El Gobierno intenta evitar el debate del Estado de la Nación para no quedar en evidencia

Quedan diez semanas para que acabe el curso político, en principio tiempo más que suficiente para que el Congreso de los Diputados ofrezca una imagen de trabajo y el Gobierno plantee al Parlamento iniciativas y proyectos de ley. Lo cierto, sin embargo, es que como viene siendo la tónica de esta legislatura, el trabajo parlamentario se va a ver bastante mermado si, como se temen los partidos de la oposición, el número de plenos se reduce a no más de seis.

Ya este mes de abril se ha visto reducido en la actividad parlamentaria a la mitad. Solo habrá pleno las dos últimas semanas. La primera de mayo vuelve a ser inhábil, por lo que el pleno se reserva para las tres siguientes. Pero teniendo en cuenta que la última coincide con la primera semana de la campaña de las europeas, es bastante probable que no haya pleno, por lo que solo serían dos. Lo que es seguro es que no habrá la primera de junio por ese motivo, lo que traslada también a la segunda semana de ese mes la costumbre de que la primera semana no hay plenos, como ha ocurrido en abril con la Semana Santa.

Eso significa que junio podría tener solo dos plenos, y que en uno de esos dos debería celebrarse el debate del Estado de la Nación, probablemente el más importante de todo el curso y que no tiene lugar desde 2007, puesto que 2008 fue año electoral. El Gobierno, por razones obvias, no quiere que ese debate se celebra antes de las elecciones europeas, y a pesar de que los grupos empiezan a pedir referencias sobre el mismo, da largas para evitar tener que pronunciarse.

La soledad de Zapatero

El debate del Estado de la Nación tiene lugar a petición del Ejecutivo, que es el que marca la agenda del mismo. En 2007 se celebró en la primera semana de julio, y no es descartable que esta vez ocurra lo mismo. En esa decisión tendrá mucho que ver el resultado de las elecciones europeas del mes de junio. Una derrota socialista complicará mucho el discurso de Zapatero en el debate, razón por la cual el Gobierno no quiere por ahora ni oír hablar de este asunto. Es más, en algunos grupos de la oposición tienen incluso dudas de que el debate se celebre.

“Sería una auténtica barbaridad, pero ya estamos acostumbrándonos a todo”, dicen en el PP. Quizá eso no se produzca, pero lo que sí temen los grupos de la oposición es que el Gobierno pretenda ‘descafeinar’ el debate impidiendo que haya propuestas de resolución. Y es que una derrota en las Europeas y un debate en el que se visualice de manera importante la soledad del Ejecutivo es demasiado para los estrategas de Zapatero, que no quieren que el Gobierno tenga que hacer suyas propuestas de otros grupos para evitar que la aritmética parlamentaria les haga pasar un mal trago.