Es noticia
Muerte y ¿resurrección? de Rato
  1. España
SUS FIELES, TRAUMATIZADOS, TODAVÍA ESPERAN LA TERCERA ‘RESURRECCIÓN’

Muerte y ¿resurrección? de Rato

La dimisión de Rodrigo Rato como presidente de Bankia ha supuesto un trauma para buena parte de los dirigentes más veteranos del PP. Repescado por Mariano

Foto: Muerte y ¿resurrección? de Rato
Muerte y ¿resurrección? de Rato

La dimisión de Rodrigo Rato como presidente de Bankia ha supuesto un trauma para buena parte de los dirigentes más veteranos del PP. Repescado por Mariano Rajoy para la primera línea de la actividad pública en el ámbito económico hace sólo menos de dos años y medio, y acogido después en Génova para algún acto de campaña y para las celebraciones de las victorias electorales, vuelve a ser un militante de base. Pero resulta que en el área económica del Gobierno, las empresas públicas y el Grupo Parlamentario Popular se reparten sus exministros, exsecretarios de Estado, exjefes de Gabinete o exasesores.

Entre el lunes por la tarde y el martes por la mañana ni su secretaria personal de toda la vida, Teresa, ni el teléfono móvil de Rato daban abasto para responder las llamadas de los amigos y altos cargos que se interesaban por lo ocurrido. La pugna por el salvamento de Bankia que se libraba desde marzo había quedado restringida al Ministerio de Economía (Luis de Guindos) y el propio exvicepresidente del Gobierno, con Rajoy de instancia última de consulta y el resto del Gabinete al margen. En este Ejecutivo del PP hay casi tantos ratistas como marianistas de primera hora.

El sector del PP más afín a Rato, su antiguo equipo más los partidarios de que fuera el sucesor de Aznar en lugar de Rajoy, se ha diluido estos años de oposición entre los altos cargos autonómicos (sobre todo en Madrid) y en los grupos parlamentarios. En Génova nunca tuvieron peso específico, y ahora menos. Sin embargo, con la vuelta al poder, Rajoy ha recuperado a buena parte de los miembros de los equipos económicos formados por Rato. Y el exvicepresidente ha influido muy directamente en muchos nombramientos, incluidos los de segundo nivel y más técnicos.

La relación de antiguos colaboradores de Rato es abrumadora y hay todo tipo de opiniones sobre su futuro. Hay algunos que le dan por perdido para volver a la política activa, mientras que otros recuerdan que ya ha protagonizado dos regresos de relumbrón a primera línea. Incluso los hay que atribuyen a su exjefe la frase de que salvo Lázaro, nadie sabe resucitar como él. Cuando se quedó fuera de la sucesión de Aznar y después perdió el PP las elecciones de 2004, pasó en semanas a ser el dirigente del partido con el rango institucional más alto: jefe de Estado. Se había puesto al frente del Fondo Monetario Internacional mientras los demás derrotados en aquellos comicios se quedaban para diputados de la oposición.

Segunda resurrección

Rodrigo Rato se cansó después del FMI y, de regreso a España, se le rifaron las empresas. Hizo dinero, pero también se aburría. Llegó la segunda resurrección: convenció a Rajoy para que le ayudara a ponerse al frente de Caja Madrid. Al presidente del PP le vino muy bien su candidatura para frenar las aspiraciones de Esperanza Aguirre de situar en ese puesto a su vicepresidente autonómico Ignacio González. Rato se reencarnó en banquero. Era un candidato indiscutible e indiscutido para todo el PP. Además, el entorno de Rajoy estaba más cómodo al ver al exrival de su jefe al margen de la política.

Ahora hay antiguos partidarios de Rato que reconocen que se pudo equivocar al volcarse en el sector bancario por mucha ilusión que le hicieran encabezar un proceso de fusiones y compras de entidades que le hubieran convertido en uno de los principales responsables de las finanzas en el ámbito europeo. Ese era el plan original del exvicepresidente del Gobierno, que luego se ha tenido que conformar con el objetivo de salvar Bankia de la intervención durante unos meses. En esos sectores comentan sin tapujos que hubiera sido mejor que Rato se hubiera encaminado hacia la presidencia de Repsol o de cualquier otra gran empresa española. Ahora lo tendrán más que difícil.

Es muy pronto para que Rato se ponga a pensar a qué se va a dedicar a partir de ahora y todavía más para que en el PP se planteen su futuro como una preocupación para el partido cuando quedan pendientes y sin destino claro otras figuras de peso como Javier Arenas o Esteban González Pons. La diferencia con Rato es que sigue siendo un referente interno en el partido. Con Luis de Guindos, su estrecho colaborador y alto cargo económico durante ochos años (1996-2004), las relaciones han terminado fatal. Es quien le ha dejado caer en primera instancia.

Con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, no ha habido roce alguno. Al contrario, en sus nombramientos ha dejado ver que se mantiene el hilo directo. Los antiguos colaboradores de Rato copan las empresas públicas. Hay ejemplos en todos los ámbitos. Ramón Aguirre (ex ICO) está al frente de la Sepi, José Folgado (ex secretario de Estado) dirige Red Eléctrica de España y Elena Pisonero (otra ex secretaria de Estado) controla Hispasat. El Ministerio de Economía, desde De Guindos para abajo, es otro reducto de ratistas. En el Consejo de Ministros se sienta otra excolaboradora: Fátima Báñez.

El hombre de referencia para asuntos económicos en La Moncloa, Álvaro Nadal, es otro antiguo asesor del ya expresidente de Bankia. Cuentan en el PP como anécdota que Rato quedó deslumbrado por la capacidad de trabajo del hoy director de la oficina económica de la Presidencia del Gobierno nada más ser contratado. Luego se descubrió que los Nadal eran dos (Álvaro y Alberto) y de ahí su inusitada productividad en informes y documentación.

En la dirección del Grupo Parlamentario todavía quedan ratistas; es más, son el reducto de veteranía entre los diputados, los que llevan los asuntos más delicados: Vicente Martínez Pujalte, Elvira Rodríguez (todavía pendiente de destino y aspirante a órganos reguladores incluido el Banco de España), Teófilo de Luis o Beatriz Rodríguez-Salmones. Son una legión de partidarios que no se acaban de creer que Rato no intente una tercera resurrección aunque sea dentro de algún tiempo.

La dimisión de Rodrigo Rato como presidente de Bankia ha supuesto un trauma para buena parte de los dirigentes más veteranos del PP. Repescado por Mariano Rajoy para la primera línea de la actividad pública en el ámbito económico hace sólo menos de dos años y medio, y acogido después en Génova para algún acto de campaña y para las celebraciones de las victorias electorales, vuelve a ser un militante de base. Pero resulta que en el área económica del Gobierno, las empresas públicas y el Grupo Parlamentario Popular se reparten sus exministros, exsecretarios de Estado, exjefes de Gabinete o exasesores.

Rodrigo Rato