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El futuro de la publicidad: una compañía quiere 'proyectar' anuncios en la Luna
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APLICARÍA EL 'PIXEL ADVERTISING' EN LA SUPERFICIE DEL SATÉLITE

El futuro de la publicidad: una compañía quiere 'proyectar' anuncios en la Luna

El ejercicio de imaginación es simple para quienes, como nosotros, estamos acostumbrados a encontrarnos con publicidad por todas partes. El logotipo de una marca deportiva proyectado

Foto: El futuro de la publicidad: una compañía quiere 'proyectar' anuncios en la Luna
El futuro de la publicidad: una compañía quiere 'proyectar' anuncios en la Luna

El ejercicio de imaginación es simple para quienes, como nosotros, estamos acostumbrados a encontrarnos con publicidad por todas partes. El logotipo de una marca deportiva proyectado sobre el cráter Tycho, por ejemplo, o eclipses lunares patrocinados por marcas de refresco; simpáticos doodles del gran emporio de internet conmemorando eventos sobre el Mar de la Tranquilidad; o quizás, quién sabe, el tráiler de la última superproducción de Hollywood estrenado a la vez para media humanidad.

La cara visible de la Luna presenta más de 15,5 millones de km² de superficie virgen presta a ser proyectada y una inmejorable pregnancia visual, emocional y poética. Y por terrible que suene, ya hay quien no sueña con la Luna en sí, sino con rentabilizarla.

Publicidad en la Luna.

Moon Publicity es una empresa que pretende llevar la publicidad a la Luna mediante un procedimiento bautizado como shadow farming o shadow shaping, algo así como cultivo de sombras. La técnica, por cierto bastante simple, consistiría en transportar al satélite una pequeña flotilla de robots, similares a los que ya se han enviado a Marte, equipados con pequeños arados. 

El concepto publicitario ya existe. Fue ideado por Alex Tew, que en 2005 creó la exitosa página Million Dollar Homepage. La web constaba de una superficie de 1000 x 1000 píxeles y partía de una premisa muy sencilla: los alquiló para el inserto publicitario a razón de un dólar por píxel. La esperanza era ocuparlos todos y la idea, matemática elemental, ingresar así un millón de dólares. El pixel advertising se ha convertido desde entonces en una fructífera técnica publicitaria que puede encontrarse en numerosas webs. En Moon Publicity pretenden hacer algo parecido, sólo que utilizando la Luna como cuadrícula.

El enclave lunar dependería de lo generoso de nuestra inversión

Para ello, han dividido el satélite en 144 regiones cuadradas, 44 de las cuales están disponibles para publicidad –las que ocupan la cara visible de la Luna y no lindan demasiado ni con la cara oscura ni con los polos–. Los precios, explican, dependen de una serie de factores; el tamaño de la parcela, por ejemplo –las más grandes, que son las ecuatoriales, son las más caras– o su adscripción a un accidente topográfico especialmente singular. También nos explican que en la Luna nos encontramos dos tipos de superficies, los mares y las tierras altas, cuyo costo de explotación no es el mismo: los mares –enormes superficies llanas de lava petrificada– son más practicables pero también más oscuros, por lo que nuestra imagen publicitaria dispondría de menos contraste. Las tierras altas, por su parte, son más claras y proveen imágenes más nítidas, pero su naturaleza montañosa complica su acceso y encarece el shadow farming.

Todo, nos explican en Moon Publicity, depende de nuestras necesidades y lo generoso de nuestra inversión; podemos optar por una región practicable y extensa –como la 24, que incluye la mayoría del Mar de la Lluvia– o una rica en cráteres –la 58 incluye a Copérnico y Eratóstenes–, cuyas sombras naturales podríamos aprovechar para así ahorrarnos parte del shadow farming. Las inmediaciones del cráter Tycho –región 112– son las más claras de la Luna y seguramente unas de las más emblemáticas.

Colonizar otros mundos

“Hay enormes posibilidades económicas en el espacio, incluyendo la publicidad lunar”, explica para El Confidencial David Jones, presidente de Moon Publicity Corporation. Según Jones, poner publicidad en nuestro satélite carece de valor en sí mismo; lo importante, recalca, “es que puede contribuir a financiar el desarrollo tecnológico necesario para colonizar otros mundos”.

Financiaría el desarrollo tecnológico necesario para colonizar otros mundos

Incluso cuando la publicidad lunar no fuera una empresa financiera, tecnológica y de ingeniería de proporciones inasumibles, hay escépticos que ponen en duda la legitimidad de nadie para llevarla a cabo. “La luna es una parte importante de nuestra herencia cultural”, concede Jones. “La publicidad lunar mediante tecnología shadow shaping crearía imágenes con sombras que sólo aparecerían durante determinadas fases lunares, así que la belleza natural del satélite no sufriría un gran impacto. Durante la luna llena, por ejemplo, apenas aparecerían. Dado que la técnica contribuiría a la financiación del desarrollo tecnológico necesario para colonizar otros mundos, es un sacrificio que merece la pena”.

El cine por delante

Aunque podría parecerlo, lo cierto es que la idea de la publicidad lunar no es nueva. En su novela de 2004 El atlas de las nubes (Ed. Tropismos), el escritor británico David Mitchell ideó un concepto similar, sólo que con publicidad proyectada desde la Tierra en lugar de creada con sombras. “Esa noche el patrocinador de la Luna era la SeedCorp”, cuenta el narrador de la historia.El inmenso reflector lunar instalado en el lejano monte Fuji proyectaba un anuncio tras otro en la cara de la Luna; tomates tan grandes como niños; cremosos cubitos de coliflor; raíces de loto sin agujeros […] Hae-Joo dijo que si viese la luna sin Publicidad se quedaría alucinado”.

Mitchell utilizó la idea para ilustrar el futuro distópico en un superestado oriental en el que impera un régimen de capitalismo salvaje, que en breve será también recreado en la gran pantalla: los hermanos Wachowski, directores de The Matrix, ruedan actualmente la adaptación cinematográfica de El atlas de las nubes en localizaciones europeas –entre ellas, Mallorca– con actores como Natalie Portman, Hugo Weaving, Tom Hanks, Susan Sarandon o Halle Berry, entre otros.

“La publicidad proyectada sobre la luna es posible”, comenta David Jones a propósito de la idea –meramente literaria– de Mitchell, “pero el elevado coste hace que no merezca la pena. El shadow shaping sobre la superficie lunar también sería caro, pero una vez financiado, el coste del mantenimiento sería muy bajo, con que se amortizaría pronto y rendiría económicamente a largo plazo”.

El ejercicio de imaginación es simple para quienes, como nosotros, estamos acostumbrados a encontrarnos con publicidad por todas partes. El logotipo de una marca deportiva proyectado sobre el cráter Tycho, por ejemplo, o eclipses lunares patrocinados por marcas de refresco; simpáticos doodles del gran emporio de internet conmemorando eventos sobre el Mar de la Tranquilidad; o quizás, quién sabe, el tráiler de la última superproducción de Hollywood estrenado a la vez para media humanidad.