Un abuelo va cada día a comer a un instituto para no sentirse solo
Iba a diario con su mujer, pero cuando ésta falleció se metió en una profunda depresión que solo el contacto con los jóvenes y no sentirse tan solo le ha ayudado a superar
Cyril Aggett tiene 86 años y lleva seis viudo. Su mujer, Shirley, fallecía en el año 2013 y, desde entonces, la vida de Cyrill ha dado un vuelco total. Se siente solo, no tiene apenas con quien hablar y echa de menos a su esposa. Pero gracias a la ayuda que ha recibido de un instituto, al menos tiene con quien comer y charlar a diario para llevar mejor su soledad.
Este anciano vive justo enfrente del instituto de secundaria Coombe Dean en Playmouth, en el sur de Inglaterra. Durante más de 15 años, Cyril y Shirley acudían a diario a almorzar al comedor del instituto: les gustaba la comida, tenía un precio asequible, evitaban tener que cocinar y, además, pasaban un buen rato a diario con los jóvenes.
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— Coombe Dean School (@CDSAcademy) November 27, 2019
Thank you @KatieTimms94 from @Plymouth_Live for coming in to talk with him. We're hoping you'll visit again to join Cyril and his friends for a Christmas lunch...? 🎄🍗⁉️ @AgeUKPlymouth #wellbeing pic.twitter.com/bIt6rS5TxV
Sin embargo, tras la muerte de su esposa, Cyril se sumió en una profunda depresión: no fue capaz de salir de su casa durante casi un mes y tuvo que ser una llamada del propio instituto la que lograra que volviera a sentirse persona. Le llamaron para ver si se encontraba bien, le convencieron para que fuera a comer al día siguiente y ya no hubo marcha atrás.
Lucha contra la soledad
Cyril ha explicado al Plymouth Herald que la primera vez que volvió al comedor escolar sin su mujer, su ánimo se encontraba por los suelos. Pero entonces, "recibí una taza de té, mi almuerzo y un buen servicio. Todos me hablaron, el personal es brillante e incluso recordé cuando mi esposa estaba enferma y la invitaban a cenar".
Lleva 20 años acudiendo a comer a diario al instituto, primero con su mujer y después en solitario
El anciano ya no ha dejado de ir a comer al instituto: lo hace cuatro días a la semana, los que está abierto el comedor, y es una persona feliz que habla con los estudiantes y pasa un buen rato rodeado de gente joven que le anima el día. Reconoce que en el último año no quería ni levantarse de la cama, pero volver al instituto le ayudó a recuperar su amor por vivir.
Cyril recuerda que ha tenido bajones, como "hace un par de meses, que en realidad no me levantaba hasta las 2 de la tarde, aunque hiciera un día estupendo. Creo que fue Shirley la que me dijo 'ponte los calcetines, y sal a la calle'. Volver aquí me ha sacado de mi cueva otra vez". El anciano bromea con las próximas Navidades: "No creo que deberían irse de vacaciones". De todas formas, no le faltarán alimentos: le han preparado comida para cada día, de tal manera que solo tenga que sacarla del congelador y calentarla. Eso sí, le faltará compañía hasta que los estudiantes regresen a estudiar.
Cyril Aggett tiene 86 años y lleva seis viudo. Su mujer, Shirley, fallecía en el año 2013 y, desde entonces, la vida de Cyrill ha dado un vuelco total. Se siente solo, no tiene apenas con quien hablar y echa de menos a su esposa. Pero gracias a la ayuda que ha recibido de un instituto, al menos tiene con quien comer y charlar a diario para llevar mejor su soledad.