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"Las ONGs no podemos extorsionar emocionalmente para conseguir donaciones"
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MILLANES DEFIENDE UN MODELO DE ONG EFICIENTE, TRANSPARENTE Y COMPETITIVA

"Las ONGs no podemos extorsionar emocionalmente para conseguir donaciones"

SOLIDARIDAD PROFESIONAL Ayudar a quien lo necesita, dice, ni es un sacrificio ni tiene por qué serlo. Pablo Millanes (Madrid, 1985) es miembro fundador

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"Las ONGs no podemos extorsionar emocionalmente para conseguir donaciones"

SOLIDARIDAD PROFESIONAL

Ayudar a quien lo necesita, dice, ni es un sacrificio ni tiene por qué serlo. Pablo Millanes (Madrid, 1985) es miembro fundador de Daukaia, una ONG formada íntegramente por jóvenes que se propone lo que su propio nombre indica en misquito, una de las lenguas nativas de Centroamérica: "hacer". De momento han empezado por la educación y por Nicaragua, y aunque aún están en pañales no les va nada mal, quizá porque son distintos. Les horroriza lo de "dar pena para conseguir dinero", en sus propias palabras, y aseguran que para echar una mano no basta con querer, sino que hay que ponerse a ello.

La pregunta ineludible: ¿qué es Daukaia?

En una frase: es una ONG centrada en la educación que busca la integración social de las niñas de Ocotal, que es una ciudad al norte de Nicaragua, cerca de la frontera con Honduras.

¿De todas las niñas de Ocotal?

De todas las que podemos, que de momento son 50 o 60 de entre 8 y 18 años, más o menos. Muchas de ellas experimental algún tipo de dificultad en el aprendizaje.

Imagino que no son las únicas dificultades a las que se enfrentan.

No, claro. Ahora trabajamos en el barrio más conflictivo de Ocotal, que es el de Sandino. En torno al 50% de las niñas están escolarizadas, y de ellas solo un 10% están en su año académico. Muchas de las otras podrían ir a la escuela, pero lo han dejado por problemas en su situación familiar, porque se han tenido que poner a trabajar, porque han quedado embarazadas y hasta porque han emprendido la prostitución. Prostitución infantil, claro.

Ahora te iba a preguntar que por qué empezar precisamente en esa zona, pero me ha quedado claro.

No lo elegimos al azar. Nicaragua es un país muy necesitado, el segundo más pobre de Centroamérica después de Haití. Nosotros somos profesores y Haití, sin embargo, hoy no es seguro para la gente que podemos llevar. Además allí la ayuda internacional se centra en la reconstrucción de todo lo que se llevó por delante el terremoto de 2010, que es algo en lo que nosotros no podemos contribuir en gran medida, y mientras tanto hay muchas ONGs. En Ocotal no hay tantas y la ayuda es igual de necesaria.

¿Y no es un entorno violento?

Sí, pero no tanto. En el barrio en el que nosotros trabajamos hay tiros, pero tiros por la noche, durante el día es más seguro. Lo que hacemos es trabajar hasta las 4 o 5 de la tarde y después marcharnos al centro de la ciudad.

Habéis empezado en plena crisis. ¿Cómo convencemos a la gente de que ayude fuera cuando aquí hay cada vez hay más problemas?

Con la verdad, que es muy simple: la situación aquí es cada día más complicada, nadie lo pone en duda, pero es que en otros sitios es mucho peor y lleva siendo así toda la vida. Piensa en los problemas que tenemos en España con la sanidad pública, por ejemplo. Aquí cada día está más degradada, pero es que allí, cuando tienes diabetes, te cortan la pierna. Nosotros tuvimos una niña que estuvo sin venir a la asociación diez días y, cuando fuimos a su casa, nos la encontramos con la tripa enorme, como un globo, solo porque tenía apendicitis. Aquí es algo por lo que te operan el mismo día, pero allí una niña puede morir de ello.

Dime que al final se solucionó.

Sí. Hablamos con otra ONG y unos médicos alemanes finalmente la operaron. Pero date cuenta de la magnitud de los problemas que atraviesan lugares como Nicaragua.

¿Le contáis todo esto a la gente para que colabore?

Si preguntan, como tú haces, pues sí (ríe). Pero no, no queremos entrar en los detalles, recurrir a la clásica foto del niño pasando necesidad... La gente no es tonta. Sabe perfectamente lo que hay en Nicaragua y en otras partes del mundo.

Así que preferís obviarlo, digamos.

No, no obviarlo. Insisto: la gente está muy informada. No necesita que yo le cuente las penurias de Ocotal o que haga una campaña de comunicación con la foto de una niña pequeña llorando y pasando calamidades. Eso es extorsión emocional. Además, otra cosa: a mí no me interesa la concienciación solidaria, así, como una abstracción. Me interesa que la gente se involucre en ella, punto. Y si creemos, como creemos, que nosotros lo vamos a conseguir mejor con una web modernilla con un mensaje positivo en lugar de pidiendo donaciones a cambio de la lágrima, debemos hacer eso.

Sois una ONG que habla de valores sin ningún complejo y decís, por ejemplo, que vuestra integridad “no se vende”.

Es que claro que hay que tener valores, y claro que hay que decirlo. No se trata de una diferencia que pretendamos hacer, sino de una convicción. La solidaridad sin integridad no lleva a ninguna parte.

Pero estarás conmigo en que también hay que anunciarlo a los cuatro vientos. La mujer del César, ya se sabe, además de serlo tiene que parecerlo…

Sí, es cierto. Y la manera de parecerlo es mediante la transparencia. Es en lo que nos centramos ahora mismo, en dar con la fórmula para ser transparentes.

Pero si publicáis vuestras cuentas en la web todos los meses y hasta se puede hasta hablar por Skype con vosotros. Yo diría que hasta se os ha ido la mano con la transparencia.

No tanto, porque de hecho aún estamos buscando una fórmula que nos permita serlo como queremos serlo, que es de verdad. No se trata solo de que se puedan ver las entrañas de la ONG o de que se nos pueda ver a nosotros: lo importante es conseguir que se vean los resultados que cosechamos. Por eso no hemos empezado ni una sola campaña ni hemos pedido un euro a nadie, ni siquiera a nuestros padres, que seguro que algo ponían (ríe). De momento todo sale de nuestros exiguos sueldos, de una porción que todos ponemos cada mes, con lo que se paga a los profesores. La transparencia va primero y, hasta que no la tengamos planificada, no pediremos ni un euro a nadie. No vale con decirlo, tenemos que demostrarlo.

¿Cómo se las apaña una ONG para recabar el apoyo (y con apoyo quiero decir dinero) de los españoles con la que está cayendo?

De momento, pidiendo apoyo pero, precisamente, no dinero. Por ahora nos acercamos a la gente preguntándole en qué nos puede ayudar y proponiéndole una especie de banco de tiempo, en la que nos dediquen, por ejemplo, tres horas a la semana. Haciendo lo que sea para la ONG, que tiene muchas más necesidades de las que imaginas.

Dime la verdad: ¿eso funciona?

¡Claro que funciona! Hay mucha gente que quiere ayudar pero que no quiere, o no puede, dar dinero. O que prefiere aportar su tiempo porque es más valioso que su dinero, pero que no sabe cómo hacerlo. Piensa en un médico, por ejemplo. Si quiere ayudar, sus habilidades y su tiempo son mucho más valiosos que todo el dinero que pueda donar. También hay oficios especializados cuyos miembros pueden contribuir a la solidaridad, aunque en principio parezca que no. Así es como conocimos a nuestra jefa de prensa, por ejemplo. Y la agencia con la que hemos hecho nuestra última campaña publicitaria.

O sea, que para practicar la solidaridad no vale cualquiera.

Para practicarla de forma organizada y racionalizada, cualquiera no, desde luego. Si eres un piernas o lo único que te interesa es viajar y ver mundo, no nos interesa, gracias (ríe).

¿Y con las empresas es igual? ¿No os vale cualquiera?

No, claro. Trabajamos en educación con jóvenes en riesgo de exclusión social: no vamos a aceptar colaboración con marcas que fomente el trabajo infantil, por ejemplo. Porque no hay que venderse a cualquier precio, pero sobre todo porque sería absurdo. Lo que buscamos ahora en las empresas, igual que en los particulares, es que quieran involucrarse con aquello en lo que están especializadas.

¿Y ha habido suerte?

Alguna, sí. Hace poco se nos acercó una startup tecnológica que se llama Ánfora Software, por ejemplo, que lleva dos años desarrollando un software educativo para dispositivos móviles. Con su ayuda y con su financiación, el próximo 1 de julio llevaremos a Nicaragua unas tablets en la que las niñas harán sus actividades, que se irán descargando. Eso nos permitirá monitorizar los resultados desde aquí y comprobar si evolucionan, si nuestros profesores están funcionando bien o diseñar nuevas actividades ajustadas al ritmo que lleven, por ponerte solo unos ejemplos. 

Y mantener un registro de lo que hacéis.

Exacto. A medio plazo podremos buscar más ayuda para la ONG no pidiendo, sino convenciendo. Podremos ir con estos datos concretos y decir: mira, estas niñas antes no sabían hacer ecuaciones y ahora sí, y te lo enseño. Y, con estos resultados en la mano, te pido que les eches una mano.

Sois jóvenes y lo vendéis como seña de identidad.

Sí, aunque no es tanto bandera como sí una realidad. Piensa en cómo es la situación para los jóvenes hoy en España: la mitad está en el paro y la otra mitad de becario. Los que tienen suerte trabajan con normalidad, o con lo que hoy llamamos "normalidad", al menos, cuando las condiciones laborales están tan degradadas y te toca comer tanta mierda. ¿Qué hacemos con nuestra formación, con nuestra energía, con nuestras ganas de hacer ayudar?

Ya, pero no se puede acudir a los voluntarios potenciales y decirles: no tienes dinero y estás en paro, aprovecha para ayudar a los demás. Se puede, pero me da la impresión de que no cosecharéis mucho éxito.

Pero es que no apelamos a la situación, sino a la juventud. ¿Por qué? Porque ayudar y hacer voluntariado siendo joven te cambia. Es algo que las ONGs no publicitan, quizá porque pone el acento en el propio voluntario en lugar de en quienes lo necesitan y eso parece injusto, no lo sé. Pero nosotros sabemos por experiencia que el voluntariado te cambia y que lo hace para bien, y creemos que si conseguimos que la gente se dé cuenta, conseguiremos muchos más voluntarios y más ayuda para quien la necesita. Se puede decir y no es frivolizar: ser voluntario es una experiencia no solo edificante, sino también muy grata e incluso muy divertida. Es lo que queremos vender a la gente para que trabaje con nosotros, simplemente porque creemos que es verdad.

En la ONG lo del “no gubernamental” va en el nombre, pero ¿gozáis de algún tipo de ayuda oficial?

No, nada. Todo es 100% autofinanciado.

¿Y algún tipo de exención fiscal, algo así?

Nada, nada. Bien es cierto que somos pequeños y que no nos hemos metido a saco con las cuestiones legales aún, pero no.

Entonces cambiemos el enfoque. ¿Os gustaría gozar de algún tipo de ayuda oficial?

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