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Tengamos las fiestas en paz
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SEIS RECOMENDACIONES PARA EVITAR CONFLICTOS EN LAS REUNIONES FAMILIARES

Tengamos las fiestas en paz

Las reuniones navideñas en familia son un arma de doble filo. Pueden ser un evento festivo y entrañable o convertirse en un auténtico campo de batalla

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Tengamos las fiestas en paz

Las reuniones navideñas en familia son un arma de doble filo. Pueden ser un evento festivo y entrañable o convertirse en un auténtico campo de batalla si salen a relucir los rencores, las envidias y los reproches. Para evitar que eso ocurra, los psicólogos hacen algunas recomendaciones que pueden ayudar a evitar las posibles discusiones y hacer de la cena de Nochebuena y de la comida de Navidad una reunión, por lo menos, pacífica.

No tener grandes expectativas

Para la psicóloga Patricia Alaria, colaboradora de Humanae, ésta es la clave principal. “Si nos tomamos la cena o la comida como un acontecimiento demasiado especial, tendremos expectativas positivas muy altas, y, si éstas no se cumplen, la frustración será mayor”, argumenta. Si esperamos que “todo salga redondo”, cuando la abuela saque el cochinillo quemado o el primo adolescente se ponga insoportable, nos sentiremos defraudados y enfadados. Eso puede provocar ataques de rabia difíciles de controlar, especialmente para quien más se haya preocupado de que todo salga perfecto.

Repartir las tareas

Es importante que todo el mundo tenga un papel asignado de forma clara. De esta forma se evitarán malentendidos de última hora (dos personas trajeron ensalada pero nadie trajo turrón, por ejemplo) y además se impedirá que alguien se sobrecargue de trabajo. También sirve para que no haya reproches tipo “claro como tú nunca haces nada” o “¿no piensas ayudar hoy tampoco?”. “Si el proceso es participativo será mucho más saludable para el conjunto de la familia”, recuerda Alaria.

Evitar los temas conflictivos

La política, la religión, el fútbol, el dinero o el trabajo son temas susceptibles de herir sensibilidades. No siempre coincidimos en ellos con familiares y allegados de forma que, si sabemos que las opiniones no son similares, mejor no sacarlos a colación. Una charla distendida sobre los resultados electorales o los de la Liga puede terminar, con mucha facilidad, en una agria discusión que ponga a todo el mundo de mal humor. Y qué decir de ciertos comentarios sobre, por ejemplo, la herencia…

También es aconsejable, como recuerda la psicóloga, “dejar estar” los temas del pasado que puedan provocar dolor o enfados. Todas las familias tienen trapos sucios y conflictos internos latentes que, si salen a la luz, pueden llegar a hacer mucho daño. Pero ni la cena de Nochebuena ni la comida de Navidad son los momentos oportunos para recordarlos.

Lo mismo ocurre con la memoria de los miembros de la familia que hayan fallecido. Es sano recordarlos con cariño, pero regodearse en el dolor, insistir en “lo que hubiera dicho papá” o “cuánto le hubiera gustado al abuelo…” puede ser contraproducente, provocar tristeza y amargar la celebración, sobre todo a sus más allegados.

Ponerse en el lugar del otro

No siempre es fácil pero más que nunca en este tipo de reuniones es recomendable hacer un esfuerzo por empatizar con los parientes, “ponerse en sus zapatos”, como recomienda la psicóloga. Es decir, antes de protestar por que el pavo se ha quemado, ten en cuenta que tu tía, seguramente, lleva toda la mañana metida en la cocina trabajando. O antes de reprochar a tu prima que faltara a tu último cumpleaños piensa que quizá le fue imposible asistir aunque hubiera querido.

Hazlo por la abuela

En la mayoría de las familias hay uno o dos miembros que actúan como bisagra de todo el resto y lo más habitual es que sean los abuelos. Suelen ser personas mayores algo ajenas a muchos de los conflictos internos entre sus hijos o sus nietos y por lo general su mayor ilusión es ver a la familia unida y feliz, aunque sea un par de veces al año. Por respeto a ellos, y sobre todo, por cariño, en muchas ocasiones hay que tragarse la rabia y callarse, con el fin de preservar un ambiente cordial. Por mucho que a uno le apetezca decirle cuatro cosas a ese cuñado insoportable, es mejor callarse para evitar una discusión que podría entristecer mucho a la abuela.

Cuidado con el alcohol

De todos es sabido que el alcohol, muy presente en todo tipo de celebraciones, suelta la lengua, facilita las lágrimas y potencia la agresividad. Un cóctel peligroso si la posibilidad de conflicto es alta. Así que mejor controlarse con los vinitos y las copas porque si uno se pasa de rosca podría acabar diciendo cosas que realmente no piensa e hiriendo a sus familiares. Beber con moderación es una de las mejores recetas para no dejarse llevar por la rabia o la pena.

Las reuniones navideñas en familia son un arma de doble filo. Pueden ser un evento festivo y entrañable o convertirse en un auténtico campo de batalla si salen a relucir los rencores, las envidias y los reproches. Para evitar que eso ocurra, los psicólogos hacen algunas recomendaciones que pueden ayudar a evitar las posibles discusiones y hacer de la cena de Nochebuena y de la comida de Navidad una reunión, por lo menos, pacífica.