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Vuelva usted mañana: tres días en la cola del INEM
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Vuelva usted mañana: tres días en la cola del INEM

Once de la mañana, oficina del INEM de la Ronda de Atocha de Madrid. Ya no quedan más números. No es una carnicería, ni la taquilla

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Vuelva usted mañana: tres días en la cola del INEM

Once de la mañana, oficina del INEM de la Ronda de Atocha de Madrid. Ya no quedan más números. No es una carnicería, ni la taquilla de un gran almacén vendiendo entradas para un mega-concierto de los Rolling. Ni mucho menos. La oficina de los sin trabajo ya no atiende a más personas por hoy. Vuelva usted mañana y madrugue, que como está en el paro, no tiene nada que hacer.

 

La cifra de desempleados se incrementó en octubre, según las últimas cifras dadas a conocer este martes por Maravillas Rojo (interesante nombre para la secretaria general de Empleo), en 192.658 personas. La mayor alza histórica en doce años, dicen los expertos de estas cifras, lo que convierte a las oficinas del INEM como la de Atocha en un incesante goteo de personas que rozan ya los tres millones de parados, 2.816.028 para ser exactos. El que esto suscribe, uno más entre todos ellos.

 

Uno más de esos tres millones de parados, el 12,28% de la población activa, que experimenta, en este caso, por primera vez, el deshonroso trámite de pasar por la cola de los “milagros” del INEM. Una tarea, la de darse de alta en las estadísticas y cobrar el subsidio, que requiere venir preparado de altas dosis de paciencia. Sobre todo si es la primera vez que uno pasa por ello y no sabe que si la empresa le debe, por ejemplo, varios días de vacaciones, no puede darse de alta hasta que estos hayan transcurrido. No es tema baladí. No seré yo la primera persona que tras aguantar dos horas de espera se lleva la primera sorpresa. “Vuelva usted en unos días”.

 

 

Tres días en las colas del INEM que dan para conocer muchas historias. Como la de Carlos Bernal, que tiene 54 años y para quien hoy es un buen día después de un año y medio sin trabajo. Ingeniero Civil, trabajaba en la construcción. “Era el encargado de la calidad del hormigón y estructura y acabo de conseguir un trabajo como vigilante. A esta edad es más difícil recolocarse, así que para salir de la crisis no viene mal, son más de 1.100 euros al mes”, comenta. En la construcción, el paro ha avanzado en octubre en 36.275 personas (8,18%  más): “La burbuja ya empezó a explotar hace más de un año. Yo tengo una casa en Castilla La Mancha y me he tenido que venir a Madrid, porque allí no hay nada, más que cuidar ovejas”, añade Bernal.

 

A Marco, un joven de 23 años, le ha ocurrido algo parecido. Hasta hace pocos meses montaba instalaciones de aire acondicionado en edificios nuevos. Cuando la burbuja crecía y crecía como los globos de feria, llegó a tener hasta tres empleados a su cargo. De la noche a la mañana, el sector pinchó y lo tuvo que dejar todo y buscar trabajo a destajo para seguir pagando su hipoteca. “Ha sido la vez que más me ha costado encontrar trabajo”, cuenta. Acaba de recolocarse en una empresa de artes gráficas. “Por ahora, todo pinta muy bien. En la ETT me han dicho que la empresa está contenta conmigo, así que tengo ganas de que acabe el contrato con la ETT y pueda cobrar el 100% de mi sueldo y las pagas extraordinarias”.

“Es la primera vez que me pasa esto después de siete años en España”, confiesa Roberto León, ecuatoriano de 53 años. Llegó a nuestro país para hacer realidad su sueño europeo. Pronto encontró trabajo como soldador de estructuras y de ahí pasó al sector de la construcción. Ahora ve cómo a su edad, las oportunidades se diluyen. “Estoy apuntado en la oficina del INEM desde hace seis meses”. ¿Piensa acogerse al plan de retorno voluntario a su país de origen? “Según los cálculos que me han hecho, cobraría unos 10.000 euros. ¿Qué hago yo con esa cantidad que nos ofrece el Gobierno? Es imposible volver. Se decía que antes estábamos en el tiempo de bonanza, ahora también nos toca pasar los malos momentos por los que atraviesa España”.

 

Volviendo a los datos de octubre, más de la mitad de los nuevos parados registrados el mes pasado corresponden al sector servicios, que ha sumado 113.720 nuevos desempleados, un 7,49% más. Mientras, en la industria el paro se incrementado en 20.144 (6,12%); en el colectivo sin empleo anterior, en 13.480 (5,41%), y en agricultura, en 9.039 (10,56%). La oficina de Atocha, atestada de gente, ve pasar con parsimonia a cientos de personas. Para la solicitud del subsidio, la burocracia del INEM exige pasar por otras dos ventanillas, C y B. La primera, para los recién llegados que quieren pedir el subsidio y que una vez pasan por el puesto C, reciben unos cuantos papeles que una vez cumplimentados y tras otro largo rato de espera sirven para llegar al último puesto, al de las bes. Un galimatías en el que como quiera que solo hay una ventanilla para las ces, ha provocado un pequeño motín. Varios parados, hartos de tanta lentitud, han unido fuerzas para exigir la presencia de más funcionarios.

 

La crisis afecta por igual a los jóvenes y a los titulados universitarios. Como Antonio, un periodista de 25 años que dejó su periódico para irse a trabajar a la Expo de Zaragoza y que ahora no encuentra páginas donde escribir. “El de la prensa es uno de los primeros sectores afectados por la crisis, porque si no entra publicidad, se reducen las páginas y después a los redactores”, señala. Carolina tiene 28 años y trabajaba en el sector del turismo con un contrato temporal que no ha sido renovado. “No veo tan difícil recolocarme”, opina, optimista. “Es la primera vez que he pedido el paro y lo voy a aprovechar para estudiar unas oposiciones. Me va a venir bien mientras tanto”.

 

El empleo atraviesa su peor momento de las dos últimas décadas. Historias de una crisis que han convertido las dependencias del INEM en oficinas atestadas que no dan más de sí y que tramitan por las tardes todas las demandas generadas al alba. A las once ya no hay más números. Y si no lo sabía, vuelva usted mañana o tantas veces como haga falta.

 

Once de la mañana, oficina del INEM de la Ronda de Atocha de Madrid. Ya no quedan más números. No es una carnicería, ni la taquilla de un gran almacén vendiendo entradas para un mega-concierto de los Rolling. Ni mucho menos. La oficina de los sin trabajo ya no atiende a más personas por hoy. Vuelva usted mañana y madrugue, que como está en el paro, no tiene nada que hacer.

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