La CIA, el Mosad o el MI5 tienen sello de mujer: “Los hombres no valen para espiar”
“Las mujeres espías son mejores que los hombres por su
“Las mujeres espías son mejores que los hombres por su habilidad para desempeñar roles distintos, descifrar las situaciones, realizar varias tareas a la vez, analizar a las personas y el terreno en el que se desenvuelven o anteponer los objetivos de la misión a su ego”. Así opinaba en la publicación israelí Lady Globes Tamir Pardo, director del Mosad, la agencia de inteligencia hebrea considerada como una de las más importantes del mundo. Pardo, una persona hermética poco dada a salir en los medios de comunicación y menos a saltarse el protocolo interno dando pistas sobre la organización que dirige, solo ha descrito la realidad de una agencia donde prima la presencia femenina para reconocer que sus logros más sonados desde los años 80 han sido alcanzados por mujeres.
El espionaje femenino no es un fenómeno únicamente israelí, sino que en la CIA y el MI5 británico sus mejores agentes secretos son también mujeres. La exagente secreta Lindsay Moran, que trabajó para la CIA durante cinco años reclutando y formando a nuevos miembros de la agencia en Europa del Este, explicaba recientemente a la revista Forbes que los más destacados reclutadores en el extranjero fueron siempre mujeres. “Uno de los secretos mejor guardados de la CIA es que sus espías más talentosos son mujeres, sobre todo en el campo del reclutamiento, donde siempre fueron mayoría”, explica Moran.
Una de las primeras mujeres que rompió la brecha de género dentro de los servicios secretos fue la británica Stella Rimington, quien llegó a ocupar la dirección general del MI5 entre 1992 y 1995. Como ella misma cuenta, “un buen espía debe combinar sus capacidades mentales, la intuición y la acción”, unas actitudes que, dice, saben manejar mejor las mujeres que los hombres. Su experiencia personal en el MI5 no siempre fue un camino fácil, pues cuando entró en la agencia en los años 70 tuvo que desenvolverse en un mundo que era eminentemente masculino.
Las cualidades innatas de las mujeres para el espionaje
Mujeres de la talla de Rimington rompieron la brecha de género en las agencias secretas y abrieron la puerta a la entrada masiva de otras agentes. Sus logros no se hicieron esperar reafirmando la apuesta por feminizar las agencias. Uno de los más sonados lo protagonizó en 1986 la agente del Mosad Cheryl Hanin, conocida por el pseudónimo de Cindy. Esta espía fue la responsable de localizar e identificar al extécnico nuclear israelí Mordechai Vanunu, quien pretendía vender información sobre el programa nuclear del país hebreo. Hanin logró seducir al ingeniero y lo convenció para que viajase de Londres a Roma, donde le tendió una trampa. Después de drogar a Vanunu los trasladó a Israel, ya con la ayuda de otros agentes, donde se le juzgó y condenó por traición a la patria mediante la revelación de secretos de estado.Podemos flirtear con las fuentes, pero la línea roja la marca el sexo
El propio director del Mosad reveló en la misma entrevista concedida a Lady Globes que existen ciertas cualidades que desarrollan con más facilidad las mujeres, como la localización de personas, el rastreo de pistas, la sutileza para no llamar la atención y la capacidad para extraer más información en las entrevistas o interrogatorios. Aunque la plantilla del Mosad está integrada casi a partes iguales por hombres y mujeres, Pardo reconoce que estas últimas “tienen una ventaja de partida” a la hora de entrar en acción.
La exagente Moran explica que las mujeres cuentan con una cualidad innata para ser espías, pues “hacemos amigos con más facilidad, analizamos mejor a los sospechosos descubriendo sus fortalezas y debilidades, y, en definitiva sabemos cómo identificar y evaluar a las fuentes potenciales para sacarles información”. Contrariamente a lo que se puede pensar, para ser un agente secreto no hacen falta demasiadas dotes físicas, sino un ‘don de gentes’ y una desarrollada capacidad interpretativa.
“No nos permitirían acostarnos con alguien para obtener información”
La clave para sobrevivir en este mundo, continúa Moran, no cosiste en tener unas condiciones físicas superiores a las del enemigo, sino en identificar las amenazas y a las personas o situaciones de peligro para evitarlas. “Por nuestra naturaleza, las mujeres siempre estamos pendientes de las amenazas de nuestro entorno y de las personas sospechosas. Somos el sexo débil y por eso hemos evolucionado así”. Y es que en cuestiones de inteligencia se aplica el dicho popular de que “más vale fuerza que maña”.Usamos nuestra feminidad porque cualquier estrategia es válida para el espionaje
La capacidad para saber escuchar también está más desarrollada entre las mujeres. “A muchos de los hombres que recluté para servir como agentes de la CIA tuvieron que recibir muchas clases para aprender a escuchar y para saber obtener información de sus fuentes; algo que las mujeres no necesitaban tanto porque para nostras son cosas casi naturales”, explica la exagente. Además, destaca que para las mujeres es más fácil buscarse una coartada: “Las aventuras amorosas son plausibles en cualquier circunstancia y en cualquier parte del mundo”, bromea. “Una mujer que sonríe tiene más posibilidades de tener éxito a la hora de introducirse en zonas restringidas o llegar a las fuentes”, sentencia Yael, una de las agentes del Mosad.
Efrat, otra de las espías citadas en el polémico reportaje que publicó en Israel Lady Globes, confiesa que “usamos nuestra feminidad porque cualquier estrategia es válida”. A pesar de ello, reconoce que existen ciertas líneas rojas y “a las agentes no se nos utiliza como objetos sexuales, podemos flirtear con las fuentes, pero la línea roja la marca el sexo”. Estos límites están muy claros dentro de los servicios secretos: “Aunque creamos que podemos cerrar una importante misión si nos acostamos con el jefe de Estado iraní, ningún mando del Mosad nos permitiría hacerlo”.
“Las mujeres espías son mejores que los hombres por su habilidad para desempeñar roles distintos, descifrar las situaciones, realizar varias tareas a la vez, analizar a las personas y el terreno en el que se desenvuelven o anteponer los objetivos de la misión a su ego”. Así opinaba en la publicación israelí Lady Globes Tamir Pardo, director del Mosad, la agencia de inteligencia hebrea considerada como una de las más importantes del mundo. Pardo, una persona hermética poco dada a salir en los medios de comunicación y menos a saltarse el protocolo interno dando pistas sobre la organización que dirige, solo ha descrito la realidad de una agencia donde prima la presencia femenina para reconocer que sus logros más sonados desde los años 80 han sido alcanzados por mujeres.