad quedan todavía cenizas.
No obstante, la última de las claves que muchas parejas no consiguen superar, porque es compleja y requiere un deseo firme y un amor incondicional, es el perdón. Cuando algo marcha mal en una relación las personas se hieren las unas a las otras, se hacen reproches, pierden los papeles y el respeto… “Toda catástrofe es una oportunidad para empezar de nuevo cimentando una relación basada en la confianza, con ilusión y renovadas energías”, sostiene la letrada. ¿Incluso si hemos sido infieles? “No es fácil, pero la honestidad sobre el adulterio puede ser el comienzo de un nuevo capítulo”.
Y si después de esto no vuelven a comer perdices, igual es que deben pasarse al pollo frito.
Las relaciones de pareja han cambiado mucho en los últimos 40 o 50 años. Antes conocías a alguien e iniciabas un largo noviazgo donde, con suerte, uno le robaba un beso al otro o se agarraban de la mano, y los padres de ambos tenían mucho que decir. El matrimonio era una etapa natural de la vida, una unión “hasta que la muerte nos separe” cuyas rígidas leyes provocaron más de un desastre familiar, y no nos referimos al abandono del hogar, sino a mantener en estrecha relación conyugal a personas que habían dejado de amarse, o que no se quisieron nunca, y las consecuencias de este “auto-secuestro”. No obstante, hoy en día ocurre lo contrario; convencidos de que el amor romántico existe y que debemos buscar esta suerte de embrujo en nuestra pareja, cuando se acaban los fuegos artificiales ya estamos pensando en ir a por otra bengala, en vez de enceder la nuestra.