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Si sabes bien lo que quieres, ¿por qué no lo consigues?
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LOS PEQUEÑOS DETALLES QUE MARCAN LA DIFERENCIA (I)

Si sabes bien lo que quieres, ¿por qué no lo consigues?

Resulta habitual que cada comienzo de año nos fijemos grandes retos que cumplir a lo largo de la temporada, metas ideales y elevadas que comienzan a

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Si sabes bien lo que quieres, ¿por qué no lo consigues?

Resulta habitual que cada comienzo de año nos fijemos grandes retos que cumplir a lo largo de la temporada, metas ideales y elevadas que comienzan a ser dejadas de lado a mediados de enero y completamente olvidadas en febrero, sólo para reaparecer, con fuerza, a finales de cada diciembre, en un círculo interminable. Erramos al pretender alcanzar ciertos objetivos sin alterar nuestras actitudes, pues por lo general, sólo replanteándonos los métodos que utilizamos podremos cumplir nuestros deseos.

En un ensayo titulado 101 cosas que ya sabes, pero siempre olvidas (Editorial Amat), Ernie J. Zelinski partía de la premisa de que ya conocemos lo necesario para sacar adelante nuestros proyectos, pero que en muchas ocasiones nos dejamos llevar tanto por nuestras emociones y por las circunstancias (estrés, urgencia de la vida diaria) que terminamos pasando por alto aquello que sabemos que funciona. La clave no está, por lo tanto, en fijarnos nuevos objetivos, sino en tener presentes esos pequeños detalles que son los que nos garantizan constancia y éxito. A continuación presentamos unos cuantos consejos que nos ayudarán a alcanzar nuestras metas, sean cuales sean, ideas que ya conocemos pero que tendemos a olvidar fácilmente en la vorágine de nuestra cotidianidad.

1.- Plantéate objetivos a corto plazo.

Las altas metas, lejanas en la distancia, suelen aparecer al comienzo de cada año. Requieren trabajo y esfuerzo, algo de lo que parecemos disponer cada Navidad. Pero poco a poco, como en una maratón, según pasan los días, nos encontramos cada vez más cansados, hasta que nos retiramos de la carrera exhaustos, pues carecemos de la resistencia suficiente. Una de las razones por las que esto ocurre es porque no obtenemos el refuerzo necesario para mantener nuestra motivación. Alcanzar una meta nos fortalece, ya que consideramos que hemos cumplido una etapa, por pequeña que sea, y nos motiva lo suficiente para afrontar la próxima. Si nuestros objetivos son irrealizables, poco a poco los abandonaremos pues no gozaremos de ninguna retroalimentación. Según la teoría del condicionamiento operante, obtener un premio al final de cada comportamiento positivo provoca que este se repita con más frecuencia, así que permitámonos pequeños placeres cotidianos ante el trabajo bien hecho. Una buena estrategia puede ser dividir cada gran empeño (como hacer deporte a diario) en otros más pequeños (comenzar haciéndolo dos veces a la semana, luego tres y luego a diario) que nos habitúen a la actividad. Quizá sea mejor ser un corredor de cien metros lisos o un corredor de fondo exitoso que un mediocre maratoniano.

2.- Aprende a olvidarte de una buena idea.

"Tan importante como tener ideas es desprenderse de ellas", decía el físico y Premio Nobel de Medicina Francis Crick. Solemos ver la inspiración como un tren de mercancías cuyo horario desconocemos, así que cuando pasa por nuestra estación debemos asegurarnos de agarrar todo lo que podamos, pues no sabemos cuándo va a volver a pasar. El problema se produce cuando una buena idea pesa tanto que finalmente perjudica el resultado de nuestro trabajo. Un profesor puede alumbrar un divertido método de aprendizaje, pero si no resulta útil a los alumnos, no vale. Si un empresario tiene un proyecto innovador entre manos pero el mercado le da la espalda una y otra vez, quizá sea el momento de cambiar de dirección. Y si un periodista redacta una línea brillante pero que no encaja con el resto del artículo, debe guardarla para mejor ocasión.

3.- Vive en el momento.

El pasado está ya escrito, fuera de nuestro alcance, y el futuro sólo se manifiesta en nuestra vida en forma de presente. Así que en lugar de vivir con un pie en lo ocurrido y otro en lo que ocurrirá, ¿por qué no tener los dos en el ahora? Gran parte de la sabiduría Zen y de la filosofía oriental parte de este principio: sólo podemos experimentar el presente. Una de las preguntas habituales en este pensamiento es "si no es ahora, ¿cuándo entonces?". No se trata tan sólo del carpe diem tradicional, sino de exprimir al máximo cada momento. Nuestra propia percepción se ha visto perjudicada por la saturación de estímulos y la multitarea, como señala Nicholas Carr en Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Ed. Taurus). No terminamos de ver una cosa antes de pasar a otra, porque sentimos que llegamos tarde a todo. Pero la propia percepción puede ser agudizada y la concentración mejorada simplemente intentando no anticipar futuros acontecimientos. Lo que convirtió en grandes a músicos de jazz como Miles Davis o John Coltrane fue, precisamente, su capacidad para vivir intensamente el momento. La expresión del jazz buscaba la sacralidad de cada instante de la vida, de forma que es común que los músicos señalen que el tiempo parece diluirse cuando se encuentran en plena improvisación. ¿Por qué no conducirnos de la misma forma, transformando el momento cotidiano en un instante de plenitud, en lugar de una mera transición entre el pasado que nos persigue y el futuro que nos atormenta?

4.- No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy…

Lo que se ha dado en llamar procrastrinación, ese término de uso cada vez más común, es uno de los grandes males de la sociedad contemporánea y paradójicamente (dado que se basa en postergar las tareas complicadas), uno de los mayores creadores de estrés. Según diversos estudios, la llamada procrastrinación provoca, a largo plazo, migraña, problemas gástricos, dolor de espalda, catarros y malestar generalizado, puesto que tendemos a dejar para otro momento todo aquello que percibimos como desagradable o indeseado, de forma que poco a poco todas esas tareas comienzan a acumularse en un lastre que arrastramos día tras día. El psicólogo y filósofo norteamericano William James señalaba que "nada es tan fatigoso como el eterno balanceo de una tarea inacabada". La sensación de que nos tendremos que enfrentar con lo indeseado no desaparece hasta que finalmente lo afrontamos.

5.- …Pero deja para mañana lo que no puedas hacer hoy.

Igual de dañino que acumular trabajo puede resultar intentar realizar más tareas que las que podamos manejar. Picasso llegaba a afirmar que "no debes trabajar sólo con los medios que dispones, sino incluso por debajo. Si puedes manejar tres elementos, hazlo sólo con dos. Si puedes hacerlo con diez, utiliza sólo cinco. En ese caso, aquello que afrontes, lo harás con más maestría, con más facilidad, y crearás la sensación de que aún podrías haber hecho más". En primer lugar, porque un trabajo puede llegar a distraernos de otro, ya que encontramos que nuestra mente está dividida entre varios objetivos. Es preferible terminar una cosa antes de comenzar otra. Y en segundo lugar, porque corremos el riesgo de hacer mal alguno de ellos. Siempre es más provechoso hacer pocas cosas bien que muchas mal o a medias. También debemos saber dosificar nuestro tiempo: dedicar mucho tiempo a una actividad que no requiere demasiado esfuerzo, por muy perfeccionistas que seamos, puede robarnos tiempo para otra tarea que requiera más de nosotros.

6.- Piensa en positivo, pero sé realista.

Gran parte de los libros de autoayuda (entre ellos, el célebre y exitoso El secreto de Rhonda Byrne) indican que atraemos todo aquello que deseamos si nos concentramos lo suficiente en ello. Si nuestras aspiraciones son positivas y nuestro deseo fuerte, podremos conseguir todo lo que propongamos. Este punto de partida, que en principio no debería ser perjudicial —efectivamente, una persona positiva tiene más posibilidades de triunfar que una negativa, aunque sólo sea por cuestión de motivación—, puede derivar en una inocente deformación de la realidad. Ernie J. Zelinski indica que debemos saber afrontar las malas noticias: "te encontrarás con muchos factores incontrolables que se pondrán en el camino de nuestros sueños. La buena noticia es que está en nuestra mano superarlos. Lo bello de la vida es que nos han repartido una mano de cartas, y nosotros podemos jugarla como queramos, pero siempre a partir de lo que tenemos".

*Este artículo continuará mañana.

Resulta habitual que cada comienzo de año nos fijemos grandes retos que cumplir a lo largo de la temporada, metas ideales y elevadas que comienzan a ser dejadas de lado a mediados de enero y completamente olvidadas en febrero, sólo para reaparecer, con fuerza, a finales de cada diciembre, en un círculo interminable. Erramos al pretender alcanzar ciertos objetivos sin alterar nuestras actitudes, pues por lo general, sólo replanteándonos los métodos que utilizamos podremos cumplir nuestros deseos.