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¿Twitter propaga la protesta ciudadana o acaba con ella?
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EL ACTIVISMO VIRTUAL, SIN EFECTO EN EL MUNDO REAL

¿Twitter propaga la protesta ciudadana o acaba con ella?

La gente se indignó, pero sólo hasta que el Atlético de Madrid - Real Madrid dio comienzo. El anuncio de la reforma del Código Penal el

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¿Twitter propaga la protesta ciudadana o acaba con ella?

La gente se indignó, pero sólo hasta que el Atlético de Madrid - Real Madrid dio comienzo. El anuncio de la reforma del Código Penal el pasado miércoles incendió las redes sociales, pero el conato de debate público sólo aguantó hasta que llegó el fútbol para amansar a las fieras. Entonces, las emociones fuertes se sobrepusieron sobre la indignación amotinada. El cambio legislativo para castigar a los internautas que convoquen manifestaciones con resultado de desórdenes públicos focalizó el debate en la red y encolerizó a una buena parte de la comunidad virtual. La mecha se prendió instantes después de que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, presentase la iniciativa gubernamental en el Congreso de los Diputados y se propagó hasta que, repentinamente, llegó la tormenta del deporte rey para extinguir las llamas.

Las redes sociales están tendiendo a convertirse en un popular muro de las lamentaciones sustituyendo la barra del bar por el teclado para desahogar las penas e, instantes después, volver con total normalidad a la vida real. “La mayoría de las veces las protestas en la red no se materializan en acciones reales”, reconoce el catedrático de Periodismo en la UCM especializado en ciberdemocracia, José Luis Dader. Las protestas en la esfera virtual no suelen trasladarse a la esfera pública

Más que un diálogo social, lo que se suele generar es un ruido puntual basado en arrebatos emocionales, sin continuidad en el tiempo y carente de un carácter propositivo. Además, el empobrecimiento y reduccionismo del mensaje es inevitable al tener que limitarlo a los famosos 140 carácteres.

La izquierda gana en la red

Para el politólogo Ismael Crespo, la traducción en la esfera pública de estas protestas, “poco representativas de la mayoría social”, acaba siendo capitalizada por pequeños grupos organizados que aprovechan el filón. “La izquierda maneja mejor estas herramientas que la derecha porque siempre está haciendo política” y cuenta con una mayor presencia entre las generaciones jóvenes, añade Crespo.

Las fortalezas de internet para la movilización y transformación social han quedado patentes en acontecimientos trascendentes como la Primavera árabe. En Estados Unidos, la plataforma Moveon ha conseguido modificar ciertos proyectos legislativos recogiendo firmas a golpe de ratón. El testigo de este proyecto lo recoge en España Actuable, aunque con mucha menos eficacia hasta el momento. Otro de los ejemplos exitosos más citados es la campaña electoral que dio la victoria a Barack Obama. En gran parte, se sustentó en el uso de las nuevas tecnologías de la información para captar fondos y movilizar el voto de las bases demócratas menos activas. Sin embargo, la realidad es que la potencialidad de la red se ha reducido en la mayoría de las ocasiones a lograr una mayor visibilización de determinadas cuestiones. Como apunta Crespo: “El éxito de los debates en la red se basa en la repercusión que obtengan en las agendas mediáticas”. Las fortalezas de internet para la transformación social han quedado patentes con la Primavera árabe

Hasta ahora han pesado más las debilidades de la red que sus fortalezas para generar un debate que opere cambios sociales, políticos o económicos. A pesar de ello, indica Dader, no se debe minimizar el peso de la actividad simbólica virtual porque “se convierte en un caldo de cultivo para la movilización. Además, una pequeña parte acaba teniendo presencia real y generando presión a las instituciones o al resto de la sociedad”.

“Clickactivismo”: Los militantes de salón

La participación de plataformas online, como Proacceso, Tuderechoasaber o Infoacces, en la redacción del proyecto de la ley de Transparencia  podría suponer el mayor salto cualitativo desde el “clickactivismo”, o activismo de salón, al mundo físico. A comienzos de esta semana se celebró una reunión entre representantes institucionales y miembros de las plataformas protransparencia para buscar puntos de consenso. Un encuentro precedido de anteriores contactos con el gobierno socialista y para el que se está programando una agenda de reuniones. De hecho, las únicas organizaciones digitales capaces de intervenir en la arena política han sido aquéllas capaces de combinar la acción en la red con la acción en el mundo físico.

Las resistencias culturales que se encuentran estas plataformas cívicas surgidas al amparo de la red tampoco son baladís. Los partidos políticos son los primeros en desconfiar de este tipo de iniciativas porque, según añade José Luis Dader, “tienen miedo a facilitar estas herramientas a sus militantes y simpatizantes porque significa una pérdida de poder y de control de los grupos jerárquicos”. Sin embargo, en ocasiones también se aprovechan la red para sondear a la población lanzando globos sonda, como podría ser el caso del anuncio de la reforma del Código Penal. Esta es la opinión del experto en sociedad digital, Antonio Delgado, para quien es una contradicción el mismo hecho de utilizar plataformas privativas, como Facebook o Twitter, para ejercer la libertad de expresión. Muchos de los movimientos tradicionales clásicos son también los primeros en criticar la actividad política en la red, a la que suelen descalificar por tratarse de un método ineficaz y propio de militantes perezosos.

Esfuerzos por debajo de las expectativas

La escasa repercusión real de ciertas propuestas online cuestiona el equilibrio entre costes y beneficios. Por ello, se debe tener en cuenta que “el resultado final siempre está muy por debajo de los esfuerzos individuales y de las expectativas, La fuerza de la movilización social ya no reside en la unión, sino en la distribuciónaunque esto también pasa en el mundo real”, reconoce Dader.

La movilización en internet también ha hecho evolucionar ciertos tópicos sobre la rentabilización del esfuerzo de los activistas. El abogado especializado en derecho de internet, Javier de la Cueva, explicaba la pasada semana en un encuentro organizado en el Medialab-Prado que la fuerza ya no está en la unión, sino en la distribución, tanto de los contenidos culturales como de las propuestas programáticas. Un fin sólo alcanzable, concluye, desde "un espacio público que no esté intervenido", manteniendo a salvo la privacidad de las personas y la autonomía tecnológica.

La gente se indignó, pero sólo hasta que el Atlético de Madrid - Real Madrid dio comienzo. El anuncio de la reforma del Código Penal el pasado miércoles incendió las redes sociales, pero el conato de debate público sólo aguantó hasta que llegó el fútbol para amansar a las fieras. Entonces, las emociones fuertes se sobrepusieron sobre la indignación amotinada. El cambio legislativo para castigar a los internautas que convoquen manifestaciones con resultado de desórdenes públicos focalizó el debate en la red y encolerizó a una buena parte de la comunidad virtual. La mecha se prendió instantes después de que el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, presentase la iniciativa gubernamental en el Congreso de los Diputados y se propagó hasta que, repentinamente, llegó la tormenta del deporte rey para extinguir las llamas.