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La moda de 'secuestrarse'
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LOS FALSOS SECUESTROS SE DUPLICARON EN 2012, SEGÚN LA POLICÍA NACIONAL

La moda de 'secuestrarse'

La noticia llegó hasta el británico The Guardian. El pasado 21 de enero, hacia las 3 de la tarde, un niño de 11 años de Xinzo de

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La moda de 'secuestrarse'

La noticia llegó hasta el británico The Guardian. El pasado 21 de enero, hacia las 3 de la tarde, un niño de 11 años de Xinzo de Limia (Ourense) envió un sms a su padre para darle la peor de las noticias: había sido secuestrado. Cuando él marcó su número, le contestó entre sollozos que estaba en el maletero de un Seat de color azul. Se desató la alarma: un centenar de guardias civiles, según laprensa local, cercó la provincia, se avisó a las autoridades portuguesas y a las de Madrid... Hasta que, apenas dos horas más tarde, el progenitor, también agente del Cuerpo, advirtió que habían desaparecido las llaves de otro piso de su propiedad, y se descubrió que allí andaba el chico, solo y en completa libertad. El pequeño aprendiz de Bartolín (aquel concejal de La Carolina que en 1998 se presentó ante la policía en Irún asegurando que conseguido escapar de un secuestro de ETA) había fingido todo, quizá porque aquella misma tarde su padre tenía prevista una reunión con un profesor.

La suya ha sido "una de las tretas más exageradas que jamás haya inventado nadie para evitar esa pesadilla infantil tan común", señalaba con sorna el diario británico. Sin embargo, si se atiende a la preocupación de los familiares y sobre todo a los medios policiales que se activan cada vez que salta la noticia de un secuestro, real o ficticio, la cosa tiene menos gracia. En la Sección de Secuestros y Extorsiones de la Policía Nacional no tienen tiempo estos días de confirmar si llegaron a involucrarse en el suceso de Xinzo, quizá porque están ocupados en otros de mayor gravedad: esta misma semana, por ejemplo, un empresario de Alcorcón (Madrid) y su pareja fueron retenidos por unas horas por cuatro individuos que más tarde huyeron, armados, de los agentes.  

El pasado año, esta sección especializada investigó asuntos como los de la operación Préstamo (el secuestro de un ciudadano de origen chino por deudas de juego), Pekín (en este caso, era toda una familia la retenida, con extrema violencia) y Bangla (la víctima, de origen bengalí, fue liberada tras el asalto de los GEO al zulo donde permanecía oculta). En total, en 2012 colaboró en 9 casos internacionales y actuó en 17 denuncias de secuestros reales que se interpusieron en el territorio nacional. Lo que sorprende de sus datos, sin embargo, es que tuvo también que ocuparse de un número mayor de secuestros falsos: 24, el doble que en 2011.

¿Cuáles son los móviles de estos últimos? Los expertos señalan varios, la mayoría, aunque no siempre, con un componente económico, lo que podría hacer sospechar que tras su aumento está la crisis: deudas, ludopatías, infidelidades... que llevan a ciertos sujetos a intentar justificar su ausencia o sanear su economía engañando de esta forma a familiares y amigos. Una conducta que constituye un delito recogido en el artículo 457 del Código Penal, que impone una multa de 6 a 12 meses, con un mínimo de dos euros diarios. Y lo que es peor: por mucho que los investigadores sospechen desde el primer momento que se trata de una burda simulación, en todos ellos ha de ponerse en marcha el mismo protocolo de actuación que en un secuestro real, hasta que se localiza a la víctima o a quien finge serlo.

Es lo que ocurrió el pasado 31 de diciembre, cuando una joven mandó varios sms a sus padres asegurando que estaba secuestrada en Egipto, hasta donde se desplazaron varios negociadores de esta sección, sólo para comprobar que era una artimaña. O el 1 de enero, cuando un joven sueco que pasaba el fin de año en Marbella pidió 3.000 euros por su propia liberación. A estos casos, que citan ellos, se puede añadir el del vecino de Lleida que en septiembre pidió rescate por teléfono y mail, asegurando que quienes lo retenían le habían roto varios dedos y amenazaban con seguir hiriéndolo. Fue encontrado ileso. O el del mecánico italiano del equipo de automovilismo BVM Target, que llamó entre lágrimas a su mánager en el circuito aragonés de Motorland el pasado mayo, diciendo que sus secuestradores lo liberarían tras el pago de mil euros, y que fue localizado sano, salvo y rumiando un buen montón de inverosímiles explicaciones en un coche de la propia compañía. O el del hombre de Lorca que denunció la desaparición de su pareja en julio, alegando que le habían exigido 500 euros para liberarla: los investigadores la localizaron en un domicilio de Liria, del que salía y entraba, como si tal cosa, con su hija. O el que, en enero de 2012, reclamó 23.100 euros para pagar solucionar sus problemas económicos, diciendo que estaba retenido en un domicilio de Madrid... donde vivía una familia que nada sabía del asunto.

Todos ellos cayeron en varios errores que pueden hacer sospechar a las autoridades que se trata de una simulación. Primero, las cantidades reclamadas, que en su caso suelen ser muy pequeñas o demasiado redondas, tanto como el cheque que la víctima fingida tiene pendiente de pagar. Segundo, el hecho de que sea el propio secuestrado quien llame a la familia o al entorno. Y tercero, mucho más burdo: que simule la voz del imaginario captor.

Eso hizo, en 2009, la empleada de un cura valenciano, que pretendía sacarse un sobresueldo de 6.000 euros. Para la historia quedó también el fingido secuestro y heroica huida, en 1998, de Bartolomé Rubia, Bartolín, pero la palma en la historia nacional del secuestro falso quizá se la lleve una mujer que consiguió de su marido más de 600.000 euros entre 2001 y 2006, años en los que le aseguró que sus hijos habían sido secuestrados hasta en siete ocasiones. Aquí, el error lo cometió también la víctima de la estafa, el padre: nunca, dicen los especialistas, es aconsejable pagar un rescate. No si es fingido, por razones obvias, y aún menos si es real: si recibe el dinero, el secuestrador "pedirá el doble, o añadirá un cero más", según señalaba hace tiempo uno de los miembros de la citada sección de la Policía Nacional.

La noticia llegó hasta el británico The Guardian. El pasado 21 de enero, hacia las 3 de la tarde, un niño de 11 años de Xinzo de Limia (Ourense) envió un sms a su padre para darle la peor de las noticias: había sido secuestrado. Cuando él marcó su número, le contestó entre sollozos que estaba en el maletero de un Seat de color azul. Se desató la alarma: un centenar de guardias civiles, según laprensa local, cercó la provincia, se avisó a las autoridades portuguesas y a las de Madrid... Hasta que, apenas dos horas más tarde, el progenitor, también agente del Cuerpo, advirtió que habían desaparecido las llaves de otro piso de su propiedad, y se descubrió que allí andaba el chico, solo y en completa libertad. El pequeño aprendiz de Bartolín (aquel concejal de La Carolina que en 1998 se presentó ante la policía en Irún asegurando que conseguido escapar de un secuestro de ETA) había fingido todo, quizá porque aquella misma tarde su padre tenía prevista una reunión con un profesor.