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¿Las escuelas de negocios son el futuro de la educación?
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'THE LEARNING CURVE' ANALIZA LOS TRES GRANDES RETOS DEL CONOCIMIENTO

¿Las escuelas de negocios son el futuro de la educación?

“A lo largo de su vida profesional cualquier directivo está ya obligado a cursar tres o cuatro masters, porque el conocimiento es hoy más vital que

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¿Las escuelas de negocios son el futuro de la educación?

“A lo largo de su vida profesional cualquier directivo está ya obligado a cursar tres o cuatro masters, porque el conocimiento es hoy más vital que nunca”. A pesar de que la multiplicación de títulos y titulados nos hace pensar que la formación no garantiza ya el empleo, lo cierto, advierte Santiago Iñíguez de Onzoño, Decano de IE Business School y presidente de IE University, es que “la educación superior continúa siendo diferencial”. Por eso, como subraya en The learning curve (Palgrave), “el reto de nuestra época consiste en crear una población entera de trabajadores del conocimiento en lugar de seguir insistiendo en que sólo una élite puede tener acceso a él”.  

No se invierte en formar el  talento

La preparación académica será crítica a la hora de garantizar las oportunidades de acceso, tanto en el momento de ingreso en el mercado laboral como a la hora de dar un impulso a la carrera profesional. Para este objetivo, “la educación permanente va a ser una referencia constante. Estamos obligados a renovar conocimientos y a actualizar las habilidades que poseemos revalidando lo que se estudió en la universidad, y más aún ahora que la edad de jubilación se va a retrasar”. La formación continuada no sólo será útil a quienes decidan reactualizar sus saberes, sino que acabará generando beneficios sociales a los países que la promuevan. “Gran parte de la crisis, del creciente desempleo y de la falta de innovación en España tiene que ver con que no se invierte en desarrollo del talento y en este tipo de formación”.

La inteligencia analítica es importante, pero lo son aún más la emocional, la relacional y la artística

En este entorno cambiante, las escuelas de negocios hace tiempo que dejaron de ser simples centros de formación especializados para convertirse en los modelos educativos por excelencia, ya que el futuro pasa por extender a otras áreas de la enseñanza las orientaciones, la metodología y los contenidos que las business schools están utilizando. Según Íñiguez de Onzoño, “las escuelas de negocios han sido los rompehielos de la educación superior por su enfoque pragmático y sus metodologías interactivas, pero también por el perfil de su profesorado y por su sistema de selección y desarrollo de los alumnos”.

El gran reto educativo

Aunque la transformación más significativa aparece en los contenidos. El mundo de los negocios, “como el de la vida”, no exige tanto el conocimiento exhaustivo de materias muy concretas, que era el requerimiento esencial del pasado, como la habilidad gestora a la hora de dirigir equipos, de potenciar el talento o de relacionarse. La mejor prueba, argumenta Íñiguez de Onzoño, “aparece en el éxito que disfrutan las personas que se apoyan en la inteligencia emocional, en la relacional o en la artística para liderar equipos de trabajo, identificar nuevas oportunidades o para desarrollar la innovación, algo que resulta tremendamente complicado a quienes sólo cuentan con la vieja inteligencia, la analítica”.

Se aprende mucho más sobre el comportamiento humano leyendo a Dickens que leyendo la gran mayoría de libros de autoayuda

El sistema educativo, asegura, se orientó hacia lo metódico y por eso se hicieron populares pruebas de admisión y evaluación basadas en los tests que miden el cociente intelectual. “Ahora ha llegado el momento de desarrollar otras formas de inteligencia que son importantísimas para la vida social y la profesional, y que se han convertido en el principal reto para las instituciones educativas del futuro”.

La otra gran apuesta es la integración de las humanidades en el programa formativo, dada la altísima rentabilidad que pueden procurar. A través suyo se desarrollan habilidades clave para el éxito: “se aprende mucho más sobre el comportamiento humano leyendo a Dickens que leyendo la gran mayoría de libros de autoayuda, se potencia mucho más la capacidad de observación y reflexión estudiando design thinking que siguiendo manuales de texto y se toman mejores decisiones en temas de riesgo si se toman como modelo los análisis que utilizan los arquitectos”. Son aportaciones clave que sólo las humanidades pueden potenciar adecuadamente y que permiten contrapesar la tendencia a la acción propia de la alta dirección.

Los tres grandes cambios

Para Íñiguez, las habilidades son como los músculos, “que cuanto más se ejercitan, más se desarrollan”. Por eso, la insistencia en formar capacidades analíticas y reflexivas es crucial, toda vez que “no hablamos de facultades innatas, sino de potencialidades humanas que deben adquirir su máxima expresión. En este orden, las humanidades son un elemento formativo que ayuda enormemente a que nuestras destrezas se desplieguen en toda su eficacia”.

Algo que, además, nos demanda un presente muy fluido. Las seguridades del pasado han quedado obsoletas, por lo que debemos dirigirnos hacia un contexto que aún no acertamos a definir. Y en ese trayecto, las escuelas de negocios, asegura el Decano del IE, han sido las primeras en entender que la educación ha cambiado sustancialmente, dada la aparición de las nuevas tecnologías, el impacto de la globalización y el surgimiento de nuevas demandas por parte de los estudiantes.

Cualquier disciplina avanza gracias a las discusiones y enfrentamientos, y también le ocurre al management

Así, aunque la educación online todavía no haya alcanzado su punto más álgido, “las metodologías están transformándose, y muchos másters blended combinan ya con éxito la enseñanza en línea y la presencial”. En segundo lugar, “hemos de ser conscientes de que esa traslación del conocimiento a tiempo real, y el acceso virtualmente universal al mismo que promueven las redes, está produciendo efectos de democratización en los saberes que han creado una nueva racionalidad cosmopolita”, que requiere también de nuevas aproximaciones a la hora de enseñarla.

Reglas de oro

Sin embargo, parece complicado avanzar en nuestro conocimiento si las instituciones educativas, empezando por las escuelas de negocios, no incorporan elementos críticos que sean capaces de poner en tela de juicio sus mismas bases. Para el Decano del IE, “la dialéctica es buena y sana en el entorno académico, y cualquier disciplina avanza gracias a las discusiones y enfrentamientos, y también le ocurre a la ciencia de la gestión empresarial”. No obstante, afirma, hablamos de una disciplina muy moderna, que sólo cuenta con cien años de antigüedad y que tiene mucho que mejorar: “Hemos descubierto reglas de oro que nos permiten gestionar correctamente el día a día empresarial y resolver situaciones de crisis, pero todavía hay muchas cosas que desconocemos, como es la naturaleza de las finanzas o por qué los mercados se comportan de determinadas maneras. Aún tenemos mucho que comprender”.

“A lo largo de su vida profesional cualquier directivo está ya obligado a cursar tres o cuatro masters, porque el conocimiento es hoy más vital que nunca”. A pesar de que la multiplicación de títulos y titulados nos hace pensar que la formación no garantiza ya el empleo, lo cierto, advierte Santiago Iñíguez de Onzoño, Decano de IE Business School y presidente de IE University, es que “la educación superior continúa siendo diferencial”. Por eso, como subraya en The learning curve (Palgrave), “el reto de nuestra época consiste en crear una población entera de trabajadores del conocimiento en lugar de seguir insistiendo en que sólo una élite puede tener acceso a él”.