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El futuro de la universidad, los centros para los muy ricos
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El futuro de la universidad, los centros para los muy ricos

Muy pronto, las más de tres mil libras que universidades británicas como Oxford llegan a pedir en sus matrículas –sin incluir estancia, material de estudio y

Foto: El futuro de la universidad, los centros para los muy ricos
El futuro de la universidad, los centros para los muy ricos

Muy pronto, las más de tres mil libras que universidades británicas como Oxford llegan a pedir en sus matrículas –sin incluir estancia, material de estudio y otros gastos– pueden quedarse cortas en comparación con los precios que el recientemente fundado New College of the Humanities (NCH) ha impuesto en su primer curso académico. 18.000 libras (unos 22.000 euros) es el precio de matriculación anual que la NCH ha fijado, más del doble que la tasa más cara de otras universidades británicas. A cambio, ofrecen atención personalizada, un enfoque de calidad máxima y, sobre todo, la certeza de que los estudiantes que acudan al centro serán elegidos de entre lo mejor de la sociedad, siempre y cuando se lo puedan permitir. Por ahora, tan sólo 60 estudiantes accederán a los cursos de la institución con sede en el londinense barrio de Bloomsbury, que hace aproximadamente un siglo reunió a mentes preclaras como la de Virginia Woolf, John Maynard Keynes o E.M. Forster.

El filósofo ateo A.C. Grayling, autor de El buen libro: una biblia humanista (Ariel) es el rostro visible del proyecto y su principal impulsor, un hombre preocupado por devolver los viejos valores a la educación universitaria, después de haber formado parte del profesorado de la Universidad de Londres. El experimental proyecto arrancó cuando en 2005 Grayling obtuvo el apoyo económico del inversor conservador Peter Hall, que sirvió para dar arranque a un proyecto financiado completamente por capital privado, proporcionado tanto por figuras financieras de la City como por un par de multimillonarios suizos. Rápidamente, Grayling obtuvo el apoyo de Tony Blair y del alcalde de Londres, Boris Johnson, y en 2011 anunciaba su nuevo proyecto, que intenta constituirse como una alternativa en el campo de las humanidades aún más exclusiva que Oxford y Cambridge.

Incluso cuando alcancemos nuestra madurez, nunca tendremos más de mil estudiantesSe trata, según sus responsables, de un experimento que intenta devolver a la universidad británica todo aquello que perdió en algún lugar del camino (entre otras cosas, por los recortes económicos). Un portavoz del NCH señala a El Confidencial que “incluso cuando alcancemos nuestra máxima madurez dentro de unos cuantos años, no tendremos más de mil estudiantes”. Por ahora, el ratio perseguido por la universidad es el de diez estudiantes por cada docente. Aún se desconoce quién formará parte del grupo de sesenta estudiantes que el próximo mes de octubre entre por las puertas de la sede de Bedford Street, y que han sido seleccionados de entre más de cuatrocientas peticiones.

“El NCH ha sido fundado en respuesta a los cambios en la financiación de las universidades británicas”, prosigue el portavoz. “El profesor Grayling y la junta del NCH querían mezclar lo mejor de la tradición de la enseñanza de educación superior (por ejemplo, el modelo de tutorías personalizadas) con la amplitud de miras del modelo americano de las artes liberales. Es esta amplitud la que diferencia al NCH de otros estudios de humanidades”. ¿Qué objetivo persigue, por lo tanto, esta institución? “Nuestro objetivo es que los graduados tengan un amplio y dinámico rango de competencias, que conocerán un impacto positivo en su desarrollo personal y les proporcionará un conjunto de habilidades que les permita tener vidas y carreras completas”.

Cómo funciona

Desde la Universidad se señala que, a pesar de los exclusivos requisitos impuestos por la institución, nadie tiene la entrada vetada a la NHC, ya que “da la bienvenida a las diferentes perspectivas que pueden aportar las diversas trayectorias que cada país proporciona”. La única restricción son los problemas de visado, por lo que por ahora sólo se aceptan estudiantes procedentes de la Unión Europea, del Área Económica Europea (es decir, países como Islandia) y Suiza. Pero, ¿qué necesitaría un español para acceder a sus estudios? “Demostrar que tienen un buen inglés escrito y hablado. Si el inglés no es su primer idioma, debemos obtener pruebas de tu nivel. Así que si alguien quiere estudiar con nosotros, que nos pregunte”. Además de pagar la matrícula, claro está.

Siempre mantendremos un sentimiento de compañerismo, en el que ningún estudiante será anónimo”, prosigue el portavoz. “Esto implica tanto a las clases y seminarios (donde el pequeño tamaño de las clases permitirá que cada estudiante tenga la posibilidad de contribuir y trabajar de manera cercana a sus profesores) como a lo espiritual (donde habrá un equipo de apoyo al estudiante estará siempre disponible). En los procesos de admisión que se llevarán a cabo de ahora en adelante se responderá rápidamente a los estudiantes, en persona, y todos los candidatos estarán invitados a los días de puertas abiertas”.  

El escritor Terry Eagleton dijo que el proyecto era odiosoOtros profesores que se cuentan entre la ilustre plantilla del NHC son el autor de El gen egoísta Richard Dawkins; el psicólogo Steven Pinker, responsable de Cómo funciona la mente (Destino); el experto en poesía y literatura inglesa Christopher Ricks e historiadores como David Cannadine o Niall Ferguson. Este último, el escocés autor de Civilización: Occidente (Debate) y que ha trabajado codo con codo con John McCain y Mitt Romney durante sus campañas electorales, es otro de los profesores-estrella de la NHC. Una plantilla de lujo que reúne lo más granado de otras universidades (británicas y americanas) y que se constituye como el principal reclamo de la institución, aunque algunos detractores señalen, con sorna, que los estudiantes tendrán que ponerse a fotocopiar sus libros si quieren acceder a los conocimientos de estos solicitados profesores, ya que quizá su agenda sea demasiado apretada.

La polémica humanista

La previsible crítica que han planteado muchos intelectuales respecto al NCH es su carácter exclusivista y elitista. Quizá el más fiero haya sido el escritor marxista Terry Eagleton, autor de  Los extranjeros: por una ética de la solidaridad (Paidós Ibérica) y Razón, fe y revolución (Paidós Ibérica). En una columna de The Guardian publicada a comienzos del pasado verano, en el momento en el que el proyecto del NHC salió a la luz, se explayó a gusto con la institución. Bajo el título de La universidad privada de A.C. Grayling es odiosa, Eagleton señalaba que la motivación de Grayling y sus compañeros es ante todo económica, ya que “están dispuestos a seguir sus argumentos hasta donde haga falta, que creo que es el banco”. El autor señalaba que esto sólo abre aún más la brecha entre los que tienen dinero y recursos para entrar en estas universidades y los que no lo tienen, especialmente en un momento delicado para las universidades públicas británicas.

El periodista Simon Jenkins se mostró de acuerdo y señaló que básicamente, lo que Grayling estaba haciendo era “caricaturizar la educación universitaria como un lujo de consumo de alta calidad para las clases medias”. Grayling ha contraatacado recordando que Eagleton cobra uno de los sueldos más altos de las universidades estadounidenses, lo que le convierte en un “hipócrita furioso de la peor clase”, tal y como aseguraba en unas declaraciones a The Sunday Times este mismo fin de semana. En las mismas, añadía que su Universidad “no busca tan solo a las máquinas de sacar buenas notas” sino a “los super-listos”. En cualquier caso, lo que la fundación de este tipo de instituciones parece sugerir, es que ni siquiera las habituales universidades elitistas británicas son suficiente para las capas más elevadas de la sociedad británica, y que aún faltan años para comprobar el éxito o fracaso de este proyecto.

Muy pronto, las más de tres mil libras que universidades británicas como Oxford llegan a pedir en sus matrículas –sin incluir estancia, material de estudio y otros gastos– pueden quedarse cortas en comparación con los precios que el recientemente fundado New College of the Humanities (NCH) ha impuesto en su primer curso académico. 18.000 libras (unos 22.000 euros) es el precio de matriculación anual que la NCH ha fijado, más del doble que la tasa más cara de otras universidades británicas. A cambio, ofrecen atención personalizada, un enfoque de calidad máxima y, sobre todo, la certeza de que los estudiantes que acudan al centro serán elegidos de entre lo mejor de la sociedad, siempre y cuando se lo puedan permitir. Por ahora, tan sólo 60 estudiantes accederán a los cursos de la institución con sede en el londinense barrio de Bloomsbury, que hace aproximadamente un siglo reunió a mentes preclaras como la de Virginia Woolf, John Maynard Keynes o E.M. Forster.