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El secreto para ser feliz en Troms, la región noruega con menos depresivos
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LA FELICIDAD A MENOS 40 GRADOS

El secreto para ser feliz en Troms, la región noruega con menos depresivos

Noches que duran seis meses y un frío que cala los huesos; los escandinavos tendrían más motivos que nosotros para quejarse del invierno y, sin embargo, les encanta. Esta es la razón

Foto: La vida es una cuestión de actitud, incluso cuando nieva. (iStock)
La vida es una cuestión de actitud, incluso cuando nieva. (iStock)

El invierno y sus siniestros muñecos de nieve, sus atardeceres que empiezan a las cuatro y ese frío que se te cala en los huesos y hace que andes encogiendo los hombros durante meses, ovillado en tu abrigo como un esquimal o como el encapuchado Kenny de South Park. ¡Si es que hace un frío del carajo! ¿Cómo puede tener alguien espíritu navideño con este tiempo? Nochebuena debería celebrarse en agosto y con el bikini puesto… A los españoles nos encanta quejarnos del frío, y, en realidad, de casi todo. Pero nuestros vecinos noruegos viven sus gélidos y larguísimos inviernos con alegría. Porque ellos tienen el secreto para hacer ángeles de nieve y no del infierno, y eso que anochece en enero a las dos de la tarde y que las temperaturas llegan a descender hasta los menos 40 grados en regiones como Finnmark, la Laponia noruega, o Troms.

Precisamente en esta región del norte del país, una estudiante de doctorado de la Universidad de Standford, Kari Leibowitz, vivió un año investigando la salud mental de sus habitantes, que tenían unas tasas de depresión bajísimas en comparación a otras zonas nórdicas. Las conclusiones que extrajo ayudarían a cualquier a ver el invierno con otros ojos, y es tan sencillo y tan difícil a la vez como entender el profundo significado que encierra esta palabra: 'koselig'.

La palabra 'koselig' nos remite a una sensación de calidez que deviene de forjar vínculos fuertes con la comunidad a la que perteneces, entre otros

Aunque muchos lo han traducido simplemente como 'acogedor', este concepto escandinavo no solo se refiere a un lugar, sino que es extrapolable a agradables conversaciones, comidas en familia e incluso personas. Se refiere a una atmófera que produce una sensación de calidez, simple y reconfortante. Y como Leibowitz indica, todos podemos llevar el 'koselig' a nuestras vidas. Así es cómo lo hacen ellos.

Campoamor con bufanda y calentadores

Reza un verso muy cursi, pero no por ello falto de razón: “Nada es verdad ni es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”. Y en esto consiste la filosofía noruega sobre el invierno, en aprender a ver el vaso medio lleno, al menos de cubitos. Según Leibowitz, en las comunidades escandinavas las personas traban una relación muy estrecha entre sí y están muy unidas y activas socialmente.

Aunque lo que les entusiasma sobre todo del frío invernal es precisamente practicar esquí. Pero no es lo único que hacen al aire libre: “Aquí hay un dicho: el clima no es malo, sino que la ropa que llevas no es adecuada”, explica Leibowitz.

Nuestros inviernos nos regalan hermosos paisajes nevados y ocasos espectaculares, solo hace falta dejar la negatividad de lado y ser un poco escandinavos

Visualicen una chimenea y, alrededor, un grupo de amigos tomando una copa de vino, o una pareja al abrigo de un nórdico o a la luz de una velas. Son imágenes placenteras que nos hacen sentir bien con nosotros mismos, seguros y 'como en casa', y bajo esta premisa inclusive un festival de música o en una estación de esquí puede ser 'koselig'. Y es que la cuestión es ver nevar juntos y no quedarse en casa tiritando y temiendo una tormenta de nieve.

Y si a través del cristal de Campoamor, además de positivismo consigues atisbar belleza, tanto mejor. Porque no hay luz más mágica que la de primera hora de una tarde de febrero, por ejemplo, ni atardeceres más hermosos, aunque breves, que los de marzo. Y lo mismo les ocurre a ellos, claro que tienen auroras boreales y nosotros boinas de contaminación.

Desde luego no somos nórdicos, nuestro frío no cala tanto en los huesos y no anochece antes de la hora de comer; y aunque hay que admitir que sus paisajes nevados son realmente bonitos, lugares como Sierra Nevada o los Picos de Europa son también impresionantes. ¿Por qué no dejamos de quejarnos de una vez y nos unimos al 'norwegian lifestyle'? Viviríamos inviernos más felices.

El invierno y sus siniestros muñecos de nieve, sus atardeceres que empiezan a las cuatro y ese frío que se te cala en los huesos y hace que andes encogiendo los hombros durante meses, ovillado en tu abrigo como un esquimal o como el encapuchado Kenny de South Park. ¡Si es que hace un frío del carajo! ¿Cómo puede tener alguien espíritu navideño con este tiempo? Nochebuena debería celebrarse en agosto y con el bikini puesto… A los españoles nos encanta quejarnos del frío, y, en realidad, de casi todo. Pero nuestros vecinos noruegos viven sus gélidos y larguísimos inviernos con alegría. Porque ellos tienen el secreto para hacer ángeles de nieve y no del infierno, y eso que anochece en enero a las dos de la tarde y que las temperaturas llegan a descender hasta los menos 40 grados en regiones como Finnmark, la Laponia noruega, o Troms.

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