El Gobierno da por cumplido su objetivo: Rajoy recupera la iniciativa... a la espera de Bárcenas

"Objetivo cumplido: el presidente del Gobierno ha recuperado la iniciativa política". En el Grupo Popular y en el Ejecutivo sacan esa primera conclusión de su primer debate sobre el estado de la Nación desde que Mariano Rajoy remató ayer a Alfredo Pérez Rubalcaba con la frase "yo no he pedido su dimisión, no me interesa". El jefe del Ejecutivo anunció a la Cámara material de trabajo para media legislatura: más reformas, medidas de reactivación económica y cambios legales para prevenir y combatir la corrupción que los demás grupos tendrán que secundar.

El propio Rajoy no disimulaba anoche en los pasillos del Congreso, tras responder en su última intervención de la jornada a Rosa Díez, su satisfacción por el resultados del debate. Del esperado cara a cara con Rubalcaba, el presidente del Gobierno acabó "contento". "Estoy contento, he dado mi opinión, he contado lo que ha pasado según mi punto de vista, lo que hemos tenido que hacer este año y, sobre todo, he dicho que, aunque la situación aún sigue siendo difícil, ya se ven cosas", ha recalcado.

La satisfacción con el desarrollo del debate en el PP, indisimulado hasta por el propio Rajoy, tiene el contraste negativo de la constatación de que el PSOE y Rubalcaba no están para pactos de Estado ante los problemas de fondo, como el desafío independentista del nacionalismo en Cataluña, ni tampoco para el ajuste de las Administraciones Públicas.

En fuentes gubernamentales aseguran que Rajoy salía preparado para un 'mano a mano' con el jefe de la oposición con más datos y argumentos que los exhibidos por si Rubalcaba no se quedaba en las descalificaciones, por si hacía un discurso de fondo más económico y con menos "eslóganes". Como el líder de la oposición pidió casi de pasada la dimisión del presidente del Gobierno por el caso Bárcenas, Rajoy se limitó a replicar con ataques al pasado de su rival.

El el Grupo Popular consideran que su líder cerró el paso a Rubalcaba al proponer “tal cantidad de iniciativas contra la corrupción” que al secretario general del PSOE le impedían añadir cualquier punto novedoso. En el debate sobre la política económica no hubo margen para el acuerdo. El PP hace las reformas que, según los populares, no pudo o no quiso hacer el Ejecutivo de Zapatero, como la laboral, y tampoco aspira a obtener comprensión alguna de los socialistas. 

Sí acertó Rubalcaba en los ataques a Rajoy al destacar que el Gobierno tiene que seguir pendiente de las revelaciones de su extesorero sobre la financiación del partido. Sigue siendo el principal problema del Partido Popular, el que amenaza la estabilidad del Ejecutivo y su imagen en el exterior.

Aunque en medios gubernamentales insistían anoche en que Rajoy se había vuelto a lucir en la tribuna, que es un gran parlamentario y que salía reforzado del debate, algunos diputados del PP también advertían de la deriva del PSOE, el otro gran partido nacional que posibilitó la Transición, hacia el cuestionamiento de la Constitución. Los socialistas catalanes se inclinan cada vez más hacia los principios nacionalistas: ayer mismo pidieron la abdicación del Rey, y Rubalcaba propone la reforma de la ley de leyes para adaptarla al estatuto catalán en su versión original.

En el Grupo Popular se ven solos en la Cámara para todo, también para defender la Carta Magna. Los demás grupos, también el PSOE, se apuntan a una inconcreta reforma de la misma, cada uno con un fin distinto y enfrentado: los nacionalistas y la izquierda más extrema quieren liquidar la Nación-Estado, los socialistas promover un modelo federal que supere el sistema autonómico y Rosa Díez reforzar la Administración central frente a las autonomías, “y entrar en el siglo XXI”.