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Alberto Ruiz-Gallardón: “El 11-M fue la experiencia más dura de mi vida”
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SU CONDUCTOR PERDIÓ UNA HERMANA

Alberto Ruiz-Gallardón: “El 11-M fue la experiencia más dura de mi vida”

El ministro de Justicia era el alcalde de Madrid el día de los atentados. "Nunca había visto morir a nadie". La jornada no terminó aquella noche. "Duró días"

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La primera noticia que recibió el alcalde de Madrid el 11 de marzo de 2004 sobre el estallido de una bomba en Atocha le llegó a través de su concejal de Seguridad, Pedro Calvo. “Desde el primer momento pensamos que era un atentado, pero jamás fuimos capaces de imaginar la dimensión a la que iba a llegar”. Me trasladé directamente a Atocha”.

Aún no eran las ocho de aquella trágica mañana en la que hasta su propio chófer, Tomás, perdió una hermana entre las vías de la estación. En poco tiempo, los muertos y heridos se multiplicaban vertiginosamente. “Las primeras noticias que me iban llegando en el coche es que había un muerto, dos, tres. Después ese número fue subiendo, subiendo, subiendo...” hasta alcanzar la escalofriante cifra: 192 muertos.

El ahora ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, se emociona cuando rescata para El Confidencial los recuerdos de “la experiencia más dura de mi vida”. El entonces alcalde, que antes había sido presidente de la Comunidad de Madrid, había estado presente en muchos atentados en la época más sanguinaria de ETA. “Pero nunca había visto morir a gente”.

Gallardón llegó tan temprano al epicentro del horror que ni siquiera sabía aún que se habían producido explosiones sucesivas en la calle Téllez, en Santa Eugenia y en El Pozo del Tío Raimundo. “Yo llegué muy temprano al lugar del siniestro, justo después de que llegaran los primeros equipos de los servicios de emergencia. A mucha gente se le fue la vida en ese mismo momento, mientras la estaban atendiendo. Yo estuve con ellos mientras murieron. Es una experiencia que nunca había vivido y que me marcó. No sólo como político, sino personalmente”.

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La jornada laboral de aquel jueves no terminó aquella noche, sino que se prolongó durante varios días. “Estuvimos donde los trenes habían explotado; en el Pabellón 6 de Ifema, mientras los familiares identificaban a sus víctimas; en Barajas despedimos los féretros de aquellos que murieron y no eran españoles; asistimos a muchos funerales; empezamos a conocer las historias personales de la gente que iba en esos trenes. Aquella jornada también duró mientras al día siguiente vimos cómo los ciudadanos volvieron a coger los trenes y reanudaban su vida, superando la conmoción inicial y demostrando que no se produjo el objetivo del atentado: conseguir una confrontación y conseguir que se despertase un sentimiento contrario a los musulmanes”.

Los peores recuerdos, sin embargo, no son las escenas que se vivieron en Atocha: las imágenes de los cadáveres, los gritos de los heridos, el sonido de los móviles que nunca más se volvieron a descolgar. En el Pabellón 6 de Ifema, donde se habilitó un tanatorio provisional para albergar los cuerpos de los fallecidos y realizar las labores de identificación, se sucedieron las escenas que más sobrecogieron al ministro. “Por encima incluso de ver morir a gente, lo más duro fue la angustia de las familias esperando a saber si sus hijos o sus padres habían muerto”.

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Alberto Ruiz-Gallardón se siente otro Alberto Ruiz-Gallardón desde aquel 11 de marzo. “Me siento cambiado. Ninguna historia ha conseguido dejarme tanta huella como el 11-M”. Diez años después, el ministro de Justicia considera que hemos cumplido con una obligación: “Vivir la vida de las víctimas que los terroristas no les dejaron vivir y sobreponernos a cualquier tentación de desesperanza”. El exalcalde cree firmemente en que los españoles “hemos sido capaces de salir adelante y compartir, aunque sea espiritualmente, aquellos proyectos personales que las bombas de los trenes frustraron”. Tampoco duda de que Madrid cambió para siempre. “En algunas cosas, como consecuencia del dolor. Y, en otras, como consecuencia de la superación del dolor. Como dijo un escritor francés: el sufrir se olvida. El haber sufrido no se olvida nunca”.

La primera noticia que recibió el alcalde de Madrid el 11 de marzo de 2004 sobre el estallido de una bomba en Atocha le llegó a través de su concejal de Seguridad, Pedro Calvo. “Desde el primer momento pensamos que era un atentado, pero jamás fuimos capaces de imaginar la dimensión a la que iba a llegar”. Me trasladé directamente a Atocha”.

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