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España paga 304 euros al día y 20.000 para gastos de oficina a los eurodiputados 'rebeldes'
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España paga 304 euros al día y 20.000 para gastos de oficina a los eurodiputados 'rebeldes'

La historia de una carta que cuatro eurodiputados españoles, María Badía (PSC), Ramon Tremosa (CiU), Raül Romeva (ICV) y Ana Miranda (BNG), enviaron a Viviane Reding,

Foto: España paga 304 euros al día y 20.000 para gastos de oficina a los eurodiputados 'rebeldes'
España paga 304 euros al día y 20.000 para gastos de oficina a los eurodiputados 'rebeldes'

La historia de una carta que cuatro eurodiputados españoles, María Badía (PSC), Ramon Tremosa (CiU), Raül Romeva (ICV) y Ana Miranda (BNG), enviaron a Viviane Reding, vicepresidenta de la Comisión Europea, pidiéndole que impidiera “la posible intervención militar” española en Cataluña, y la posterior dimisión de Badía de la secretaría general del PSC (aunque no renuncia a su escaño) prendió la mecha de una polémica que tiene a los europarlamentarios en la cuerda floja. Con tres países oficialmente rescatados (Grecia, Irlanda y Portugal), y con Italia y España negociando una más que posible ayuda, los ciudadanos de los Veintisiete ya no pasan ni una a sus representantes en Europa y exigen, como la clase política les exige a ellos, menos privilegios y más compromiso con su trabajo para salir cuanto antes de esta crisis.

La opinión pública mira de reojo las actividades y los gastos de este cementerio de elefantes, como en los corrillos políticos nacionales se le conoce a la Eurocámara por ser el destino preferido por los partidos para colocar a los representantes que prefieren tener alejados de la política nacional. El sueldo base que perciben es de 7.956 euros brutos mensuales y disfrutan de dietas de hasta 304 euros por cada día de sesión. Para gastos de oficina (personal incluido), cada eurodiputado dispone de 20.000 euros más (al mes).

El calendario laboral es de 134 días al año. Casi siempre de lunes a jueves. Además de disfrutar de fines de semana de tres días, los eurodiputados gozan de dos semanas libres en Navidad y de los 30 días del mes de agosto. Disponen también un plus por kilometraje extra en función de la distancia recorrida o lo lejos que viva cada parlamentario. Y reciben hasta 3.754 euros anuales adicionales para impartir, por ejemplo, conferencias en distintas partes del mundo.

Los viajes de ida y vuelta en avión han sido otro de los pecados capitales de los eurodiputados que más ampollas han levantado entre los ciudadanos. Muchos lograron beneficios en cada uno de sus traslados en los que han llegado a ingresar incluso el triple de lo gastado en su desplazamiento. Viven, casi todos, en sus países de origen, y el parlamento les recompensa con una cantidad fija equivalente al viaje a Bruselas o Estrasburgo en tarifa business. Se recurre a la tarifa más cara porque se intenta hacer lo más cómodo posible y en las mejores condiciones para aquellos que viven más lejos. Y no sería justo, según el Europarlamento, pagar a unos una tarifa y a otros otra.

No solo tienen el privilegio de viajar en business. La Eurocámara dedica cerca del 21% para cubrir los gastos de los europarlamentarios, que perciben suculentas dietas por cada día que acuden a un pleno. Incluso han peleado por conseguir compensaciones por el tiempo de espera en los aeropuertos o por los retrasos injustificados, una intención fraguada durante la presidencia del irlandés Pat Cox y que fue paralizada. Los eurodiputados querían, por ejemplo, una dieta de 32 euros si la espera había sido de entre dos y cuatro horas, y el doble si la espera había sido de entre cuatro y seis horas. Un retraso mayor supondría un coste de 128,5 euros.

"Viajar no es un lujo para nosotros"

Los propios europarlamentarios españoles se escandalizaban el año pasado por la enmienda que presentó un colega portugués, para quien “el ahorro en el Parlamento debe empezar por sus propios miembros” y por ello llamaban a congelar en 2012 sus dietas y sus salarios. Dos europarlamentarios españoles, uno del PSOE y otro del PP, hablan con El Confidencial y coinciden: “Para nosotros viajar no es ningún lujo. Cogemos entre 120 y 300 aviones al año. Forma parte de nuestro trabajo, y hacerlo en turista no tiene ningún sentido”.

Como en otras partidas, la Eurocámara ha pasado muchos años sin revisar con qué tipo de tarifa aérea volaban finalmente sus miembros. Hace tiempo, ni siquiera hacía falta presentar un justificante de que se había viajado en avión.

La historia de una carta que cuatro eurodiputados españoles, María Badía (PSC), Ramon Tremosa (CiU), Raül Romeva (ICV) y Ana Miranda (BNG), enviaron a Viviane Reding, vicepresidenta de la Comisión Europea, pidiéndole que impidiera “la posible intervención militar” española en Cataluña, y la posterior dimisión de Badía de la secretaría general del PSC (aunque no renuncia a su escaño) prendió la mecha de una polémica que tiene a los europarlamentarios en la cuerda floja. Con tres países oficialmente rescatados (Grecia, Irlanda y Portugal), y con Italia y España negociando una más que posible ayuda, los ciudadanos de los Veintisiete ya no pasan ni una a sus representantes en Europa y exigen, como la clase política les exige a ellos, menos privilegios y más compromiso con su trabajo para salir cuanto antes de esta crisis.

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