Los abuelos que cuidan a sus nietos viven más tiempo, según la ciencia

Nos contaban preciosas historias cuando éramos pequeños; nos recogían en el colegio y nos daban la merienda; cuidaban de nosotros cuando nuestros padres no estaban; incluso nos daban la propina cuando íbamos creciendo para ayudarnos en nuestros gastos. Son los abuelos, esos acompañantes que siempre han estado ahí sin pedir a cambio nada más que poder compartir el tiempo con sus nietos.

Ahora, un estudio publicado en Science Direct revela que todos esos cuidados que los mayores tienen con sus nietos tienen su recompensa: los abuelos que cuidan de sus nietos tienen un 37 por ciento menos de riesgo de muerte que otras personas de su misma edad que no se ocupan de esas responsabilidades con los pequeños.

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El Confidencial

El estudio se desarrolló entre 1990 y 2009 y en él participaron más de 500 personas con edades superiores a los 70 años. Cada dos años se les entrevistaba y respondían a unos cuestionarios y los resultados han sido clarificadores: más del 50 por ciento de los abuelos con responsabilidad de cuidar de sus nietos seguían vivos diez años después; mientras, el 50 por ciento de los ancianos que no tenían nietos a su cargo morían en los primeros 5 años del estudio.

David Coall, uno de los autores del estudio y profesor de la Edith Cowan University, asegura que "esta investigación muestra el vínculo positivo entre el cuidado y una vida más larga en las personas mayores; sin embargo, sólo podemos especular sobre por qué". Y es que, hasta ahora, la ciencia no ha descubierto por qué se produce, aunque un ejemplo podría ayudarnos a comprenderlo: en el pasado la ayuda en el cuidado de los niños era crucial para la supervivencia de la especie humana.

Pero los abuelos no son los únicos que se benefician de este cuidado. Los padres, lógicamente, tienen a un familiar directo al cargo de los pequeños, lo que les da una tranquilidad abrumadora. Pero los nietos también se benefician y un antiguo estudio de la Universidad de Oxford demostraba que los niños que habían estado en contacto con los abuelos tenían menos problemas tanto emocionales como de comportamiento.