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“Muchos presos tienen las mismas habilidades que los ejecutivos más exitosos”
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CATHERINE HOKE Y LAS SEGUNDAS OPORTUNIDADES

“Muchos presos tienen las mismas habilidades que los ejecutivos más exitosos”

Catherine Rohr es la CEO y fundadora de Defy Ventures, que explota las habilidades empresariales de los presos para ayudarles a reinsertarse

Foto: Catherine Rohr dejó un buen trabajo a los 27 años para dedicarse a ayudar a los presos estadounidenses.
Catherine Rohr dejó un buen trabajo a los 27 años para dedicarse a ayudar a los presos estadounidenses.

“Cuando visité por primera vez una prisión me di cuenta de que mucha gente encarcelada tiene un fuerte potencial emprendedor y habilidades que podrían utilizar para sus propios negocios, así que empecé a preguntarme qué ocurriría si les diésemos la oportunidad de desarrollarlas”. De esta forma define la CEO de Defy Ventures, Catherine Rohr, su primera visita a una cárcel. Esta tuvo lugar en el año 2004 en Texas, después de que un amigo le invitase a comprobar de primera mano la vida de los reclusos.

Lo que vio a sus 26 años de edad cambió la vida de la franco-canadiense para siempre. Los presos eran también seres humanos, y no sólo eso, sino que su experiencia en el mundo de las drogas o el crimen organizado implicaba la posesión de ciertas cualidades semejantes a las del mundo de los negocios. “Comprobé que muchas de esas personas comparten la misma iniciativa que algunos de los ejecutivos más exitosos”, explica Rohr a El Confidencial.

Tuve que trabajar duro. Todo el mundo al que llamaba me cerraba sus puertas. Me decían que no se podía hacer

Esta revelación le llevó a fundar en 2004 el Prison Enterpreneurship Program, que tenía como objetivo hacer llegar la educación de las Escuelas de Negocio a los presos. Rohr tomó dicha decisión tras seis años en una firma de capital riesgo, donde cobraba un buen sueldo, pero que no le llegaba a llenar. “Quise unir mis habilidades en los negocios con mi recién encontrada pasión por la lucha contra la injusticia, y para mí era el momento indicado”, explica la empresaria, que reconoce haber encontrado la fe a los 25 años, un acontecimiento que fue decisivo a la hora de poner en marcha PEP”.

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Catherine, en la Mocktail Competition de agosto de 2013. (Eddie Vega)

Siete años después de la apertura de PEP y dos después de su dimisión como CEO, Rohr puso en marcha el proyecto que recupera la idea de aquella primera empresa, Defy Ventures, que oferta programas anuales a los reclusos que, bajo la tutela de un ejecutivo local, compiten para conseguir los 100.000 dólares necesarios para desarrollar sus negocios. Un programa apoyado por Ashoka, la organización sin ánimo de lucro que se encarga de respaldar el trabajo de 3.000 emprendedores sociales.

El estigma de la vida en prisión

La célebre frase de Francis Scott Fitzgerald decía que no existen las segundas partes en las vidas americanas, pero Rohr parece empeñada en llevarle la contraria. Sobre todo, en un país como Estados Unidos donde más de 2 millones de personas viven entre rejas y casi un tercio de la población tiene antecedentes criminales. “Mucha gente que ha estado en prisión pasa su vida avergonzada, ocultándose. Hay grandes problemas de reinserción, porque los presos viven siempre estigmatizados. Una vez salen a la calle, las oportunidades son muy limitadas, sigue habiendo una gran discriminación”.

Como decía recientemente Piper Kerman, autora de Orange Is the New Black, Rohr es muy crítica con la auténtica utilidad del sistema penitenciario estadounidense. “Se llama el sistema correccional, pero creo que no corrige nada. Si eso fuera verdad, las tasas de reincidencia no se encontrarían entre el 50 y el 70%”, explica. “Es algo que hace gastar mucho dinero a los contribuyentes: en Nueva York un convicto cuesta 167.000 dólares al año. Se gasta mucho dinero en encerrar a la gente sin rehabilitarla, y es muy difícil para los políticos que se aprueben fondos con ese objetivo”.

Además, la cárcel sigue siendo un tabú, por lo que la iniciativa de Rohr ha sido criticada por ayudar a aquellos que han violado las leyes. Pero Rohr recuerda que el sistema penitenciario, tal y como está planteado, no sólo perjudica a los presos, sino también a la sociedad en su conjunto: “Hay un importante coste que la sociedad está pagando”. La empresaria recuerda que, por ejemplo, los niños son también víctimas del fracaso de las políticas de reinserción. “El 70% de los niños cuyos padres están encarcelados seguirán sus pasos. Si no apoyamos a los padres, habrá una herencia de enclaustramiento, pobreza y violencia que recibirán sus descendientes”.

Sobreponiéndose a las dificultades

Rohr se encontró con serias dificultades durante las primeras fases del proyecto, pero logró superar todas ellas. Para empezar, su edad (27 años) era un importante obstáculo para que le tomasen en serio. “Tuve que trabajar duro. Todo el mundo al que llamaba me cerraba sus puertas. La gente era muy escéptica sobre mi motivación y mis habilidades. Me decían que no se podía hacer”. Pero, finalmente, lo consiguió, y PEP se convirtió en un exitoso proyecto.

Coss llegó a ganar dos millones de dólares vendiendo drogas, y tenía 15 empleados a su cargo

Aunque el reto más difícil de su carrera estaba aún por llegar. En 2009, admitió frente a la junta de PEP que había mantenido “relaciones inapropiadas” con cuatro de sus graduados, algo que contravenía gravemente las leyes, por lo que dimitió. Devastada, se vio obligada a renunciar al sueño de su vida. Pero pronto, la ayuda y el cariño de sus amigos le animaron a arrancar con Defy Ventures, un reto aún mayor que PEP. “Fue incluso más difícil, porque con PEP era mucho más inocente, lo cual me fue útil”.

“Cuando comencé con Defy, sabía los retos que tendría que afrontar, lo que me causó miedo y dudas”. Hoy en día, Rohr explica a sus alumnos lo más importante que aprendió de esos años oscuros: a aceptar el pasado. Pero el trabajo dio sus frutos, como demuestran las historias de Rob Lilly o Coss Marte.

De magnate de la droga o poderoso empresario

“Rob es uno de nuestros graduados. Cuando lo conocí, nos dijo que pertenecía a la tercera generación de presos. Él fue encarcelado por tráfico de drogas”, explica Rohr. “No tuvo un buen padre. Pero abrió una compañía de catering, y en ella contrató a otros compañeros para darles una oportunidad”. Como confiesa la empresaria, a Rob le va muy bien, y ella misma contrató sus servicios para su segunda boda.

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Aún más sorprendente resulta la historia deCoss Marte. “En su adolescencia, llegó a ganardos millones de dólares vendiendo drogas, y tenía 15 empleados a su cargo. Entró a los 19 años en la cárcel”, relata la empresaria. “Los médicos le dijeron que no le quedaban más de cinco años de vida por los problemas derivados de su sobrepeso. Así que diseñó su propio programa de entrenamiento con el que llegó a perder más de 30 kilos, y ayudó a otro recluso a hacer lo mismo”. Al salir de la cárcel, Marte fundóCoss Athletics, que cuenta entre sus clientes con trabajadores de Goldman Sachs, además de abrir un campo de entrenamiento donde ayuda a otros presos.

Gran parte de la energía e iniciativa que ha demostrado la joven (aún tiene 35 años) ha sido heredada de su padre, un inmigrante que llegó a Estados Unidos con apenas unos dólares en el bolsillo. “También fue empresario, y me he criado en una familia muy emprendedora. Me sentaba a la mesa a los 7 años, y me decía: ‘tienes 60 segundos para tener una nueva idea y defenderla’”. Por ello, no es de sorprender que antes de cumplir los 30, Rohr hubiese formado ya su propia empresa. “Nos criamos en una familia en la que se nos animó a crear nuestros propios caminos y a no seguir trayectos prefijados”.

Se requieren habilidades organizativas, así que tienes que hacer una buena red de contactos

Es probable que próximamente, y con el aumento de la población mundial que vive encarcelada, se vean más iniciativas como Defy Ventures. ¿Qué recomienda a aquellos que deseen arrancar con un proyecto semejante? “En primer lugar, que aprendan todo lo que puedan sobre los programas que ya existen,para implementar todas las buenas ideas con las que se encuentren”, sugiere. “Se requieren habilidades organizativas, así que tienes que hacer una buena red de contactos y presentarte a los potenciales donantes, lo que es un trabajo muy duro. Si no eres capaz de convencer a la gente, lo vas a pasar mal”.

“Cuando visité por primera vez una prisión me di cuenta de que mucha gente encarcelada tiene un fuerte potencial emprendedor y habilidades que podrían utilizar para sus propios negocios, así que empecé a preguntarme qué ocurriría si les diésemos la oportunidad de desarrollarlas”. De esta forma define la CEO de Defy Ventures, Catherine Rohr, su primera visita a una cárcel. Esta tuvo lugar en el año 2004 en Texas, después de que un amigo le invitase a comprobar de primera mano la vida de los reclusos.

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