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Infierno en la oficina: cómo actuar si tu compañero te molesta con sus voces
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CUIDADO CON LOS RUIDOS EN LA OFICINA

Infierno en la oficina: cómo actuar si tu compañero te molesta con sus voces

Las oficinas, por lo general, se comparten entre muchas personas, lo que muchas veces no permite tener una gran privacidad, dejando al descubierto conversaciones

Foto: ¿Somos conscientes, cuando hablamos por teléfono, de que quizá estamos molestando a los demás? (iStock)
¿Somos conscientes, cuando hablamos por teléfono, de que quizá estamos molestando a los demás? (iStock)

Las oficinas, por lo general, tienen espacios reducidos o, aunque sean espaciosas, se comparten entre muchas personas. También hay otras que se dividen con pequeñas se separaciones o sólo cuentan con escritorios, lo que muchas veces no permite tener una gran privacidad, dejando al descubierto todas las conversaciones.

Este sistema de trabajo, en ocasiones, significa escuchar música que no se quiere, conversaciones ajenas y ruidos molestos de los demás. Por eso, una de las mejores opciones para no molestar a los demás es usar auriculares o emplear salas en las que se pueda mantener una conversación sin interrumpir a los demás.

Sin embargo, nunca falta el compañero que habla exageradamente fuerte por teléfono en horario de trabajo, y al que ni siquiera con auriculares, se puede evitar escuchar; de forma que obliga a los demás a oír todo lo que comenta. Pero lo más desagradable no es lo que dice, sino el tono que utiliza al hacerlo: alto, claro y extremadamente invasivo.

Se entiende que, en la oficina, como en cualquier otro lugar, existen diversas creencias, costumbres y comportamientos, pero el respeto y la tolerancia son dos cuestiones fundamentales que deben estar siempre presentes en toda convivencia, pues de otra manera es imposible mantener buenas relaciones interpersonales.

En estas situaciones el sentido común debe imperar, ya que compartimos un lugar cerrado destinado al trabajo y debemos entender que nuestros compañeros están concentrados desarrollando sus labores.

Sin embargo, existen personas que insisten en hablar fuerte por teléfono, y no les importa si interrumpen la concentración de los compañeros. Pero, ¿por qué actúan de esta manera?, expertos señalan que existen personas más bulliciosas que otras debido a los rasgos de su personalidad y que les impiden ajustarse a estos ambientes.

La psiquiatra Gema Cabrera señala: “El interrumpir el trabajo del otro, más que por falta de modales, es porque a veces somos tan egocéntricos que no vemos a la otra persona y por ende, no tenemos en cuenta sus necesidades”.

Este tipo de conductas no sólo afecta a los compañeros, también la imagen y la profesionalidad de una persona, lo que se traduce, en no respetar el entorno ni mucho menos ser empático con él.

Por todo ello es necesario fomentar el respeto en todos los lugares de trabajo, ya que es un valor fundamental para hacer posible las buenas relaciones interpersonales y la comunicación eficaz.

¿Qué hacer?

  1. El primer paso es hablar con la persona ruidosa, claramente con respeto y explicando cómo afecta a los demás.
  2. Escoger un lugar para realizar las llamadas telefónicas de larga duración o personales, alejándose del resto, y así poder tratar los asuntos en un lugar más aislado.
  3. Un buen recurso, es tomarlo con un poco de humor, pasar cerca y decirle lo que debe responder a la persona que le está llamando. Esto siempre ayudará a que el ambiente sea distendido.

“Es recomendable establecer horarios de llamadas, por ejemplo si todos los días llamamos a nuestra madre, hacerlo a la hora del descanso. Por supuesto que surgen imprevistos o emergencias, lo importante es que cuando atendamos llamadas desde la oficina, estas sean siempre cortas, para evitar al máximo las molestias a los compañeros”, afirma Javier Caparrós, director general de Trabajando.com España.

Caparrós agrega que “mantener un buen ambiente de trabajo es tarea de todos, y una de las cosas más importantes es no molestar al resto”.

Las oficinas, por lo general, tienen espacios reducidos o, aunque sean espaciosas, se comparten entre muchas personas. También hay otras que se dividen con pequeñas se separaciones o sólo cuentan con escritorios, lo que muchas veces no permite tener una gran privacidad, dejando al descubierto todas las conversaciones.

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