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"Soy el político ideal: llevo 25 años en la empresa privada"
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DEL COMMANDER-IN-CHIEF AL CEO-IN-CHIEF

"Soy el político ideal: llevo 25 años en la empresa privada"

“Después de veinticinco años en la empresa privada, puedo decir que yo sí sé cómo se crea trabajo”. Esta ha sido la afirmación, pronunciada por el

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"Soy el político ideal: llevo 25 años en la empresa privada"

“Después de veinticinco años en la empresa privada, puedo decir que yo sí sé cómo se crea trabajo”. Esta ha sido la afirmación, pronunciada por el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos Mitt Romney, que ha destapado la caja de los truenos en la carrera por la Casa Blanca. El antiguo gobernador de Massachusetts apelaba a su experiencia durante los años noventa al frente de Bain & Company, a la que consiguió sacar de la complicada situación que atravesaba, para justificar que él sí sabía “cómo mantener un equilibrio presupuestario correcto”. Una carrera como director general que le diferencia de su adversario, el demócrata Barack Obama, que carece de experiencia en el sector privado.

De esa manera, Romney también confirmaba su pertenencia a esa casta de nuevos líderes que se caracterizan antes por su capacidad de gestión, optimización de recursos y pericia técnica que por su idealismo o capacidad de alcanzar grandes y lejanas metas, que sería el modelo encarnado por Obama. En definitiva, se trata de un capítulo más en la lucha entre tecnócratas y líderes carismáticos.

Se da más importancia a la capacidad de gestión y a ser capaz de solucionar problemasPara Jordi Rodríguez Virgili, profesor de Comunicación Política en la Universidad de Navarra, “es normal que Romney utilice la baza de su carrera empresarial en unas elecciones donde la economía va a ser el tema más importante. Además, haber triunfado en el mundo de los negocios es algo muy valorado en Estados unidos”. Ignacio Sánchez-Cuenca, Director de Investigación del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales del Instituto Juan March y autor de Años de cambios, años de crisis (Libros de la Catarata), añade que “la situación es muy diferente en Estados Unidos que en Europa. Allí, los partidos políticos están mucho más descentralizados, por lo que es normal que cuando el propio partido no puede proporcionar una reputación, esta se busca de manera externa. De ahí que haya políticos que provengan de otros campos como el cine, el deporte, que haya algún astronauta… Es lógico que Romney se vea obligado a recordar su trayectoria empresarial para demostrar su valía”.

Un perfil diferente

Virgili añade que la carrera en el sector privado de Romney “es un valor añadido respecto a Obama, que pertenece a otro ámbito. Fue profesor de la Universidad de Chicago y organizador comunitario”. En definitiva, un perfil más cercano al del político tradicional. “Romney es un outsider de la política, lo que es un valor añadido en este contexto”. Sánchez-Cuenca recuerda igualmente que se trata de algo que “conecta con ideas enraizadas en el partido conservador americano, que es que todo el endeudamiento es deficitario. Pero una empresa no es igual que un país, porque no tiene por ejemplo un Tesoro Público o capacidad de generar moneda. Es absurdo pensar que se pueda administrar de igual manera”. Entre otras cosas porque, como recuerdan los detractores de Romney, no puede despedir a los habitantes del país de igual forma que el candidato hizo con un gran número de trabajadores para recortar gastos en sus sucesivas empresas.

El asesor de comunicación política Antoni Gutiérrez-Rubí coincide en que "dirigir un país no es dirigir una empresa. Y aunque se puede intentar dirigir un país como si fuera una empresa, lo cierto es que las competencias de comunicación persuasiva, la capacidad de intermediación y de relación, así como las funciones representativas obligan a liderazgos de consenso. Los presidentes no deben saber todas los soluciones, pero deben escoger las mejores".

La identificación con la figura del líder ha perdido fuerza en los últimos tiemposComo indica Rodríguez Virgili, Romney habrá de enfrentarse a una complicada situación después de haber sacado a la luz su trayectoria empresarial, ya que “tiene muchos puntos oscuros, que ya han salido a relucir durante las Primarias”. Y que han sido empleados por el propio Obama en su página web como una muestra de lo que ocurrirá en el país si Romney es presidente. En ella recuerda la frase del antiguo compañero de Romney en Bain Capital Marc B. Wolpow que señalaba que “nunca he pensado en mi trabajo como una forma de crear empleo. La meta principal del capital privado es crear riqueza para nuestros inversores”.

Gutiérrez-Rubí considera que el centro del debate se encontrará en la conducta personal de Romney: "Su liderazgo se medirá por su capacidad de ejecutar acciones, sí. También de liderar decisiones, pero sobre todo se le juzgará por sus comportamientos y conductas personales. El elemento clave no es la habilidad estética, retórica o gestual, sino la ejemplaridad del comportamiento individual lo que se convierte en la prueba definitiva de la credibilidad del político".

Una tendencia general

Esta disyuntiva entre las figuras políticas, entre el político y líder tradicional y el gestor o tecnócrata, que no goza de las cualidades carismáticas del primero, se está reproduciendo a lo largo y ancho de todas las democracias occidentales. ¿Pero es un proceso irreversible o algo que se debe a la actual situación? Virgili opina que se trata de algo coyuntural, y que de todas maneras “esa división entre el auténtico político y el tecnócrata que se suele realizar es falsa. Mario Monti, por ejemplo, llevaba ya mucho tiempo metido en política. Otra cosa es que los rasgos que antes caracterizaban al liderazgo, como el carisma o la capacidad de inspirar e ilusionar hayan pasado a un segundo plano. Se da más importancia a la capacidad de gestión y a ser capaz de solucionar problemas”. Gutiérrez-Rubí afirma que "un gestor hace las cosas correctas, un líder hace las cosas que debe. En palabras de Peter Drucker, que suscribo, 'un líder eficaz no es alguien a quien se le quiera o se le admire, es alguien que te convence para hacer lo que es debido'".

Sánchez-Cuenca coincide al señalar que “la percepción que existe es que los políticos no han sido capaces de poner freno a una crisis más profunda de lo que se imaginaba en un primer momento. Por ello el perfil que se están demandando es el de una figura con fuertes capacidades y de un perfil muy sólido”.

Hace años se decía que en Europa no podía haber un presidente con barbaVirgili recuerda la frase de Karl Rove, director de campaña de George Bush Jr., que decía que “los norteamericanos buscan tres cosas en un presidente. En primer lugar, la fortaleza, que sería la de ese commander-in-chief, el líder del ejército que ejerce su poder. En segundo lugar, la credibilidad y la confianza, que se obtienen siendo competente y manteniéndote fiel a tu proyecto. Y en último lugar, la identificación con la figura del líder, que es el elemento que ha perdido fuerza en los últimos tiempos”. Sin embargo, no cree que esta aparición del CEO-in-chief sea un proceso irreversible, sino que responde a un momento muy concreto en el que se demandan otras capacidades: “Cuando la cosa remonte, probablemente cambiarán las tornas y volverá la figura de ese político carismático”. 

Presidentes con barba en Europa

Se trata de una situación bastante frecuente en Europa, donde los puestos de gobierno han pasado de ser ocupados por figuras carismáticas a reemplazados por otras más grises que destacan por su capacidad para resolver problemas. Rodríguez Virgili recuerda que “hace años se decía que en Europa no podía haber un presidente con barba, algo que siempre me pareció absurdo, y mira ahora. No hay más que fijarse en las últimas elecciones españolas, donde los dos candidatos tenían un perfil semejante, que no era precisamente el del líder carismático capaz de ilusionar y ofrecer inspiración al electorado. Es algo que ya había ocurrido en otros países como Alemania con Angela Merkel”.

Para Sánchez-Cuenca, este perfil tan buscado no siempre es capaz de responder a las necesidades de la población: “Se suponía que Silvio Berlusconi, que tenía una gran experiencia en la empresa privada, lo iba a hacer muy bien en Italia, ya que iba a gobernar a partir de otros criterios más cercanos al sector empresarial, pero ha terminado siendo también un fiasco”. Y concluye recordando que “en Francia, por ejemplo, muchos políticos proceden de la alta administración, que es otra vía posible para dar inicio a una carrera política y que pocas veces se tiene en cuenta”.

“Después de veinticinco años en la empresa privada, puedo decir que yo sí sé cómo se crea trabajo”. Esta ha sido la afirmación, pronunciada por el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos Mitt Romney, que ha destapado la caja de los truenos en la carrera por la Casa Blanca. El antiguo gobernador de Massachusetts apelaba a su experiencia durante los años noventa al frente de Bain & Company, a la que consiguió sacar de la complicada situación que atravesaba, para justificar que él sí sabía “cómo mantener un equilibrio presupuestario correcto”. Una carrera como director general que le diferencia de su adversario, el demócrata Barack Obama, que carece de experiencia en el sector privado.