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Los 8 círculos del amor en la red: las mentiras sí funcionan
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''SÓLO SE PUEDE TENER UNA PAREJA A LA VEZ''

Los 8 círculos del amor en la red: las mentiras sí funcionan

Que la red ha cambiado para siempre la forma en que nos relacionamos con los demás, particularmente en nuestra vida amorosa, no es nada nuevo. De

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Los 8 círculos del amor en la red: las mentiras sí funcionan

Que la red ha cambiado para siempre la forma en que nos relacionamos con los demás, particularmente en nuestra vida amorosa, no es nada nuevo. De algo más de una década a esta parte hemos cambiado por completo nuestros hábitos a la hora de relacionarnos con nuestras parejas y de hecho, toda una generación de nativos digitales ha vivido ya sus relaciones sentimentales en un mundo en el que todas ellas están determinadas por el correo electrónico, los mensajes de texto, Facebook, Twitter, WhatsApp y una larga lista de aplicaciones que nos permiten relacionarnos con los demás. Por supuesto, amar, y todo lo que ello conlleva (entenderse, respetarse, aguantarse) nunca volverá a ser lo mismo, y en muchos casos, y como el hombre que descubrió el fuego, aún estamos aprendiendo a utilizar dichas herramientas de manera correcta. ¿Podemos refinar nuestras elecciones amorosas gracias a estas herramientas? ¿O, por el contrario, somos más celosos? ¿Ayudará internet a las almas solitarias a encontrarse mutuamente, o nos separará aún más?

Un informe publicado recientemente por la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, tras consultar a 20.000 parejas que se habían formado entre 2005 y 2012, señaló que el 35% de ellas se habían conocido a través de internet y que tan sólo el 7% se había separado. La conclusión era clara: las parejas que se conocen en la red duran más. Se trataba de un estudio significativo en cuanto que, revertía la tesis habitual mantenida por muchos expertos, que es que hacer énfasis en los aspectos negativos de las relaciones online.

Como señala a El Confidencial el ciberpsicólogo británico y divulgador Graham Jones, “por supuesto que es posible enamorarse de manera online. Hoy en día, uno de cada ocho matrimonios ha comenzado en la red. No hay nada diferente en empezar una relación online comparadas con las del mundo real. Lo que importa es la calidad de la relación”. En opinión de Aaron Ben-Ze’ev, profesor de filosofía en la Universidad de Haifa y autor de Love Online: Emotions on the Internet (Cambridge University Press), “son los sueños, más que el engaño, lo que caracterizan las relaciones online. A veces, acompañadas por un conocimiento profundo de la realidad”.Lo que más atractivo le resulta es la cantidad de posibilidades que le ofrece

Quizá no estemos tan ciegos como pensamos, aunque no todos los expertos se muestran de acuerdo, a pesar de que se han vencido muchas reservas. El antropólogo británico, biólogo evolucionista y autor de How Many Friends Does a Person Need? Dunbar’s Number and Other Evolutionary Quirks (Harvard University Press) Robin Dunbar explica a El Confidencial que el cerebro del hombre marcha, evolutivamente, un paso por detrás de su evolución tecnológica. Es el llamado retraso genómico. En otras palabras, quizá no estemos preparados para manejar correctamente la gran cantidad de estímulos, personas y relaciones que las tecnologías nos permiten mantener.

Nuestros cerebros no están lo suficientemente desarrollados, pero de todas formas, no mantenemos relaciones con todas las personas que están en internet”, explica el autor. Como buen psicólogo evolucionista, Dunbar es de la opinión de que “hay suficientes evidencias para mantener que los seres humanos sólo pueden tener una pareja a la vez”. De hecho, Dunbar da nombre al célebre número de Dunbar, que es la cantidad de relaciones sociales que, por el tamaño de nuestro neocórtex, podemos mantener al mismo tiempo, y que situó en 150. Una cifra muy lejana de las 2.100 millones de personas que se cree disponen de acceso a internet hoy en día. A continuación, os traemos la historia de Álex y Marta, una buena excusa para descubrir las ventajas –y problemas– del amor en la red.

1.- Perdidos en el supermercado o cómo podemos elegir entre millones de personas (y seguimos enamorándonos de nuestros vecinos)

Lo que ocurrió: Álex tiene un buen trabajo en una compañía informática, acompañado de un buen sueldo, un buen horario y mucho tiempo libre. Pero le falta lo que él considera lo más importante: una novia (o, al menos, alguna clase de compañera). Así que, después de un largo período en el dique seco, ha decidido vencer sus prejuicios y probar suerte en una página de contactos online. Los primeros días, apenas dedica cinco minutos por la noche a la página, simplemente para comprobar si alguien le ha escrito, lo que raramente ocurre. Pero poco a poco, Álex comienza a engancharse y a pasar cada vez más tiempo en dicha red social. Rediseña su perfil, sustituye su foto de carnet por otra hecha ex profeso para la ocasión (aderezado, eso sí, por un par de filtros de Instagram), y cada vez comienza a interactuar con más chicas.

Lo que más atractivo le resulta de la página es la gran cantidad de posibilidades que le ofrece, tanto en rango de edades como de ocupaciones o incluso nacionalidades. A ratos, Álex tiene la sensación de que podría ponerse en contacto con cualquier mujer del mundo, y que esta le haría caso, al contrario de lo que ocurriría en un bar. En apenas un mes, pasa sus noches en dicha red social, y de repente empieza a sentir ansiedad por responder demasiado tarde a un mensaje o por pasar un fin de semana desconectado, así que el móvil se convierte en su mejor aliado.

Es el aspecto artificial de la gente lo que nos empuja a enamorarnos¿Por qué ocurrió? Muchos podrían pensar que la expansión de las fronteras digitales ha provocado que, en el año 2013, podamos, en potencia, interactuar con cualquier persona de este planeta. ¿Pero es ahora el mundo un bar inmenso en el que las oportunidades de encontrar pareja se suceden sin parar? El antropólogo Robin Dunbar lo pone en tela de juicio, y señala que aunque “obviamente, el mercado es mucho mayor, pero no se acerca ni de lejos a todo el planeta (¡ni siquiera habría tiempo para revisar cada uno de ellos!) La única diferencia es que te ofrece más posibilidades para elegir de las que tendrías en el mundo real”.

El profesor de la Universidad de Nueva York Dominic Pettman este cambio en la percepción y las motivaciones que mueven al ciudadano contemporáneo e hipertecnologizado a la hora de establecer relaciones amorosas. Como indicaba en una entrevista con El Confidencial, “la pareja, la forma básica del amor romántico durante tantos siglos, se encuentra amenazada por el vértigo de todas las posibilidades de la vida posmoderna”.

Según el autor, hemos pasado a una extrema subjetivización del amor y las relaciones personales. Pettman no está de acuerdo en que exista de verdad una división entre la vida real (del mundo físico) y la vida falsa (del mundo virtual), ya que esa frontera se ha desvanecido para siempre. Es más, lo virtual siempre ha formado parte del proceso amoroso, ya que “es el aspecto artificial de la gente lo que nos empuja a enamorarnos, puesto que es lo que nos diferencia a unos de otros”. El autor va más allá y señala que, cada vez con mayor frecuencia, nuestros objetos de deseo se fragmentarán en multitud de estímulos que, en muchos casos, ya no serán propiamente humanos. 

Ben Ze’ev añade que “en algunas ocasiones, internet puede hacernos muy felices porque nos permite tener relaciones que son mejores que las que tenemos offline. Son mejores en cuanto que no tienen las limitaciones de la realidad. Pero pueden hacernos daño en la medida en que exigen una gran parte de nuestro tiempo y nos introducen en un mundo de fantasía que entra en conflicto con nuestra vida cotidiana”.

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2.- Esa mirada furtiva en un bar (o ese mensaje inesperado a media noche)

Lo que ocurrió: La bandeja de entrada de Álex empezaba a estar llena de mensajes de chicas procedentes de todas las partes del mundo (o, mejor dicho, del primer mundo). Entre ellas figuraban, por ejemplo, una misteriosa mujer paquistaní que, a medida que enviaba más mensajes a Álex, cada vez parecía menos una paquistaní (y también parecía menos ser una mujer). La gran cantidad de respuestas, flirteos e insinuaciones habían proporcionado durante los primeros días unos cuantos chutes de autoestima a Álex, pero pronto se dio cuenta de que sus relaciones no llegaban a ningún sitio. Todo terminaba en un círculo vicioso que no conducía a ninguna parte.

Un buen día, Álex salió de fiesta con una vieja amiga de la universidad y allí conoció a Marta, con la que conectó rápidamente. Al día siguiente, Marta le escribió para decirle que le había gustado conocerle, y pronto empezaron a intercambiar mensajes con cierta frecuencia.Aunque en nuestra vida en red estamos buscando continuamente gratificación inmediata, no es algo tan diferente al mundo real

¿Por qué ocurrió? Como explica Graham Jones, “aunque en nuestra vida en red estamos buscando continuamente gratificación inmediata, no es algo tan diferente al mundo real. En un bar, cuando un hombre sonríe a una mujer, si ella devuelve la sonrisa es más probable que piense que le gusta que otra que se toma su tiempo para responder”. Así pues, la satisfacción temporal que sentía Álex al recibir mensajes de desconocidas anónimas, aunque estas no significasen realmente el comienzo de una relación amorosa o pasional, no estaba injustificada. Como recuerda Jones, “la gratificación temporal no tiene por qué ser necesariamente fantasía, es una parte significativa en el desarrollo del amor”.

¿Están las relaciones en internet marcadas por el engaño, como tantos afirman? Ben Ze’ev explica que “las relaciones románticas casi siempre han implicado elementos de engaño, porque se supone que incrementan la atracción romántica y reduce el riesgo de que la relación se termine”. El ciberespacio, explica, da aún más medios para mejorar ese tipo de engaño, por lo que es más habitual tanto que modifiquemos nuestra propia imagen de cara a los demás como que conformemos ideas equivocadas de aquellas personas que nos atraen.  

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3.- Enamorándonos ¿de un perfil de Facebook o de una persona real?

Lo que ocurrió: Todo empezó a marchar como la seda, y Álex se dio cuenta de que el interés que sentía hacia Marta era mutuo. Aunque se habían conocido en persona, la red les permitió conocerse con más profundidad, sin ni siquiera tener que quedar para cenar. Marta confesó que acababa de terminar recientemente con una relación muy larga que la había dejado marcada. Álex no tenía una relación seria desde hacía unos cinco años, pero por empatizar con su potencial nueva pareja, le contó que él había pasado por algo semejante recientemente. El joven se arrepentiría poco después de haberle mentido, pero en ese momento, sintió que había hecho lo correcto. ¿Por qué lo había hecho? Seguramente, porque de esa manera se sentía un poco más cerca de Marta, y creía que compartir una experiencia de ese tipo le daría más posibilidades ante ella.

Sin embargo, cuando saltaron de la red a la vida real y empezaron a quedar, Álex sentía con frecuencia que no existía una gran correspondencia entre esa persona con la que se escribía, se enviaba correos y mensajes (a veces subidos de tono) y la que conocía en persona, mucho más recatada, y por un momento se preguntó si no estaría enamorándose de una persona equivocada, o directamente, de una persona que no existía.

¿Por qué ocurrió? Robin Dunbar recuerda que el autoengaño es parte fundamental de todo proceso amoroso, y no únicamente de los que nacen en la red, aunque sea cierto que las características peculiares de este tipo de comunicación contribuyen a la elaboración de personajes ideales que no se corresponden con la realidad. “Cuando nos enamoramos en el mundo real, creamos una imagen ficcional de esa persona, es el efecto habitual de las gafas de sol rosas, que nos llevan a pensar que dicha persona es perfecta e ideal. Parece ser que no podemos establecer una relación romántica (o un compromiso de cualquier tipo) sin ese efecto”. Como recuerda Dunbar, si nos enamoramos de alguien en internet, “estamos enamorándonos de alguien basándonos en una serie muy limitada de pistas. Hay otras que utilizamos en nuestra vida diaria para filtrar las personas que más nos interesan, y que son más cercanas, como el olor”.

“La diferencia fundamental en internet es que la realidad no se impone tan rápidamente”, prosigue el profesor. “En la vida real, la persona ideal que creamos se confronta constantemente con la realidad y eso evita que nos llevemos a equívoco. En Internet, intercambiamos mensajes antes de conocernos, así que para el momento en el que finalmente conocemos a dicha persona, hemos creado una imagen completamente irreal, que es casi completamente imposible de hacer desaparecer incluso aunque esta empiece a comportarse de manera totalmente inadecuada (como ocurre con los romance scams)”. Dunbar se refiere con este concepto a esas relaciones falsas que tienen como objetivo hacerse con información de contraseñas, cuentas bancarias, etc., para cometer fraude financiero. Uno de los grandes peligros de este amor en la red.

4.- Nace el amor (¿para toda la vida?)

Lo que ocurrió: Un mensaje de Facebook dio paso a una cena, una cena dio paso a la pasión y, después de unas semanas, la pasión terminó convirtiéndose en algo parecido al amor, y este, en una convivencia pacífica, marcada por la confianza mutua, el respeto, y sobre todo, la sensación de que algo positivo y duradero podría estar naciendo. Sin embargo, también era el momento en el que su hipotético amor comenzaba a ponerse a prueba, y cuando finalmente, cara a cara, habrían de decidir si estaban hechos el uno para el otro, o no era así.

¿Por qué ocurrió? Cada vez son más los que se suman a la opinión de que internet permite establecer relaciones amorosas positivas. Según una encuesta realizada por el think tank Pew Research Center, mientras que el público general aún recela de las nuevas tecnologías para encontrar pareja, aquellos que han utilizado servicios online para encontrar pareja consideran en su amplia mayoría que estos son altamente positivos. En concreto, el 79% estimaba que es una manera muy útil de conocer gente, mientras que entre la población general, apenas un 44% de la población general se mostraba de acuerdo.

Cuando conocemos finalmente a esa gente en persona, entran en juego los criterios biológicosComo recuerda Robin Dunbar, y tal y como ocurre con Álex y Marta, las relaciones amorosas pueden nacer en internet, pero se desarrollan en la vida real, por lo que los factores que habían quedado fuera de la ecuación en un primer momento vuelven a irrumpir con fuerza. “Necesitamos conocer a esa gente que nos gusta en la vida real, por lo que cuando lo hacemos, es momento para aplicar los viejos criterios biológicos. La única diferencia parece encontrarse en que la imagen ‘virtual’ que hemos creado de ellos de manera online, antes de conocerlos en un bar, puede ser tan fuerte que la realidad no la desmienta”.

Ben Ze’ev alerta de que “en el amor online, la imaginación juega un rol crucial, pero estamos en contacto en gente real en un mundo real. Internet puede proporcionarnos tanto experiencias positivas como negativas”. Pero, ¿qué ocurrió con Álex y Marta, en cuál de esos dos grupos tendrían que clasificarse? ¿Habían diseñado una imagen incorrecta de sus respectivas parejas, o por el contrario, habían acertado?

La segunda parte de este reportaje se publicará mañana.

Que la red ha cambiado para siempre la forma en que nos relacionamos con los demás, particularmente en nuestra vida amorosa, no es nada nuevo. De algo más de una década a esta parte hemos cambiado por completo nuestros hábitos a la hora de relacionarnos con nuestras parejas y de hecho, toda una generación de nativos digitales ha vivido ya sus relaciones sentimentales en un mundo en el que todas ellas están determinadas por el correo electrónico, los mensajes de texto, Facebook, Twitter, WhatsApp y una larga lista de aplicaciones que nos permiten relacionarnos con los demás. Por supuesto, amar, y todo lo que ello conlleva (entenderse, respetarse, aguantarse) nunca volverá a ser lo mismo, y en muchos casos, y como el hombre que descubrió el fuego, aún estamos aprendiendo a utilizar dichas herramientas de manera correcta. ¿Podemos refinar nuestras elecciones amorosas gracias a estas herramientas? ¿O, por el contrario, somos más celosos? ¿Ayudará internet a las almas solitarias a encontrarse mutuamente, o nos separará aún más?