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La vacuna de la alergia a las avispas puede evitar las 20 muertes anuales producidas por picaduras
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LA MAYORÍA DE LOS ALÉRGICOS AL VENENO DE HIMENÓPTEROS NO SABEN QUE LO SON

La vacuna de la alergia a las avispas puede evitar las 20 muertes anuales producidas por picaduras

“La primera vez que me picó una avispa se me hinchó la pierna, la segunda, el brazo entero, y a la tercera, que me picó en

Foto: La vacuna de la alergia a las avispas puede evitar las 20 muertes anuales producidas por picaduras
La vacuna de la alergia a las avispas puede evitar las 20 muertes anuales producidas por picaduras

“La primera vez que me picó una avispa se me hinchó la pierna, la segunda, el brazo entero, y a la tercera, que me picó en el cuello, estuve a punto de desmayarme”. Sonia B. tiene alergia a la picadura de avispa pero no lo supo hasta esa tercera vez en la que, afortunadamente, llegó a tiempo al centro médico para que le inyectaran metilprednisolona para disminuir la inflamación. Si no hubiera estado tan cerca del médico, quizá hubiera sido una de las 15 o 20 personas que mueren al año por alergia a la picadura de himenópteros.

Y es que en España, según los datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), entre 800.000 y un millón de personas son alérgicas al veneno de avispas y abejas, y la mayoría ni siquiera lo sabe. La gente acude tranquilamente a parques y piscinas con poca ropa sin tener en cuenta que, precisamente es en el verano cuando las avispas registran su mayor actividad (debido a las altas temperaturas), y los lugares con agua los que más las atraen.

La mayoría de los alérgicos, de hecho, suele descubrir su problema igual que Sonia, tras un par de picaduras cuyos efectos son más graves de los habituales enrojecimientos y picores localizados. Pero, según los expertos, lo ideal sería que los pacientes que sufren una reacción alérgica por la picadura, tras ser atendidos en los servicios de urgencias o atención primaria, sean dirigidos a un servicio de alergia para ser diagnosticados y, en consecuencia, “recibir el tratamiento más adecuado para su enfermedad”. Así lo asegura la doctora Arantza Vega, Coordinadora del Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC y alergóloga del Hospital de Guadalajara.

La especialista recomienda a quienes hayan descubierto una reacción alérgica tras una picadura que se vacunen. Como explica a El Confidencial, esta inmunoterapia se realiza inyectando cantidades crecientes de veneno del himenóptero escogido. Su eficacia es alta: hay una curación en el 85-90% de los pacientes tratados con veneno de abeja y en el 98% de los tratados con veneno de avispa. Una vez alcanzado un grado satisfactorio se continúa con una pauta de mantenimiento en la que se administra esta dosis máxima cada mes o cada dos meses durante un tiempo relativamente largo, que en la mayoría de los casos es de 3 a 5 años.

La vacunación ante alergias a venenos de himenópteros es relativamente novedosa y por eso, hasta hace pocos años, la medicina no podía cambiar el curso natural de la enfermedad y la única solución de los pacientes era intentar evitar nuevas picaduras. Y es que tras la primera picadura a un alérgico, la posibilidad de presentar una nueva reacción, similar o más grave, en el futuro se calcula que es del 60%  en adultos y del 40% en niños. Hoy en día gracias a la vacunación es posible modificar la respuesta inmunológica produciendo una desensibilización.

Ojo, no es lo mismo avispa que abeja

La composición de los venenos de abejas y véspidos es similar desde el punto de vista farmacológico, pero claramente diferente alergológicamente. Es decir, las picaduras de ambos insectos producen los mismos efectos en el organismo, pero la estructura química de los venenos es suficientemente diferente como para que el sistema inmunológico reconozca que se trata de sustancias distintas. De esta forma las personas alérgicas a veneno de abejas habitualmente toleran las picaduras de avispas y viceversa.

Por este motivo, el Comité de Alergia a Himenópteros de la SEAIC está elaborando un mapa de distribución de véspidos en la Península Ibérica con el que pretende conocer la distribución de especies de avispas que pican en cada zona y hacer así un mejor diagnóstico de los pacientes. “Esto facilitará la identificación y posterior elección del veneno para la vacuna”, explican desde el Comité, que ya ha finalizado la primera parte del mapa, correspondiente al análisis de la zona sur de España.

Sonia no ha vuelto a ser picada por una avispa desde hace cerca de seis años, cuando tuvo que acudir al médico. Para evitarlas, pone en práctica la mayoría de los consejos de los expertos: no intentar matar a los insectos si se acercan o se posan sobre su piel y limitarse a esperar a que se vaya o, en todo caso, moverse lentamente; evitar acercarse a líquidos azucarados como los zumos, muy atractivos para las avispas; no manipular frutas al aire libre y evitar acercarse a los cubos de basura; no caminar descalza sobre hierbas o campos con flores y no cortar el césped y sacudir la ropa si está en el suelo antes de ponérsela.

Con estas sencillas prevenciones se pueden evitar las picaduras en su mayoría, pero sin duda lo más seguro es acudir a vacunarse para no tener que enfrentarse a una nueva reacción alérgica.

“La primera vez que me picó una avispa se me hinchó la pierna, la segunda, el brazo entero, y a la tercera, que me picó en el cuello, estuve a punto de desmayarme”. Sonia B. tiene alergia a la picadura de avispa pero no lo supo hasta esa tercera vez en la que, afortunadamente, llegó a tiempo al centro médico para que le inyectaran metilprednisolona para disminuir la inflamación. Si no hubiera estado tan cerca del médico, quizá hubiera sido una de las 15 o 20 personas que mueren al año por alergia a la picadura de himenópteros.

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