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Joven, huérfano, machista, adicto a internet... y asesino
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ENTREVISTA A LA PSICÓLOGA FORENSE BLANCA VÁZQUEZ

Joven, huérfano, machista, adicto a internet... y asesino

Cuando la imagen de Marta aparecía en televisión, Miguel agachaba la cabeza. Era huérfano y trabajaba en la misma empresa de limpieza que la familia de su

Foto: Joven, huérfano, machista, adicto a internet... y asesino
Joven, huérfano, machista, adicto a internet... y asesino

Cuando la imagen de Marta aparecía en televisión, Miguel agachaba la cabeza. Era huérfano y trabajaba en la misma empresa de limpieza que la familia de su actual novia que le acogió en su casa por pena. Con el paso del tiempo, las sospechas les hicieron desconfiar y le invitaron a marcharse. Días después confesó. Quien le hubiera contado a su novia Rocío que aquel día había dejado a Marta en su casa porque tenía un fuerte dolor de cabeza, era el mismo que la había matado y arrojado al río con la ayuda de sus amigos.

¿Qué pasa por la cabeza de un joven de 20 años para llegar a matar? ¿y por la de sus cómplices para ayudar al presunto asesino? ¿Cómo pudo Miguel llegar aquel día a la casa donde estaba acogido y actuar como si nada hubiera ocurrido? ¿De qué manera se forja un carácter tan frío y calculador?

La psicóloga forense Blanca Vázquez ha intentado despejar las dudas en torno a situación vital de este chico. “Nos encontramos ante una situación de fuerte desestructuración. Miguel tenía varias relaciones sentimentales al mismo tiempo y provenía de una familia desestructurada, con una madre que había fallecido, un padrastro con problemas y estaba acogido en otro hogar. Aunque no tuviera antecendetes penales, es seguro que había algún grado de utilización de la violencia como medio de expresión o para la resolución de los conflictos”, cuenta a El Confidencial.

Aunque la madre de su actual novia cuenta de él que era “un niño bueno y correcto que no levantaba la voz”, Rocío afirma que era “demasiado celoso. Al Máximo”. Blanca Vázquez cuenta al respecto que “la actitud machista en chavales jóvenes se da y va a más. Muchas denuncias por agresiones o por maltrato se dan en parejas muy jóvenes. El mensaje anti-machista o de igualdad no está calando en la sociedad como debería. En los jóvenes, la capacidad de inhibición de la conducta es más pequeña, con lo cual, si hay un potencial agresivo se expresa con más facilidad”.

La agresividad, que pasa totalmente desapercibida en la comunicación de las redes sociales, donde se puede mostrar una forma de ser totalmente diferente a la real, agrava la problemática, según la experta: “los conflictos son más graves porque trascienden lo privado y pasan al ámbito público que es la pandilla. Es todo el grupo el que toma la iniciativa y las posibles venganzas y humillaciones se trasladan a todo el grupo siendo la repercusión social más importante”.

Según la psicóloga forense, el problema de fondo es la tolerancia hacia la violencia. “En la escuela y a nivel social, entre los jóvenes hay un clima de violencia que no se toma tan en serio como se debería. La situación de violencia está muy tolerada entre la gente joven y los adultos no parece que tengamos muy claro lo peligroso que es”.

Motivaciones para asesinar

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“Cuando uno mata, evidentemente, hay un problema, otra cosa es que sea determinante a la hora de realizar una acción como ésta. Casi nunca es determinante, pero casi siempre hay motivaciones que explican el por qué se ha cometido un hecho así. Probablemente, incapacidad de tolerancia a la frustración, necesidad de poder, de ser el líder dentro de un grupo, de compensar otra serie de carencias afectivas... Pero todo eso al final no explica el crimen, las personas lo realizan porque deciden realizarlo, y hay muchas variables implicadas. Una muy importante es la situación social de tolerancia a la violencia, que puede llevar a que estalle y ocurran estos hechos. Seguramente este chico ya había demostrado ser un joven violento”, explica.

“La violencia se tiene como normal e incluso como parte de la masculinidad, aun no siéndolo, y la sociedad lo comparte en cierta medida. Hasta que todos no nos convenzamos de que no hay que tolerar la violencia, no conseguiremos nada y seguirán ocurriendo hechos como éste”, augura. “Hay chicos violentos en todos los ámbitos, pero, generalmente, si se proviene de familias estructuradas, la violencia no llega a este punto: aunque den golpes o griten, no llegan a matar. Cuando estas situaciones se dan de una forma descontrolada, en familias desestructuradas, sin un arraigo familiar importante ni metas de futuro y con una situación al límite se puede dar el salto con mayor facilidad”.

¿Por qué todos callaron?

Tras el crimen, Miguel llamó a sus amigos para que le ayudasen a deshacerse del cadáver y ellos, sin pensar en las consecuencias, acudieron y mantuvieron el secreto durante tres semanas. La experta explica que la causa está en el interés de los iguales. “En la fase de la adolescencia, porque aunque él tenía 20, se movía con gente más joven y en ambiente de pandilleo, reside el interés de los iguales y la pandilla tiene más importancia que los padres. La fidelidad al grupo está por encima de cualquier otra cosa, algo evolutivamente normal, pero que en este caso se torna anormal. Si la situación de estos otros chicos hubiera sido estructurada, ellos hubieran avisado a alguna figura de autoridad”.

Samuel, que no confesó hasta que Miguel le implicó en su declaración ante la Policía, tuvo la sangre fría de apoyar a la familia de la fallecida aun sabiendo lo que había ocurrido. Vázquez afirma que la explicación es tan sencilla como que “dio la cara porque no había otra solución. Para no destacarse como posible encubridor, hizo lo que correspondería a un amigo, para no ser altamente sospechoso”.

“La sangre fría que se tiene en estos casos generalmente viene de una justificación de lo que ha sucedido, normalmente achacando a la víctima la provocación del acto”, explica la psicóloga, que pide un cambio legal para el seguimiento de futuros casos: “este es un caso de violencia machista mezclado con el tema de menores implicados en delitos. El problema es que no hay una ley de víctimas de menores y no hay un protocolo claro policial y judicial, como pasó en el caso de Mari Luz. Este fallo se subsanará en el tiempo, pero tiene sus consecuencias”.

Cuando la imagen de Marta aparecía en televisión, Miguel agachaba la cabeza. Era huérfano y trabajaba en la misma empresa de limpieza que la familia de su actual novia que le acogió en su casa por pena. Con el paso del tiempo, las sospechas les hicieron desconfiar y le invitaron a marcharse. Días después confesó. Quien le hubiera contado a su novia Rocío que aquel día había dejado a Marta en su casa porque tenía un fuerte dolor de cabeza, era el mismo que la había matado y arrojado al río con la ayuda de sus amigos.