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Las madres que sufren depresión suelen tener hijos de menor estatura
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SU ESTADO ANÍMICO PROVOCA ESTRÉS EN LOS NIÑOS

Las madres que sufren depresión suelen tener hijos de menor estatura

El estado anímico de las madres durante los nueve meses siguientes al embarazo tiene efectos directos en la salud física y mental de sus hijos. Uno

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Las madres que sufren depresión suelen tener hijos de menor estatura

El estado anímico de las madres durante los nueve meses siguientes al embarazo tiene efectos directos en la salud física y mental de sus hijos. Uno de los más remarcables tiene que ver con las anomalías en el crecimiento de los niños criados con madres depresivas, según las conclusiones de un estudio científico publicado recientemente en la revista Pediatrics.

Estudios anteriores sobre este mismo asunto ya habían advertido sobre las consecuencias perniciosas para la salud mental de los niños con madres que sufrían episodios depresivos, sin embargo, este es el primero que incide en los efectos en el desarrollo físico, que se podrían prolongar, al menos, hasta la edad de cinco o seis años.

El grupo de investigadores llegó a estas conclusiones tras examinar una muestra de más de 6.500 niños estadounidenses entre los años 2001 y 2007. Para ello, compararon la estatura de los participantes desde los nueve meses hasta los cinco años, deduciendo que casi la mitad de los hijos de madres con algún tipo de depresión, incluso la considerada como leve, se encontraban entre el grupo del 10% de niños más bajos.

Identificando las causas

Los factores biológicos que interrelacionan los cuadros depresivos de la madre con la baja estatura de los hijos todavía no han sido descubiertos con precisión, pero los investigadores apuntan a diferentes hipótesis. La de más peso es que el estado anímico de la madre provoca un aumento del estrés en los niños, ya que otros estudios han relacionado los niveles elevados de cortisol (la hormona del estrés) con una reducción de las hormonas del crecimiento. Otra de las hipótesis, aunque con menos fundamento científico que la anterior, es que las madres con síntomas de depresión emplean menos tiempo en la lactancia, por lo que incurren en prácticas de alimentación inadecuadas.

Los resultados del estudio han alarmado a la comunidad científica porque, solo en Estados Unidos, se calcula que entre un 11 y un 18% de las mujeres han sido diagnosticadas de depresión posparto, según las estadísticas del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Para el profesor de psiquiatría de la Universidad de Medicina de Wisconsin Kenneth Robbins, “los niños con madres depresivas parten de una situación de fuerte desventaja respecto a los demás. Antes sabíamos que esta situación provocaba efectos psicológicos a corto plazo, pero ahora hemos comprobado que está en juego el correcto desarrollo físico hasta una edad avanzada”, según apuntaba a BBC News.

Detección temprana de la depresión posparto

Los investigadores alertan que estos resultados incluyen a las madres con cuadros depresivos leves, por lo que en la mayoría de los casos ni siquiera han sido diagnosticadas clínicamente. Algunos de los síntomas más comunes de la depresión posparto son los siguientes:

-Dificultad para conciliar el sueño cuando el bebé está durmiendo.

-Sensación de rechazo hacia el bebé o pensamientos negativos sobre él.

-Preocupación constante de que se le hará daño o sentimiento de culpabilidad y vergüenza de que no se es una buena madre.

-Sentir que nada es motivador y cambios repentinos de humor.

El embarazo aumenta los riesgos de sufrir cuadros depresivos, por lo que se recomienda a las madres que experimenten alguno de estos síntomas que lo consulten con su médico ya que, según los investigadores, la detección temprana de la depresión posparto puede prevenir su prolongación en el tiempo y, como consiguiente, los problemas de crecimiento de sus hijos.

El estado anímico de las madres durante los nueve meses siguientes al embarazo tiene efectos directos en la salud física y mental de sus hijos. Uno de los más remarcables tiene que ver con las anomalías en el crecimiento de los niños criados con madres depresivas, según las conclusiones de un estudio científico publicado recientemente en la revista Pediatrics.