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Las prácticas de las empresas asiáticas en Europa (y se parecen mucho a las chinas)
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foxconn y las nuevas tácticas productivas

Las prácticas de las empresas asiáticas en Europa (y se parecen mucho a las chinas)

Se ha investigado mucho sobre cómo se produce en países asiáticos, pero menos acerca de nuestro continente. Dos académicos descubren una realidad de la que se habla poco

Foto: Un trabajador descansando en las afueras de una fábrica de Foxconn en Shenzen. (Reuters/Tyrone Siu)
Un trabajador descansando en las afueras de una fábrica de Foxconn en Shenzen. (Reuters/Tyrone Siu)

El empleo en Europa es un problema serio, y no sólo porque las fábricas se deslocalicen, los minijobs se hayan implantado en Alemania o porque escaseen los puestos de trabajo en los países del sur, sino porque la competencia entre los estados de la UE construye un marco que las empresas aprovechan para obtener mejores condiciones. Lo llamativo, en este orden, no son las ayudas que los países proporcionan a las compañías para que se instalen, ni la disminución de la protección normativa en el terreno laboral, ni la reducción de los costes, sino la importación a nuestro continente de técnicas de gestión de la mano de obra que en otra época era impensable que pudieran darse legalmente en la UE.

Los investigadores Rutvica Andrijasevic, de la Universidad de Bristol, y Devi Sacchetto, de la Universidad de Padua, subrayan algunas de esas prácticas en el estudio ‘Disappearing workers: Foxconn in Europe and the changing role of temporary work agencies', donde muestran cómo experiencias de éxito en la gestión laboral realizadas en China son importadas y aplicadas en la UE.

Taiwán en Europa

En el texto se analizan los métodos de Foxconn, una firma de propiedad taiwanesa que es la mayor empresa de fabricación de productos electrónicos en el mundo, y que tiene su centro europeo en la República Checa, que es un importante centro de ensamblaje de esta clase de bienes. Foxconn, que cuenta con plantas en Eslovaquia, Hungría, Turquía y Rusia, se hizo internacionalmente conocida por sus prácticas en las plantas chinas, y especialmente en el Dark Case de Apple, pero poco se había investigado sobre su actividad en nuestro continente, a pesar de que Europa del Este es la segunda región en la producción electrónica actual, gracias a los bajos costes de la mano de obra, la existencia de trabajadores especializados y la proximidad al resto de países de la UE.

Los trabajadores que contratan tienen entre 20 y 35 años, son solteros y sin hijos y suelen provenir de Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia

Foxconn entró en la República Checa en 2000, cuando adquirió la infraestructura de un conglomerado exsocialista perteneciente al Grupo Tesla en Pardubice, a unos 100 km. de Praga. Allí se ensamblan ordenadores de sobremesa, portátiles, servidores y cartuchos de impresora para las marcas como HP, Sony, Samsung, Chimei, Innolux, Cisco y, hasta hace un par de años, Apple. Posee otra fábrica en el país y entre las dos emplean, ya sea directa o indirectamente, a unos 10.000 trabajadores.

Los checos, hombres entre 30 y 50 años, con formación universitaria y casados, tienen contratos estables y son los capataces y los supervisores

Pero su forma de operar llama la atención, ya que no sólo aprovecha las ventajas de fabricar en un país con costes comparativamente bajos, sino que aumenta sus beneficios contratando trabajadores extranjeros (de Mongolia, Vietnam o Ucrania) y habitualmente a través de empresas de trabajo temporal (nacionales de Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia), a los que recluta en su país de origen y traslada a Chequia.

Los viejos, para el empaquetado

En su organización, los empleados checos, en general hombres de entre 30 y 50 años, con formación universitaria, casados y con hijos, tienen contratos estables y suelen ser los capataces y los supervisores. El segundo nivel lo ocupan empleados (masculinos y femeninos) que provienen de países no pertenecientes a la UE, que cuentan con educación universitaria, y que ejercen de operadores o que son destinados a trabajos de reparación. La mano de obra que contratan a través de las agencias de trabajo temporal tiene entre 20 y 35 años, son solteros y sin hijos, suelen provenir de Rumanía, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia, y son destinados a la línea de montaje. Una minoría de la plantilla está formada por personas de 50 a 65 años, que son acompañados por sus hijos, y que realizan tareas de empaquetado.

Perciben 2,50 € por hora, unos 400 o 500 € por mes, dependiendo del número de horas trabajadas


Foxconn comenzó a contratar empleados a través de las agencias de trabajo temporal a finales de 2004, tras la introducción de cambios normativos en la legislación checa. Desde entonces, su plantilla ha estado formada por este tipo de asalariados en un 40 por ciento, aunque a veces, como en 2009, alcanza el 60 por ciento. El salario por hora de los trabajadores empleados directamente por Foxconn, aseguran Andrijasevic y Sachetto, es de alrededor de 3,50 € por hora, habitualmente unos 600 o 700 € al mes. Los contratados a través de la agencia percibían, en el momento de realización del estudio, 2,50 € por hora, unos 400 o 500 € por mes, dependiendo del número de horas trabajadas. Los turnos de trabajo y los horarios son diferentes para unos y para otros, y los de los extranjeros suelen ser más largos e irregulares que los de los empleados checos. Ambos suelen trabajar 12 horas por turno tres días a la semana, pero siempre tienen que estar disponibles, de forma que en los períodos con más tarea alcanzan fácilmente los 5 o 6 días por semana.

Transporte gratis

Los empleados que llegan a través de las agencias de trabajo temporal son trasladados a la República Checa sin coste alguno para ellos a través de coches o furgonetas que viajan durante los fines de semana y que paran en distintos puntos del país de origen para recogerles. Durante las principales fiestas, la empresa organiza viajes de ida y vuelta a estos países, lo que les permite también controlar los horarios de sus empleados: quien no se presenta a tiempo para el regreso, es despedido. También les devuelven a sus naciones de origen en los periodos de baja producción.

Cuentan, por cada 80 residentes, con dos duchas para las mujeres y de cinco a ocho para los hombres, y carecen de cocina

Normalmente, las empresas de trabajo temporal son las responsables de la realización del trabajo encargado, pero no es así en Foxconn, aseguran Andrijasevic y Sachetto, porque es la firma principal la organiza, controla y gestiona el rendimiento, a pesar de que los directivos de la fábrica afirmen lo contrario: “Los trabajadores cedidos no trabajan para Foxconn". Más allá de las plantas de producción, los dormitorios son fundamentales para la gestión de la mano de obra emigrante. En Pardubice, las residencias, antiguos hoteles, cuarteles o locales de la fábrica, se encuentran fuera de la ciudad. Los dormitorios suelen albergar cuatro trabajadores, pero no todos poseen cuarto de baño y cocina. En Veselka cuentan con dos duchas para las mujeres y de cinco a ocho para los hombres por cada 80 residentes y carecen de cocina, lo que implica que nunca pueden comer caliente, porque la comida del bar de la fábrica (entre 2 y 3€) es demasiado cara para lo que cobran.

Pisos por 150 horas

Además, estar en los alojamientos preparados por la agencia supone una mayor disponibilidad, ya que en cualquier momento el coordinador puede entrar en ellos y requerirles para volver al trabajo. Algunos de los empleados, para tener unas mejores condiciones de vida, optan por mudarse a pisos, de los cuales las agencias sufragan 115€, y los trabajadores el resto, entre 150 y 250 €, lo cual implica la realización de 150 horas de trabajo mensuales para poder afrontar el coste.

Un mes trabajé sólo 51 horas, y gané 200 €. Cada mañana fui a la fábrica para preguntar si había trabajo, pero me dijeron que no

El contrato de estos empleados de agencia se inicia con un periodo de prueba, y si se supera pasa a ser anual, o eso es lo que se les promete, porque la realidad suele ir por un camino diferente. En ese plazo no se les paga su salario íntegro, pero se les facilita un adelanto de 40€ por semana. La agencia encadena contratos temporales, lo cual supone una forma adicional de control, porque posponer el pago de los salarios provoca que los empleados continúen trabajando aunque estén descontentos con sus condiciones de vida, hasta percibir el sueldo íntegro. Tampoco se les da seguridad alguna sobre su empleo, porque las fluctuaciones de la producción hacen que no sepan seguro si van a tener trabajo al día siguiente. Así lo afirma uno de estos obreros contratados a través de agencia (Konrad, varón polaco): “Un mes trabajé sólo 51 horas, y gané 200 €. Cada mañana fui a la fábrica para preguntar si había trabajo, pero me dijeron que no. Había cientos de personas más, íbamos todos a la puerta y esperábamos a que el jefe nos seleccionase. Pero sólo contrataban a diez, de modo que el resto nos íbamos y esperábamos que nos llamasen por teléfono. No era raro pasarte una semana sin trabajar”.

Gestión privada de la inmigración

En estas condiciones, concluyen los investigadores, del mismo modo que en la China postcomunista, se establecen una serie de controles sobre la mano de obra, que conjugan la distancia de sus lugares de origen, la necesidad de supervivencia y la esperanza de conseguir trabajo habitual, y que son muy efectivos para las necesidades de la empresa, pero que resultan claramente lesivos. Estas prácticas demuestran, según Andrijasevic y Sachetto, cómo hemos pasado en Europa de un sistema en el que los flujos de migración laboral estaban organizados y regulados por los estados a un modelo mediado de gestión privada y global de la fuerza de trabajo, orientado a maximizar la utilización a corto plazo de la mano de obra. Y es de esperar que estas prácticas, lejos de ser una excepción, continúen extendiéndose.

El empleo en Europa es un problema serio, y no sólo porque las fábricas se deslocalicen, los minijobs se hayan implantado en Alemania o porque escaseen los puestos de trabajo en los países del sur, sino porque la competencia entre los estados de la UE construye un marco que las empresas aprovechan para obtener mejores condiciones. Lo llamativo, en este orden, no son las ayudas que los países proporcionan a las compañías para que se instalen, ni la disminución de la protección normativa en el terreno laboral, ni la reducción de los costes, sino la importación a nuestro continente de técnicas de gestión de la mano de obra que en otra época era impensable que pudieran darse legalmente en la UE.

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