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Rajoy huye de los periodistas: ni da ruedas de prensa ni responde preguntas incómodas
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EL LÍDER DEL PP ESQUIVA CONTINUAMENTE LOS TEMAS INCÓMODOS Y DELEGA EN SUS 'LUGARTENIENTES'

Rajoy huye de los periodistas: ni da ruedas de prensa ni responde preguntas incómodas

El PP asegura defender la libertad de expresión, pero su líder, Mariano Rajoy, parece sentir aversión hacia los periodistas. O mejor dicho: hacia las cuestiones incómodas que éstos le

El PP asegura defender la libertad de expresión, pero su líder, Mariano Rajoy, parece sentir aversión hacia los periodistas. O mejor dicho: hacia las cuestiones incómodas que éstos le plantean en sus comparecencias públicas. Para esquivar los dardos afilados de los informadores, el presidente de los populares rehúye las ruedas de prensa, no acepta preguntas en las poquísimas que concede o, simplemente, se niega a responder sobre los asuntos más espinosos. No es Rajoy, ni mucho menos, el único dirigente político que practica esta nueva y preocupante forma de censura -la ministra de Defensa, Carme Chacón, también la ejerce de forma recurrente-, pero sí el que con más entusiasmo la promueve.

Mientras Rajoy calla, sus lugartenientes -María Dolores de Cospedal, Esteban González PonsFederico Trillo o Jaime Mayor Oreja- sacan el colmillo por él. Pero su estrategia de no entrar al trapo en los temas embarazosos, sea la corrupción interna o la lucha antiterrorista, y dejar que sean otros quienes den la cara puede acabar pasándole factura: corre el riesgo, admiten fuentes del PP, de que su calculada continencia verbal sea interpretada como una muestra de tibieza y falta de coraje, lejos de la imagen de líder moderado que pretende cultivar para atraer al votante centrista. "Eso no es cierto", argumentan desde Génova, "ha realizado varias ruedas de prensa en los últimos seis meses por toda España y ha concedido entrevistas a distintos medios. Eso no es rehuir a los periodistas. Lo único es que Rajoy habla cuando lo cree conveniente". 

Rajoy volvió ayer a dar esquinazo a los periodistas. En su primera comparecencia pública tras el paréntesis de Semana Santa, el presidente del PP no aceptó preguntas tras presentar en Madrid a la candidata de su partido en Asturias, Isabel Pérez Espinosa, y pronunciar un discurso centrado exclusivamente en la economía. Al acabar el acto, celebrado en un hotel de la capital, Rajoy huyó a la carrera sorteando las cámaras y micrófonos de los reporteros, que trataron, sin éxito, de conocer su opinión sobre la ilegalización de la coalición Bildu -y no sólo de sus listas electorales- que reclaman ahora algunos de los principales dirigentes del PP.

Un record difícil de superar

El líder del PP ostenta un record difícil de superar: seis meses sin ofrecer una rueda de prensa. Entre el 13 de abril de 2009, poco después de estallar el caso Gürtel, y el 15 de octubre de ese año, Rajoy no compareció ni una sola vez ante los periodistas para evitar responder a las preguntas sobre la implicación de decenas de dirigentes de su partido en la red de corrupción presuntamente dirigida por Francisco Correa. Y cuando finalmente lo hizo no quiso explicar por qué seguía dando su apoyo a Francisco Camps y, en cambio, no dudó en destituir al entonces secretario general de los populares valencianos, Ricardo Costa, imputado como aquél.

Rajoy y otros dirigentes políticos -de casi todos los partidos- han convertido las ruedas de prensa sin preguntas -una contradicción in terminis- en un cáncer que avanza imparable y amenaza con limitar gravemente el control democrático que ejercen los medios de comunicación. Esas comparecencias en las que no se admiten preguntas se disfrazan muchas veces con el eufemismo de declaraciones institucionales; o directamente se opta, cada vez con más frecuencia, por dar la palabra a periodistas afines o, peor aún, no responder a las cuestiones más controvertidas.

Hace sólo dos semanas, el pasado 11 de abril, el presidente del PP volvió a poner en práctica esta última estrategia para escabullirse de los periodistas. Tras reunirse en Berlín con la canciller alemana, Angela Merkel, Rajoy ofreció una rueda de prensa en la que se negó a responder hasta en tres ocasiones por qué había avalado las listas electorales del PP valenciano, en las que figuran ocho imputados e implicados en el caso Gürtel. "No tengo nada que decir", dijo en dos ocasiones el líder de la oposición. Y a la tercera intentona de los informadores, ya visiblemente incómodo, añadió: "Sobre ese asunto no voy a hablar hoy".

Sólo un día más tarde, el 12 de abril, Camps rizó el rizo de la censura -esta vez de forma menos sutil- al presentar una queja ante la Junta Electoral de la Comunidad Valenciana contra cuatro cadenas de televisión de ámbito nacional por el tratamiento informativo supuestamente parcial que daban a sus listas electorales, destacando la presencia de candidatos imputados en las mismas. Ante el revuelo organizado, la dirección del PP obligó a Camps, dos días después, a retirar la queja. Fue entonces cuando González Pons, vicesecretario de Comunicación de Génova, aseguró que "la libertad de prensa es sagrada".   

El PP asegura defender la libertad de expresión, pero su líder, Mariano Rajoy, parece sentir aversión hacia los periodistas. O mejor dicho: hacia las cuestiones incómodas que éstos le plantean en sus comparecencias públicas. Para esquivar los dardos afilados de los informadores, el presidente de los populares rehúye las ruedas de prensa, no acepta preguntas en las poquísimas que concede o, simplemente, se niega a responder sobre los asuntos más espinosos. No es Rajoy, ni mucho menos, el único dirigente político que practica esta nueva y preocupante forma de censura -la ministra de Defensa, Carme Chacón, también la ejerce de forma recurrente-, pero sí el que con más entusiasmo la promueve.

Mariano Rajoy Francisco Camps