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La venganza por una infidelidad motivó el triple crimen del bufete de Usera
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el sospechoso descubrió el engaño por el móvil

La venganza por una infidelidad motivó el triple crimen del bufete de Usera

La Policía identificó desde el primer momento a un ciudadano extranjero cuya novia estaba manteniendo una relación sentimental con el dueño del despacho de abogados

Foto: Los servicios de Emergencias acudieron a atender a los tres asesinados, pero no pudieron hacer nada.
Los servicios de Emergencias acudieron a atender a los tres asesinados, pero no pudieron hacer nada.

El triple crimen de Usera tuvo un móvil pasional. Es al menos lo que sospechaba la Policía casi desde pocos días después de que se produjera la masacre el pasado 22 de junio, a plena luz del día. Un ciudadano afincado en Alemania comenzó a desconfiar de la honestidad de su pareja. Comprobó su teléfono móvil y descubrió el pastel. Averiguó que su chica estaba manteniendo una relación sentimental con Víctor Joel Salas, el dueño de un despacho de abogados ubicado en el distrito madrileño de Usera, por lo que fue directamente a pedirle cuentas en persona.

Sin embargo, cuando llegó al número 40 de la calle Marcelo Usera, no estaba su objetivo. El hombre llegó visiblemente alterado y muy nervioso, preguntó por el dueño del despacho y las trabajadoras le dijeron que había salido. Trataron de localizarle para pedirle que viniera, le contactaron telefónicamente, le dijeron que había un hombre muy raro que se había personado en el inmueble y que preguntaba por él. En un momento dado, y tras varios intentos de presionar a las chicas de la oficina, el visitante se volvió loco y asesinó a las tres personas que en ese momento se encontraban en el despacho.

Pepe C. V. (43 años), un cliente que había ido a la oficina a hacer unas consultas, y las secretarias de origen cubano Maritza O. R. (46 años) y Elisa C. G. (33 años) fueran sus víctimas mortales. Esta última había conseguido convalidar su título de abogada —que se sacó al otro lado del Atlántico— apenas unos días antes y estaba buscando trabajo como letrada. La joven acababa de actualizar su perfil de Linkedin porque quería salir del despacho cuanto antes.

La razón, además del bajo salario que cobraba para ser abogada, era que el episodio que acabó con su vida no era el primer incidente violento que sufría. Fuentes del entorno familiar explican que la chica había contado que ella salía del despacho cuando había situaciones incómodas. Indican también que semanas antes del triple crimen, Elisa aseguró que su jefe había recibido amenazas. No concretó, sin embargo, de dónde provenían esas intimidaciones.

Ni sicarios ni venganzas de narcotraficantes

La Policía descartó desde prácticamente el primer día que los asesinatos fueran cometidos por un sicario, ya que el 'modus operandi' no coincidía en absoluto con el que planifican y ejecutan los profesionales del crimen. Estos últimos, explican las fuentes consultadas, llegan al lugar elegido para cometer la matanza, aprietan el gatillo y se marchan. Lo que hizo el triple asesino de Usera no tiene nada que ver con este modo de actuar, ya que se mantuvo un rato largo en el despacho, mostró su nerviosismo y ejecutó la masacre con un instrumento que se encontraba en la propia oficina.

El triple asesinato que conmocionó el barrio madrileño de Usera

También quedó descartada la posibilidad de que el autor de los hechos fuera un cliente del despacho. Los investigadores pusieron el foco al principio en este extremo, tras conocer que entre la cartera del abogado había personal con antecedentes penales. Esta hipótesis, sin embargo, fue desechada tras descubrir el móvil pasional, como también se cerró la línea de investigación que apuntaba a una posible venganza de algún delincuente peruano. El letrado Joel Salas había sido fiscal en su país de origen y allí había intervenido en casos contra grandes narcotraficantes, lo que podía hacer pensar en algún tipo de represalia de alguno a quien hubiera encerrado.

Todas aquellas teorías quedaron relegadas después de que los responsables de las pesquisas descubrieran que el abogado mantenía, entre otras, la mencionada relación sentimental, destapada por la pareja de la chica tras descubrir los contactos vía móvil que había entre Joel Salas y su novia.

Las familias de las víctimas, en vilo

Una vez perpetrada la carnicería, el asesino llevó los cadáveres de las mujeres a un lado del despacho y dejó al cliente en otra habitación, echó hojas y libros sobre los cuerpos y prendió fuego para que todo ardiera. La Policía, de hecho, encontró restos de gasolina y de una sustancia acelerante en el lugar de los hechos.

Los familiares de los asesinados llevan meses sin tener ninguna noticia de la investigación. Los padres de Elisa han remitido sendas cartas a la Policía y al titular del Juzgado número 41 de Madrid, Juan Carlos Peinado, reclamando información sobre el desarrollo de las pesquisas. Desde La Habana, aseguran estar esperando "con mucha tristeza y la gran angustia que genera la impotencia de estar tan lejos y no poder hacer nada para siquiera tener alguna información sobre el curso de la investigación del brutal asesinato de nuestra hija".

Los padres de Elisa mantienen una posición acomodada en Cuba e incluso cierta capacidad de influencia. La madre es profesora de Medicina Forense en la universidad y el padre es teniente coronel de Inteligencia del Ejército cubano. Ninguno de los dos entiende lo que a su juicio es un retraso injustificado de una investigación cuyo secreto de actuaciones fue prorrogado de nuevo a finales del pasado mes por el mencionado Juzgado 41 de Madrid.

Los familiares denuncian a través de las citadas misivas la "atípica situación" que a su juicio se está produciendo en esta investigación con esta prórroga, que a su parecer les está generando "indefensión". Por el momento, el presunto autor del triple crimen de Usera no ha sido detenido por las autoridades alemanas, que mantienen contactos prácticamente desde el primer día con la Policía española, a pesar de que esta última puso desde el principio el foco sobre el mencionado sospechoso. La burocracia judicial estaría frenando las gestiones internacionales, dada la elevada carga de trabajo de la Administración de justicia.

El triple crimen de Usera tuvo un móvil pasional. Es al menos lo que sospechaba la Policía casi desde pocos días después de que se produjera la masacre el pasado 22 de junio, a plena luz del día. Un ciudadano afincado en Alemania comenzó a desconfiar de la honestidad de su pareja. Comprobó su teléfono móvil y descubrió el pastel. Averiguó que su chica estaba manteniendo una relación sentimental con Víctor Joel Salas, el dueño de un despacho de abogados ubicado en el distrito madrileño de Usera, por lo que fue directamente a pedirle cuentas en persona.

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