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Jabones, geles de baño y champús, principales causas de la infertilidad
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LA UE REVISA SU REGULACIÓN

Jabones, geles de baño y champús, principales causas de la infertilidad

Uno de cada tres productos químicos, clasificados como ‘no tóxicos’ y utilizados para la fabricación de artículos de uso diario, dañan los espermatozoides

Foto: Los detergentes son algunos de los artículos con más altas concentraciones de estas sustancias químicas dañinas. (Corbis)
Los detergentes son algunos de los artículos con más altas concentraciones de estas sustancias químicas dañinas. (Corbis)

Uno de cada tres productos químicos, clasificados como ‘no tóxicos’ y utilizados para la fabricación de artículos de uso diario, afectan negativamente a los espermatozoides. Los jabones, geles de ducha, champús y juguetes de plástico son algunos de los productos con más alta concentración de los denominados “disruptores endocrinos” (DE). Unas sustancias químicas que dañan la calidad del esperma y que, por tanto, explicarían el grave aumento de las tasas de infertilidad entre los hombres, según la hipótesis lanzada por un grupo de investigadores de alemanes y holandeses del Center of Advanced European Studies and Research.

La exposición a los DE, en general en dosis muy por debajo de los límites de exposición legalmente establecidos, se produce tanto en el lugar de trabajo, como en el hogar (por la contaminación de alimentos con plaguicidas y de productos de higiene personal) o en la calle por la contaminación del medio ambiente. Sin embargo, los detractores de estas sustancias critican que su salida al mercado no siempre se respalda en estudios científicos de peso, por lo que aún en la cantidad permitida podrían ser dañinas. Una tesis que apoyan en las prohibiciones a posteriori de sustancias perjudiciales como ocurrió en su día con el amianto, el plomo y numerosos pesticidas.

Las primeras conclusiones de los investigadores son que, en algunos casos, estos químicos o bien imitan a las hormonas sexuales femeninas, los estrógenos, o bien actúan como antiandrógenos

Las pruebas de toxicología realizadas a un número considerable de artículos de uso diario han dado positivo en lo que se refiere a su efecto directo en los espermatozoides. De los 96 artículos más presentes en la vida cotidiana, 30 de ellos tendrían un efecto directo sobre la proteína CatSper, que controla la motilidad del espermatozoide. Unos resultados que ya están en manos de las autoridades reguladoras de la UE para decidir si deben prohibir o imponer mayores restricciones a la utilización de los DE en ciertos productos.

El estudio, con financiación europea, forma parte de una investigación más amplia centrada en las causas del aumento de la infertilidad masculina, que se duplicó durante el último medio siglo. Las conclusiones se han adelantado en un momento en el que la Comisión Europea está revisando sus políticas sobre productos químicos con disruptores endócrinos.

Efecto cóctel

Las primeras conclusiones de los investigadores son que, en algunos casos, estos químicos o bien imitan a las hormonas sexuales femeninas, los estrógenos, o bien actúan como antiandrógenos, interfiriendo así en el sistema reproductivo masculino. Una alteración que provocaría la liberación prematura de las enzimas encargadas de penetrar y fertilizar el óvulo.

La infertilidad masculina se duplicó durante el último medio siglo

Por otra parte, el estudio publicado en EMBO Reports concluye que las dosis máximas legalmente permitidas son suficientes para desencadenar estas reacciones adversas, especialmente peligrosas cuando se produce un “efecto cóctel”, al exponerse a diferentes productos de este tipo. Entre ellos, además de los ya mencionados, también se encuentran los protectores solares, las botellas de plástico o los detergentes.

“Por primera vez hemos demostrado un vínculo directo entre la exposición a disruptores endocrinos y los efectos adversos sobre la función del esperma humano. Unas sustancias mucho más peligrosas de lo que se pensaba hasta ahora, aunque aún queda por comprobarse en los próximos estudios clínicos si nuestros hallazgos pueden explicar la reducción de la fertilidad, que es muy común en las sociedades modernas” apuntaba al diario The Independent uno de los autores del estudio, el profesor del Hospital Universitario de Copenhague Niels Skakkebaek.

El problema añadido de las neurotoxinas

La gran mayoría de la población ingiere estos productos químicos cada día, ya sea por el consumo de alimentos y bebidas contaminados con DE, o mediante la absorción a través de la piel en productos de cuidado personal tales como protectores solares y jabones. Recientemente, otro estudio publicado en The Lancet ya alertaba sobre los efectos de las denominadas neurotoxinas: una serie de sustancias químicas, de origen animal, vegetal o de naturaleza inorgánica, capaces de alterar el funcionamiento del sistema nervioso.

Estas sustancias desconocidas para el gran público, pero con las que entramos en contacto en nuestro día a día, serían las “responsables de la generalización de los problemas conductuales y cognitivos”. Entre ellas, el informe señalaba al metilmercurio, bifenilos policlorados, etanol, plomo, arsénico, tolueno, manganeso, fluoruro, clorpirifós, tetracloroetileno, difeniléteres polibromados y DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano). O lo que es lo mismo, insecticidas, disolventes y otras sustancias presentes en multitud de productos de uso cotidiano, como ya nos hacíamos eco en este diario hace unos días en el reportaje titulado “Pandemia silenciosa”: las 12 toxinas que acaban con tu cerebro.

Uno de cada tres productos químicos, clasificados como ‘no tóxicos’ y utilizados para la fabricación de artículos de uso diario, afectan negativamente a los espermatozoides. Los jabones, geles de ducha, champús y juguetes de plástico son algunos de los productos con más alta concentración de los denominados “disruptores endocrinos” (DE). Unas sustancias químicas que dañan la calidad del esperma y que, por tanto, explicarían el grave aumento de las tasas de infertilidad entre los hombres, según la hipótesis lanzada por un grupo de investigadores de alemanes y holandeses del Center of Advanced European Studies and Research.

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