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La otra violencia de género de la que nadie habla: así es la ablación
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la padecen 130 millones de mujeres

La otra violencia de género de la que nadie habla: así es la ablación

Esta práctica repercute sobre la salud física y psicológica de sus víctimas. La mutilación genital femenina se produce al extirpar, total o parcialmente, los órganos sexuales externos de la mujer

Foto: Un hombre viste una camiseta con el eslogan 'Paremos la ablación', en Kenia. (Reuters)
Un hombre viste una camiseta con el eslogan 'Paremos la ablación', en Kenia. (Reuters)

Afecta a la salud de tres millones de niñas, la han padecido más de 130 millones de mujeres en países de África y Oriente Medio, y sus consecuencias son tan graves que incluso pueden provocar la muerte. A pesar de tan escalofriantes datos, la mutilación genital femenina no está entre las primeras formas de violencia de género que acuden a la mente. De manera errónea, se tiende a vincular estas agresiones únicamente con los ataques o asesinatos de hombres a sus parejas o exparejas pero, desgraciadamente, la ablación también acoge en su triste saco esta lacra actual.

“La mutilación genital femenina es una de las peores formas de violencia de género”, afirma Begoña Navarro, responsable de Sensibilización y Actividades de la Fundación Kirira. Según esta experta, la ablación es “la sumisión más absoluta de la mujer al hombre” y, de hecho, el Ministerio de Sanidad promovió la inclusión de la ablación como forma de violencia de género en la redacción del 'Protocolo común de actuación sanitaria contra la violencia de género' (MSSSI, 2012).

Pero no solo en España se lucha para concienciar sobre la idea de que extirpar el clítoris es un acto criminal contra las mujeres que pasará a formar parte de la ley de violencia intrafamiliar. También en la Unión Europea se están dando pasos para seguir avanzando. El pasado 6 de febrero, Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, los comisarios Federica Mogherini, Vera Jourová y Neven Mimica realizaron una intervención ante el Parlamento Europeo a favor de erradicar la ablación: “En la Unión Europea, 2017 es el año dedicado a combatir todas las formas de violencia contra las mujeres, incluida la mutilación genital femenina. Es preciso lograr que las mujeres y las niñas encuentren protección frente a la violencia y el dolor infligidos por esta práctica”.

Cualquier sensación que pueda dibujar en su mente, cualquier dolor que crea percibir, serán absurdos en comparación con la agonía real de estas mujeres

Y es que el dolor físico es una de las principales consecuencias que sufren las mujeres mutiladas. “Ellos decían que no dolería, que era algo que no duraba mucho tiempo, pero el tipo de dolor que yo experimenté fue tan intenso que pensé que me iba a morir”, recuerda Zipporah Kamwaki, una profesora de inglés que fue víctima de la ablación cuando tenía 12 años. En la misma línea apunta el testimonio de Stella Kathini, organizadora de eventos, quien recuerda: “Sentía dolor, muchísimo dolor. Entré en estado de 'shock' y mi madre me dijo que esa era la forma para llegar a ser una verdadera mujer”.

[Lea aquí: "Después de que me hicieran la ablación, pasaba una hora en el baño sin poder orinar"]

Esta concepción costumbrista de la ablación es una de las peores trabas para su erradicación. “La práctica es cultural y psicológica, porque está incrustada en la mente. Es algo que se aprende por tradición y que se hace año tras año porque se considera que es lo que se debe hacer”, asegura Florence Odek, responsable de educación con la que Kirira ha contado en alguna ocasión para narrar su experiencia en la lucha contra la ablación.

Aunque ella es originaria de Kenia, Odek recuerda lo impactante que le resultó enfrentarse a la mutilación genital femenina, pues en su comunidad no se realizan este tipo de agresiones. Su manera de colaborar contra la lacra comenzó trabajando en las bases. 'Granito de arena a granito de arena, se crea una playa' podría ser el lema de esta mujer que combate la ablación desde dentro: “Cuando empezamos los trabajos, decidí que iba a estar detrás de la comunidad, iba a movilizarla para que ellos mismos se movilizaran por su cuenta. Lo que hicimos fue enseñar a pastores a movilizar pastores. Pastores hablando con pastores sobre la mutilación genital femenina, profesores con profesores, estudiantes con estudiantes, mujeres con mujeres. De esta manera, la comunidad fue enseñándose a sí misma a no practicar la ablación”, apunta.

Este mismo sistema de difusión de información es el que siguen en Kirira. María Estrella Giménez, presidenta de la Fundación, también recuerda sus orígenes en la búsqueda de la erradicación de la mutilación genital femenina: “Nosotros empezamos yendo a colegios, hablando con los directores de colegio, profesores, luego padres y luego estudiantes”. Esta es una de las mejores formas en que cala el mensaje pues, una vez que los grupos con más peso dentro de la sociedad aceptan que los órganos sexuales de la mujer solo son propiedad de ella, es más fácil que los sectores con menos influencia acaten el cambio de mentalidad.

La ablación, ¿en qué consiste?

Esta modalidad de violencia de género repercute directamente sobre la salud física y psicológica de sus víctimas. La ablación se produce cuando se extirpan, de manera total o parcial, los órganos sexuales externos de la mujer. El ritual que siguen las tribus que la practican es tan escalofriante que procuran realizarlo cada vez a edades más tempranas, para que las chicas no sean conscientes de la tortura a la que se las va a someter: una mujer, que suele ser la que desempeña el papel de curandera, lesiona las vulvas femeninas de niñas y adolescentes provocándoles un sufrimiento indescriptible.

Imagine que, en una vejatoria postura de piernas abiertas, le sujetan las extremidades mientras le cortan con una cuchilla sus órganos sexuales

Imagine que, en una vejatoria postura de piernas abiertas, le tapan la boca y le sujetan las extremidades mientras rasgan y cortan con una cuchilla sus órganos sexuales. Por supuesto, la anestesia no es una opción y la esterilización del instrumental brilla por su ausencia. Cualquier sensación que pueda dibujar en su mente, cualquier tipo de dolor que crea percibir, serán ridículamente absurdos en comparación con la agonía que superan las mujeres mutiladas.

“Sangrados excesivos que pueden provocar la muerte, postración nerviosa o infecciones como el tétanos o el sida” son algunas de las consecuencias de la ablación, según enumera Begoña Navarro. Además, la angustia de estas mujeres no termina cuando la curandera da su trabajo por finalizado. Es justo entonces cuando llega el periodo en el que su libertad sexual queda mermada por completo y puesta a disposición del hombre: la extirpación del clítoris se produce para que no puedan disfrutar de las relaciones íntimas y simplemente las mantengan con el objetivo de la reproducción.

También se dan casos en los que no es posible la concepción de nuevas vidas. Las infecciones desarrolladas en el aparato reproductor pueden llegar a causar esterilidad en las mujeres mutiladas, así como complicaciones en los partos que pueden derivar en la muerte del feto o la propia madre. “Las heridas mal curadas pueden volver a abrirse, y también se puede bloquear el canal del parto tras la mutilación”, afirma Navarro.

Traumas similares a los del abuso sexual

Las consecuencias psicológicas son más difíciles de medir y determinar, pues los trastornos que este tipo de prácticas provocan son intangibles y varían de una víctima a otra. La triste media apunta a los traumas crónicos que la mayoría de ellas sufre y nunca llega a superar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ha identificado la depresión, el estrés postraumático, la ansiedad y unos tipos de desorden mental como patologías ocasionadas por la ablación. Las complicaciones psicológicas de la mutilación genital femenina son tan graves que se han llegado a comparar con las que sufren las niñas que han sido víctimas de abusos sexuales.

Afortunadamente, la ablación es reversible o, al menos, las consecuencias físicas de tan abominable acto. Gracias a la cirugía especializada en este tipo de casos, es posible contrarrestar los efectos de la mutilación genital a través del paso por quirófano: una sencilla operación puede recuperar la funcionalidad del clítoris totalmente, pues estas prácticas lesivas suelen extirpar únicamente la parte visible del órgano. A través de la intervención sanitaria, es posible extraer la parte interior del mismo y así devolver su actividad a esta parte del cuerpo con 8.000 terminaciones nerviosas.

Cada 6 de febrero, con la celebración del Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, se intenta dar un paso más en una lucha que tiene en jaque a gobiernos y expertos del mundo de la salud. Gracias al trabajo de los profesionales y fundaciones, se combaten estas prácticas contra los derechos humanos para que lleguen a su fin. Ojalá algún día su objetivo se convierta en realidad y se apague por completo el grito silencioso de millones de mujeres que nos llega desde África.

Afecta a la salud de tres millones de niñas, la han padecido más de 130 millones de mujeres en países de África y Oriente Medio, y sus consecuencias son tan graves que incluso pueden provocar la muerte. A pesar de tan escalofriantes datos, la mutilación genital femenina no está entre las primeras formas de violencia de género que acuden a la mente. De manera errónea, se tiende a vincular estas agresiones únicamente con los ataques o asesinatos de hombres a sus parejas o exparejas pero, desgraciadamente, la ablación también acoge en su triste saco esta lacra actual.

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