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Qué pasa cuando las mujeres se van de retiro sexual para 'conectar con sus vaginas'
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Reavivando instintos básicos en la Toscana

Qué pasa cuando las mujeres se van de retiro sexual para 'conectar con sus vaginas'

La disfunción sexual es un problema que afecta a muchas más mujeres en el mundo y que incluso puede acabar en depresión. No si antes una entrenadora sexual despierta su deseo

Foto: El viaje se traduce en cinco días en la Toscana para descubrir sus placeres más íntimos. (iStock)
El viaje se traduce en cinco días en la Toscana para descubrir sus placeres más íntimos. (iStock)

“En la década del 1800, la histeria se convirtió en un diagnóstico médico bastante común que afectaba hasta a un 75% de las mujeres de la clase media. Los síntomas incluían desmayo, ansiedad, insomnio, nerviosismo y problemas sexuales”, explica Jill Hamilton en Alternet.

Los tratamientos más comunes podían ir desde el ingreso en el manicomio hasta un tratamiento de una semana con médicos especialistas que “administraban un 'masaje pélvico' hasta que la paciente alcanzaba el 'paroxismo histérico'”, continúa Hamilton. Hoy sabemos que ese 'masaje pélvico' se traducía en que el doctor masturbase a su paciente y 'paroxismo histérico' cuando tenía un orgasmo.

Estas prácticas fueron tachadas de inservibles y dejaron de practicarse, pero ¿y si realmente las mujeres que sufren disfunción sexual o decaimiento de la libido necesitasen aprender a manejar controlar y tocar sus órganos sexuales para encontrar su propio placer? El machista y degradante 'necesita un buen polvo' podría más bien traducirse en 'necesita un buen retiro y reencontrarse con sus partes más íntimas'.

Así lo piensan en la organización Back to the Body, y desde hace años celebran retiros para mujeres sin apetito sexual en los que se ofrecen tratamientos muy parecidos a los de hace un siglo aunque desde un enfoque mucho más sensible. Pamela Madsen, entrenadora sexual y coordinadora de los grupos de retiro, define este estado de las féminas en el que no consiguen estar en contacto con sus instintos más carnales como “crisis del deseo femenino”, “desconexión vaginal” o, simple y llanamente, “coños enfadados”.

Desde pequeñas se nos inculca la idea de que nuestros cuerpos pueden meternos en problemas y que nuestros deseos son malos

Estos retiros a menudo se celebran en entornos paradisíacos como la Toscana italiana. En ellos las mujeres pueden disfrutar de masajes sensuales, talleres y ejercicios destinados superar la vergüenza y aprender a conectar con sus deseos sexuales. Uno de los ejercicios más comunes en estas reuniones es el yoga orgásmico, que más allá de llevarlas al éxtasis a través de la contracción de sus vaginas, sirve para que mediten sobre su propio cuerpo, deseos y sensaciones.

Además participan en charlas de grupo en las que les enseñan técnicas de expresión corporal y a estar abiertas a disfrutar de los placeres cotidianos. “Una de nuestras enseñanzas básicas es que sus vaginas son el centro de su cuerpo y que en ellas se concentra “la fuerza de la vida”, explica Madsen.

Mujeres desnudas descubriendo su placer

La presentación de Madsen da muestra de que no se andan por las ramas: se pone delante de todas, se desnuda y se sube encima de una mesa para darles la bienvenida. Algo así como una demostración en vivo de superación de la vergüenza y de los complejos. Claro que no todos los retiros son iguales. Como explica la propia entrenadora, “cada sesión es diferente así que nadie sabe qué coño hago allí: me excito, tengo orgasmos, me río, juego, grito, lloro...”.

El objetivo es enseñarles a disfrutar de sus cuerpos y sentir placer sexual. En los retiros es común tocarse o ver a otras haciéndolo. “Soy una mujer de 52 años de edad, que viste la talla 38 y con una cesárea a mis espaldas. Verme a mi es muy diferente a la pornografía, es alguien real disfrutando con su cuerpo. Muchas de ellas nunca habían hecho esto antes y les resulta aterrador”.

Todos los ejercicios y actividades están destinados a que encuentren y disfruten su propio placer, y la intensidad de las actividades va aumentando a medida que pasan los días. De un simple balanceo de caderas al caminar para explotar su atractivo sexual a aprender a masturbarse. “Me gusta cuando las mujeres se interesan por sus propios coños –término que utiliza a menudo porque lo considera amigable– y saben conectarse a ese lugar tan poderoso en sus cuerpos. Mirarlo, sentirlo, poner su mano sobre él y balancearla hacia delante y hacia atrás...”, se enorgullece la coordinadora.

Una cura para vaginas histéricas

Madsen piensa que la abnegación del placer en las mujeres comienza a una edad temprana. “Desde pequeñas se nos inculca la idea de que nuestros cuerpos pueden meternos en problemas y no debemos estar en contacto con nuestros deseos porque son malos. Cuando se trata de sexo no nos enseñan a desearlo”.

“Nos encontramos con un patrón de mujeres que sienten desde hace años que sus vaginas están adormecidas o enfadadas y observamos lo que sucede cuando se les permite explorar su deseo de una manera en la que no sientan vergüenza”, resume la especialista en sexualidad y relaciones de pareja. Ya tengan 22 o 15 años, sean delgadas o padezcan obesidad mórbida, los organizadores aseguran que los porcentajes de éxito del tratamiento son espectaculares: “Se enteran de que no están estropeadas o inservibles y descubren que sus cuerpos son herramientas increíbles de luz, inspiración y placer”, resume Madsen.

En los retiros luchan por quitarles de la cabeza la idea de que son unas histéricas o que tienen disfunción vaginal y tratan de conectarlas con su 'yo' primitivo y verdadero: “Cuando enseñas a las mujeres lo que de verdad necesitan y quieren; las ayudas a encontrar su esencia sexual y su deseo, estás creando un mundo de vaginas felices en el que unas mujeres apoyan a otras. Creo que esto va a salvar la Tierra”, asegura la entrenadora sexual.

Cada vez que organizan un retiro se agotan las plazas y aseguran que tienen una tasa de regreso del 98%, lo que hace preguntarse si acuden para solventar problemas no resueltos, meditar sobre lo aprendido o simplemente a pasar cinco días en la Toscana. Al fin y al cabo, las han enseñado a disfrutar de sus cuerpos y buscar el placer. En una semana en el paraíso, lo encuentran seguro.

“En la década del 1800, la histeria se convirtió en un diagnóstico médico bastante común que afectaba hasta a un 75% de las mujeres de la clase media. Los síntomas incluían desmayo, ansiedad, insomnio, nerviosismo y problemas sexuales”, explica Jill Hamilton en Alternet.

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