El economista líder contra el euro: "Permanecer en la UE nos cuesta mucho"
"El europeísmo es una enfermedad intelectual" que no nos ayuda a superar la crisis, afirma el economista y colaborador de The Guardian Costas Lapavitsas
La Unión Europea se está convirtiendo en el blanco al que cada vez apuntan más voces deseosas de destruir el proyecto común europeo. El euroescepticismo seduce tanto a los economistas de izquierda como a los pujantes partidos europeos de ultraderecha, cuyas propuestas programáticas para superar la crisis económica y de representatividad política pasan por abolir las instituciones europeas. Para la presidenta del Frente Nacional galo, Marine Le Pen, la UE es “una anomalía global” que, tarde o temprano, “colapsará como la Unión Soviética”. Cuando esto suceda, asegura, llegará una época de renacimiento y prosperidad. Un mensaje compartido por sus socios en el Parlamento europeo y que trata de extender a España. Según las primeras encuestas, estos partidos podrían acaparar hasta un 30% de los votos en las elecciones europeas del próximo mes de mayo.
El economista griego de la School of Oriental and African Estudies y colaborador de The Guardian, Costas Lapavitsas, es uno de los pensadores de izquierda que están abanderando las tesis contra el euro. Miembro del Research on Money and Finance (RMF), ha liderado junto a diferentes economistas de tradición keynesiana y marxista un demoledor informe contra los ajustes fiscales y salariales adoptados por los países de la UE. Ahora se ha traducido al español el libro que incluye las conclusiones de aquel primer informe y de otros dos que lo sucedieron, cada cual más crítico, bajo el título de Crisis en la Eurozona (Capitán Swing). Su mensaje, compartido por los economistas del RMF, no está exento de polémica, pero según asegura Costas a El Confidencial, cuanto más se tarde en abordar la cuestión de abandonar el euro “más se estancará la economía y más terreno ganará la extrema derecha en Europa”.
La manera correcta de tratar este tema no pasa por plantearse los costes económicos y sociales de la salir de la moneda única, explica agraviado Lapavitsas cuando se le hace esta pregunta. “Ese es el planteamiento de las fuerzas conservadoras y en particular de los poderes económicos. Tenemos que empezar por analizar los costes de permanecer en la eurozona porque después de aceptar la dura medicina de los recortes salariales, la reducción del gasto público, la subida de impuestos, las privatizaciones y la destrucción del Estado de bienestar seguimos con una perspectiva de estancamiento económico a largo plazo”, explica haciendo hincapié en las prospectivas económicas que recoge el libro. Por tanto, asegura que es imprescindible abandonar el euro para evitar este estancamiento, “el aumento de la pobreza, la pérdida de derechos democráticos y de soberanía nacional en los países periféricos”.
La inacción de la izquierda abona el campo a la extrema derecha
Desde la publicación del primer informe de la RMF (Eurozone Crisis: Beggar Thyself and Thy Neighbour)han pasado ya tres años y medio, lo que dota de una perspectiva temporal que permite asegurar al economista griego que hoy es menos traumática la ruptura de la eurozona, tanto desde el punto de vista económico como social. Por un lado, “la situación fiscal de los países periféricos se ha estabilizado y la competitividad se ha recuperado en gran medida”, mientras que por otro, añade Lapavitsas, “la gente está mucho más convencida de la idea de abandonar la eurozona porque es consciente de que la unión monetaria ha fracasado”.
Es imprescindible abandonar el euro para evitar que la economía se estanque a largo plazo y aumente la pobreza
La extrema derecha se ha dado perfectamente cuenta de este descontento y ya está demostrando que se jugará todo a la única carta del euroescepticismo para pescar votos en las aguas revueltas de la UE. Quizá por ello, Lapavitsas se muestra especialmente crítico con la inacción y la falta de determinación de los partidos de izquierda. “La ultraderecha se está beneficiando de la percepción social de que la izquierda no tiene nada que ofrecer, ya que sólo apuesta por mantener el statuquo y se la ve como una partidaria del euro que está dispuesta a hacer todo lo necesario para salvarlo”, lamenta el economista griego.
Syriza, la coalición de izquierda griega,es un buen ejemplo de ello. Aunque mediáticamente se les ha relacionado con los opositores al euro, en su programa apuestan claramente por mantenerse dentro de la eurozona. “A los ojos de la gente la izquierda es una fuerza sistémica del capitalismo contemporáneo, y esto es lo que realmente ayuda a que crezca la extrema derecha”, apunta el griego. De hecho, la “debilidad ideológica” de la izquierda”, es para Lapavistas de los aspectos “más deprimentes de la crisis”.
“A los alemanes también les interesa dejar el euro”
Para Lapavitsas no hay duda de que el euro es insostenible a largo plazo. “La Unión Económica y Monetaria representa un fracaso histórico gigantesco, que se ha intentado mantener asumiendo enormes costes sociales durante los tres últimos años”. En lugar de seguir adoptando medidas basadas en la austeridad y contra el interés de los trabajadores, dice, “hay que tomar el control de la banca y los flujos de capital, lo que es perfectamente posible porque la propia UE lo hizo en el caso de Chipre”. Una medida que, añade, evitaría también los hipotéticos ataques de los mercados y la fuga de capitales, “una amenaza real pero con la que tampoco se debe exagerar”.
La debilidad ideológica de la izquierda es uno de los aspectos más deprimentes de la crisis
El escepticismo político de Lapavitsas, o realismo según él mismo subraya, ni siquiera le permite imaginar la creación de un frente común entre los PIIGS (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España) para que reaccionen de manera sólida y conjunta con el objetivo defrenar las presiones fiscales y los recortes impuestos desde Bruselas (y Berlín). “Me temo que se trata de una ilusión. La defensa de lo que se llama ‘Europa de los pueblos’ o ‘Europa de los movimientos’ ni siquiera se ha planteado desde los países del sur. Más bien al contrario, han competido entre sí para negociar de forma individual con Alemania”. Por otro lado, la idea de un frente común de Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España, explica, “no tendría ninguna fuerza en la UE si Francia no se suma y lo lidera”.
La ruptura de la UE tampoco está exenta de la trampa del nacionalismo. Esta es la gran baza de Le Pen y sus homólogos en otros países, que difunden la idea, “falsa” según Lapavitsas, de que ‘los alemanes están siendo los grandes beneficiados por el euro’. “Como ya decíamos en los primeros informes de 2010 los trabajadores alemanes también han sufrido la congelación de sus salarios y su nivel de vida no ha mejorado. A todos los trabajadores de Europa les convendría salir del euro y detener las políticas de ayuda a la banca”, asegura. Lo que sí reconoce es que se ha producido una emergencia económica de los países centroeuropeos en detrimento de los del sur, pero “estos desequilibrios se producen también dentro de cada país”.
El europeísmo, “una enfermedad intelectual”
Para materializar estas intenciones y volver a utilizar una moneda diferente en cada país, Lapavitsas reconoce que es necesario diseñar una hoja de ruta y crear nuevas instituciones supranacionales “que estabilicen los tipos de cambio y no dejen a las divisas al amparo de los caprichos de los mercados”. Sin embargo, en este sentido no da pistas más allá de decir que “la experiencia de América Latina podría resultar muy valiosa”, en referencia al Mercosur o al Alba. Unas organizaciones deseables, dice, siempre que “cada país pueda tomar las decisiones que considere más adecuadas sobre su modelo productivo y su estructura económica, comercial y fiscal”. La armonización fiscal, añade, tampoco necesaria, ya que “sólo es el resultado de las fallas arquitectónicas del euro”.
Los actuales partidos de izquierda no tienen demasiadas papeletas para capitanear este hipotético futuro. Según este economista, “la izquierda ha aceptado en gran medida el europeísmo, una enfermedad intelectual que se generalizó en la década de 1990. ‘Europa’ se convirtió en una entidad trascendental para muchos, una idea que sustituye las viejas nociones de socialismo. Muchos partidos de izquierda se imaginaron que la UE contribuiría a superar las viejas divisiones nacionales y que traería progreso. Lo más triste es que los considerados revolucionarios también han sido víctimas del europeísmo”, como sería el caso de Syriza, claramente enfrentadoa los comunistas del KKE, de corte antieuropeo.
La defensa de la UE no es, según Lapavitsas, un planteamiento que merezca el apelativo de izquierdista. Al menos, matiza, “si entendemos como izquierda el socialismo y el anticapitalismo”. Por eso, urge a estas organizaciones a que se replanteen su visión sobre Europa, así como el papel de los Estados modernos y la forma en la que crear “un internacionalismo más eficaz para enfrentar este ataque, sin precedentes, del capitalismo”.
La Unión Europea se está convirtiendo en el blanco al que cada vez apuntan más voces deseosas de destruir el proyecto común europeo. El euroescepticismo seduce tanto a los economistas de izquierda como a los pujantes partidos europeos de ultraderecha, cuyas propuestas programáticas para superar la crisis económica y de representatividad política pasan por abolir las instituciones europeas. Para la presidenta del Frente Nacional galo, Marine Le Pen, la UE es “una anomalía global” que, tarde o temprano, “colapsará como la Unión Soviética”. Cuando esto suceda, asegura, llegará una época de renacimiento y prosperidad. Un mensaje compartido por sus socios en el Parlamento europeo y que trata de extender a España. Según las primeras encuestas, estos partidos podrían acaparar hasta un 30% de los votos en las elecciones europeas del próximo mes de mayo.